Sin pedir permiso, una nena cordobesa que estaba de vacaciones en la playa Piedras Coloradas entró a la biblioteca con paredes de barro y le preguntó a las mujeres que estaban allí si podía leerles un cuento mientras trabajaban. Aquel día, con el relato de El traje nuevo del emperador, el libro que la nena había elegido, comenzó la historia. O al menos eso es lo que cuenta ahora Ana Yalour, una de las voluntarias de la biblioteca popular de la playa Piedras Coloradas, en Las Grutas, Río Negro, cuando un turista le pregunta cuándo se inauguró el lugar.
Mar azul intenso de aguas calmas, arena clara, rocas de color rosado que son avasalladas cuando crece la marea. Esas son las principales características de la playa Piedras Coloradas, que sorprenden cuando un turista conoce el lugar por primera vez. Pero hay algo más, que se descubre a los pocos minutos de estar allí. Ajena al paisaje pero a la vez formando parte de él, aparece una pequeña aldea circular. Es la biblioteca popular de la playa, que fue construida con barro, arcilla, agua de mar, arena, madera de algunos palets desechados para darle la estructura y un poco de paja. Allí pueden encontrarse libros infantiles y para adultos, algunos de ellos donados, otros prestados. Mediante este proyecto lograron unirse dos actividades aparentemente dispares como la construcción y la lectura, una frecuentemente asociada a la actividad práctica, la otra más relacionada con lo intelectual. Ana Yalour, una de las fundadoras de la biblioteca, relata: “Hubo una idea originaria de alentar la lectura en esta playa de características especiales. En 2008 empezamos con una valija y dos cajones con libros bajo una sombrilla. Fue un placer tener la respuesta de los turistas, sobre todo de los niños. Alberto Hugues, residente en el lugar, vio la exitosa movida y prometió construir algo para 2009. Él había participado de un taller de construcciones naturales con el albañil Jorge Belanko y comenzó lo prometido”. Ese fue el principio de la construcción de la biblioteca de Piedras Coloradas. “Participamos más de 40 voluntarios –continúa Ana- y trabajábamos sobre todo los fines de semana, interesados en colaborar pero también en aprender. El resultado nos superó a todos. Hasta el arte quiso estar presente, no había condicionamientos, sólo una técnica de base usando los materiales del lugar para construir. Todo eso fue amalgamado con las buenas intenciones y energías de todos, y eso se respira en la biblio”.
Las construcciones naturales como la biblioteca de Piedras Coloradas son implementadas por el hombre desde hace miles de años, pero la sociedad moderna ha optado por reemplazarlas por las de cemento y ladrillos. Sin embargo, actualmente, el concepto de construcción natural está comenzando a rescatarse para hacer frente a la creciente preocupación de la crisis medioambiental -muchos materiales usados en las construcciones modernas son altamente contaminantes, y otros tienden a acabarse porque no son renovables- y también, al alto costo delas viviendas. Entonces, a diferencia de una construcción normal, “moderna”, una natural no sólo da la posibilidad de contribuir a una buena causa a largo plazo –el cuidado del planeta- sino también en lo inmediato –la opción de construir una vivienda propia con costos accesibles, casi gratuitos-. Jorge Belanko, albañil desde los 12 años, experto en construcciones naturales y encargado de dictar talleres de capacitación sobre el tema, explica: “Podemos hablar de grandes ciudades como Yemen del Sur, en África, donde hay más de 500 edificios de cinco, seis y hasta 10 pisos de alto, totalmente de tierra y que no producen contaminación desde hace varios siglos. La construcción natural no tiene que ver con las grandes ciudades como Buenos Aires o Nueva york, porque estos lugares son verdaderas tumbas para las personas. La única salida es abandonarlas y comenzar nuevamente con responsabilidad en otros sitios”. Jorge es porteño de nacimiento y residente en El Bolsón por elección y protagonizó el documental didáctico El barro, las manos, la casa, dirigido por Gustavo Marangoni. Entre otras cosas, este film da las herramientas prácticas para construir una casa desde los cimientos hasta el techo y la pintura con materiales naturales.
En un castellano esforzado, un extranjero de vacaciones en la playa Piedras Coloradas pregunta por una mujer con quien había hablado dos años atrás en ese mismo lugar. “Tenía gran alma”, dice. Como en ese momento la biblioteca está vacía, la mujer que atiende el único kiosco que está en la playa le dice que seguramente sería Ana Yalour – Anita para ellos- con quien estuvo aquella vez, y le presenta a un hombre canoso y barbudo, de cabello por los hombros que, según ella, “tiene más sabiduría”. El hombre es Alberto Hugues, y se ríe incrédulo, mientras comienza a explicarle cordialmente al gringo de qué se trata el proyecto de construir casas con barro como los horneros. El espíritu de la biblioteca tiene que ver con ofrecerles libros a los turistas que realmente estén interesados en leer. No se cobra nada, no tienen que firmar una planilla ni anotarse en ningún registro. Cual autoservice, alguien entra, agarra su libro y se va. De ese modo el turista no sólo se lleva su lectura sino también un voto de confianza y una amable responsabilidad a cuestas: devolver el libro para que otro pueda aprovecharlo. También los chicos van a biblioteca, muchas veces solos, y eligen. Sí, en una playa, agarran un libro. Nada de celulares ni mp3. Una vez –recuerda Ana Yalour- alguien comentó de pasada: `Una biblioteca en la playa… ¿Quién va a leer en una playa?´ Escuché eso y despacito le pedí si podía acompañarme sólo un minuto detrás del pareo de entrada a la biblio, que hace de cortina, y le dije que se asomara. Cinco niños leían recostados entre almohadones, y uno de ellos leía en voz alta, en un hermoso día de sol y mar. La persona se demoró un momento. Vaya uno a saber qué cosas le sucedieron en la demora. Yo ya no estaba para preguntárselo; un turista recién llegado me requería.” Y concluye: “Un libro te da la posibilidad de abrir una ventanita -o un boquete- a un universo diferente, y desde allí hay otras maravillosas posibilidades: elegir, inventar, discernir, soñar, pensar, intentar”. No por casualidad estas mismas palabras remiten al significado de una construcción natural. Después de todo, la lectura y la construcción no estaban tan disociadas. Para acceder a la versión original de este artículo visite la Revista Alrededores: http://www.alrededoresweb.com.ar/notas/construccion-mundo-propio.htm