En su libro más reciente, la conocida feminista estadounidense Judith Butler argumenta que “en nuestras experiencias de mayor vulnerabilidad social y privación económica, lo que se revela es no solo la precariedad individual de las personas, sino también los fracasos e inequidades de las instituciones socioeconómicas y políticas”. Además, Butler puntualiza que las privaciones económicas y la falta de acceso democrático a las instituciones políticas producen en las poblaciones vulnerabilizadas “un sentido mayor de ser reemplazable y desechable que se distribuye diferencialmente en toda la sociedad”.
Cualquiera que conozca la historia de la medicina en Puerto Rico debe estar consternado por la respuesta corriente de las autoridades gubernamentales de salud pública a la epidemia de zika en la Isla, en la que claramente se ve reflejada lo planteado por Butler.
Desde el imaginario militar heroico/fronterizo del médico soldado Bailey K. Ashford y sus investigaciones sobre el germen de la vagancia puertorriqueña que llevaron a la conquista del ancylostoma en Puerto Rico, (como el mismo documentó en su autobiografía A Soldier in Science) hasta los proyectos masivos de esterilización forzosa o sin consentimiento informado de mujeres llevados a cabo en Puerto Rico, se percibe cómo nuestra vulnerabilidad política y económica ha impactado históricamente nuestra sociedad.
Asimismo, los experimentos clínicos de pastillas anticonceptivas con niveles de hormonas muy altos llevados a cabo a mitad del siglo 20 en complicidad con paradigmas eugenistas de salud pública que buscaban acabar con la llamada ‘sobrepoblación’ que para ese entonces se postulaba como el origen de la degradación social en Puerto Rico. También conocemos la historia de la experimentación con el llamado Agent Orange y el Napalm en Vieques y Culebra, y sabemos que en el presente existen experimentos con químicos insecticidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes, y organismos transgénicos en la isla. Esta es nuestra historia y ese es nuestro presente.
Dentro de ese marco contextual, quiero decir que las críticas que aquí ofrezco son dirigidas a problemas sistémicos fundamentales y no son ataques personales. Mi intención es hacer un llamado a que las respuestas epidemiológicas se hagan “accountable to,” o sea que se hagan responsables de manera democrática a la población de Puerto Rico. Esto conlleva una mirada amplia no solamente a los datos sobre la epidemia de Zika en Puerto Rico, o aun sobre el mosquito vector, sino una mirada fija sobre el panorama de salud pública actual en Puerto Rico. Esto está íntimamente ligado a la crisis económica y política que vivimos en Puerto Rico.
Las críticas
- Las prioridades de investigación son establecidas fuera de Puerto Rico, en los centros de poder imperial.
- La infección generalizada se entiende como inevitable.
- Se responsabiliza a los más vulnerables por las acciones preventivas necesarias.
- Se estigmatizan las mujeres y en especial las jóvenes escolares como punto focal de control.
- Se estigmatiza la maternidad en juventud o adolescencia.
- No se establecen protocolos equitativos de diagnóstico (acceso a pruebas para identificar virus).
- Los llamados a evitar el embarazo entre mujeres en Puerto Rico no toma en cuenta las relaciones de poder y la violencia de género/sexual e inequidad y pobreza.
- Se recogen muestras para llevar a cabo investigaciones sin beneficio terapéutico.
- No se asumen las lecciones de la epidemia del Ébola, en específico la limitada efectividad de las intervenciones de emergencia y de las colaboraciones con agencias filantrópicas en contextos de inequidad y falta sistémica de recursos.
- No se asumen las lecciones de la epidemia del VIH/SIDA en términos de la transmisión sexual entre grupos de diversas sexualidades; la no exclusividad de las categorías sexuales.
- No se consideran factores estructurales en la salud pública como obstáculos de orden primordial.
- No se establecen prioridades de prevención y tratamiento localmente determinadas en colaboración con las organizaciones y agencias de base comunitaria.
- Puerto Rico no es un laboratorio en servicio de los Estados Unidos.
- Desde los Estados Unidos el zika se ve fundamentalmente como una amenaza para la salud de la población continental, y como una amenaza para la economía del turismo, la cual se considera esencial para la economía de Puerto Rico, inclusive cualquier plan de reforma económica.
- Limitaciones sobre el Obamacare en Puerto Rico y los territorios, el llamado “rollback” de los republicanos. Los puertorriqueños no reciben los beneficios, pero igualmente han pagado los incrementos en los precios de las coberturas de salud.
- Hasta el momento sigue en vigor el llamado “Congressional Health Care Cap,” no embalde las promesas del Presidente Obama durante su candidatura en el 2008
- Crisis de emigración de los profesionales de salud.
Cierro con otra cita de Butler que me parece muy relevante:
“En estos tiempos cuando la economía neoliberal guía el manejo e implementación de servicios e instituciones públicas como las escuelas y universidades, en un momento en que las personas están perdiendo sus casas, sus pensiones y sus oportunidades de trabajo en grande, nos confronta de nueva manera la idea que algunas poblaciones se consideran desechables. (…) Estas realidades, agudizadas por actitudes imperantes sobre el seguro social y la cobertura de seguros de salud, nos indican que la racionalidad del mercado decide en el momento contemporáneo cuales son las vidas que importan, y la salud de quiénes debe ser protegida y quiénes no”.
La autora es profesora asociada del Departamento de Antropología y Sociología del Kalamazoo College en Michigan.