
El documental La Aguja de los directores puertorriqueños Carmen Oquendo-Villar y José Correa-Vigier, trae a la pantalla un análisis respecto a uno de los problemas que enfrentan las personas Lésbico, Gay, Bisexual y Trans (LGBT): la aceptación.
Este filme, presentado durante la más reciente edición del Puerto Rico Queer Film Fest, celebrado el pasado noviembre, presenta la historia de José Quiñones, un hombre que tras el rechazo de su familia en San Sebastián decide mudarse al area metropolitana de Puerto Rico en busca de ser aceptado socialmente.
Es así como termina prestando sus servicios a la comunidad LGBT, inyectando a ciertas personas con lo que parecía ser hormonas y al resto del “mundo” con químicos para el embellecimiento personal.
Aunque, a ratos, el documental pudiera presumir de que todos los espectadores manejamos los conceptos en torno a la comunidad LGBT, la verdad es muy conmovedor. Esto, pues nos adentra a la vida de un hombre que busca ser aceptado por no pertenecer a una cultura heterosexual. Sin embargo, el filme tiene muchas incógnitas que nunca se contestaron, y que entiendo, eran de vital importancia para poder entender el texto cinematográfico.
El nombre del documental, por ejemplo, no es congruente con las expectativas que pudiera llevar el público al momento de toparse con éste.
Si muy bien el título habla sobre la aguja y el trailer del filme hace referencia a este artefacto, el espectador pudiera pensar que se trata de un filme que narrará el proceso por el cuál pasa un transexual para cambiar completamente su sexo biológico. Al final de los 40 minutos del filme, el resultado es otro.
La fotografía, por otra parte, fue presentada en definición estándar. Esto, le dio un toque más real a la pieza, aunque confieso, que esta estetica no es de mi agrado. Sin embargo, la imagen no molesta al ojo espectador luego de mirarla por más de cinco minutos.
De todas maneras, me hizo falta una definición de imagen más clara que no pareciera que se filmó con una camcorder. También pudo haber tenido mejor iluminación en los interiores y exteriores nocturnos. En cuanto a la edición, debo aplaudir el esfuerzo de contar una historia que aunque finaliza con incógnitas, es precisa, concisa y al grano.
De hecho, el no ir mas allá de contar la historia de José sin explicar al público nada sobre lo qué es un transexual y cómo se llega a serlo, a mi entender no le dio consecución a la trama.
Entiendo que el déficit informativo que tiene el filme se debe a que éste es muy general y no abunda o no se adentra mucho en contar las cosas de una manera menos superficial. Por ejemplo, nunca sabemos si Quiñones es un profesional de la salud o si hace su negocio ilegalmente. No podemos conocer más a su familia, no hay entrevistas directas con éstos.
El tema de la prostitución en Santurce y el cambio de sexo en los transexuales, tampoco se abunda a fondo. Estos tópicos, sólo se mencionan de pasada, aunque se hace una pausa para contar brevemente la vida de dos de estas personas (Kelly y Maybelline) que se prostituyen en Santurce.
Por otro lado, sabemos que mucha gente visita el consultorio de José, pero no llegamos a conocer a ninguno a fondo. No vemos las razones por las que lo visitan.
En fin, en términos generales no puedo ser injusto y decir que el filme es un desastre, por que no lo es. Al contrario, es una pieza audiovisual que abre el debate de un tema poco estudiado o visualizado en la cultura puertorriqueña.