El mundo sufre hoy las consecuencias de crecer más allá de sus límites físicos, agotamiento de sus recursos, calentamiento global, pérdida de la diversidad biológica y cultural, pobreza, desigualdad, exterminio de culturas y comunidades autóctonas, infelicidad y, como es de esperarse, una gran cantidad de conflictos socio-ambientales a lo largo del Planeta.
El Club de Roma lo advirtió en su famoso informe “Los límites del crecimiento”, publicado a principios de la década de 1970. Asimismo, lo advirtió el matemático y economista Nicolás Georgescu-Roegen en 1971 su libro La ley de la entropía y el proceso económico:“En la transformación de la energía, siempre hay parte de la energía que se degrada y que se pierde para el aprovechamiento humano. Esto impide volver al estado original con igual cantidad de energía (irreversibilidad). La materia disponible se degrada de forma continua e irreversiblemente en materia no disponible”. En el 2015, este mismo tema acaparó las primeras planas de los periódicos del mundo y de Puerto Rico, cuando el Papa Francisco, en su histórica y magistral encíclica “Laudato Sí” también alzó su voz para denunciar la “mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del Planeta”.
A pesar de todos estos reclamos y de las crisis por las que atraviesa el Planeta y la humanidad, todavía hay quienes proponen al “crecimiento económico” como la panacea para salir de las crisis. Todavía la mayoría de las economías del mundo utiliza el producto interno bruto (PIB) para medir el bienestar, a sabiendas de que esa medida es ilusoria y encubre los verdaderos problemas de la sociedad. Aun así, la racionalidad que fomenta la separación, el mecanicismo y la individualidad, continúa dominando esas economías, a pesar de que, según lo demuestra la física cuántica, vivimos en un mundo interconectado y, por lo tanto, es erróneo continuar viéndolo como un conglomerado de partes separadas. Esa racionalidad individualista y mecanicista se ha infiltrado en cada célula de la economía global, pero tropieza con otros saberes, con otras racionalidades humanas, culturales y ambientales.
Puerto Rico también buscó desarrollarse a través de más crecimiento económico, utilizando un discurso que nos enajenó de la naturaleza, de la gente y de nuestra cultura. En Puerto Rico no estamos exentos de los problemas del crecimiento y actualmente sufrimos una de las peores crisis en nuestra historia. La economía ha colapsado y no muestra indicios de recuperación, los recursos han sido explotados y agotados, algunos de manera irreversible, la calidad y los servicios esenciales para la vida humana se han deteriorado, miles han abandonado el país buscando nuevas oportunidades en sus vidas y el drama de la crisis fiscal en el gobierno y la junta de control fiscal parecen no tener fin.
En un estudio realizado en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico se demostró que la calidad de vida en Puerto Rico, medida por el Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES), comenzó a desplomarse desde principios de la década de 1980 y que continuaría ese ritmo descendiente si no se contabilizaban los costos sociales y ambientales del crecimiento y si no se tomaban a tiempo las medidas pertinentes. Sin embargo, hoy, el PIB todavía se utiliza en Puerto Rico para medir el “bienestar”, a sabiendas de que no incorpora los costos sociales y ambientales del crecimiento.
De esta misma forma, el gobierno de Puerto Rico ha propuesto más medidas de crecimiento económico para salir de las múltiples crisis a las que nos enfrentamos los puertorriqueños, según se desprende de su más reciente Plan Fiscal 2016. Además de eso, la reciente explosión en la Central Aguirre de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) en Salinas, que paralizó al país por más de dos días, pone en evidencia la inestabilidad de nuestros sistemas, la fragilidad de servicios esenciales para la economía y para la vida humana. Se estima que este apagón masivo dejó pérdidas de más de $800 millones para la economía de Puerto Rico, sin contar los costos sociales y ambientales que no se contabilizan en el PIB. Igualmente, el apagón puso en evidencia el grave problema de contaminación lumínica que sufre Puerto Rico, que resulta de la misma lógica de crecimiento desenfrenado. Sin embargo, ese apagón nos devolvió, aunque fuera por una noche, un cielo lleno de estrellas.
Respuestas a la crisis desde la economía ecológica
Cuando regresé a Puerto Rico en el año 2000, luego de completar mis estudios doctorales en Ohio State University, me impactó la gran pérdida de aquellos espacios verdes que admiraba de niña. Para esa época, el discurso del “desarrollo sostenible” se escuchaba en todas partes, pero en realidad esa perorata formaba parte de la misma racionalidad de separación e individualidad que, al mismo tiempo, pregonaba la globalización de los mercados. Nadie hablaba de una economía ecológica, y mucho menos de una economía solidaria o compasiva, porque la economía ecológica promulgaba una visión integradora e interconectada, de acuerdo con los descubrimientos de la física cuántica. La economía ecológica hacía mucho tiempo que había traspasado los espacios fragmentados y mecanizados de la física de Newton. Se confunde a la economía ecológica con la “economía verde” y con el “desarrollo sostenible”. Se ve a la tecnología como la redentora de todos los problemas. ¡La varita mágica del progreso! ¡Nada más contradictorio!
Aquellos años en Ohio State me hicieron entender que las economías podían ser diferentes, que el mundo no podía ser comprendido solamente desde la abstracción de fórmulas y modelos matemáticos. Faltaba la gente, su comportamiento, los sentimientos, la justicia, la compasión o la protección de la naturaleza. Por mi mente pasaron miles de preguntas que, en aquel momento, parecían no tener respuesta. Me preguntaba si realmente la maximización de ganancias y el interés propio conducían al bien común, si realmente éramos seres racionales, si podíamos vivir en un mundo cada vez más individualista o dónde había quedado la teoría de los sentimientos morales de Adam Smith. Un día, las respuestas a aquellas preguntas, poco a poco, comenzaron a aflorar en mi mente. Fue así como comencé a crear nuevos esquemas de pensamiento, que casualmente coincidían con los descubrimientos de la física cuántica, con la visión de integración e interconexión de la economía ecológica y con la economía de la compasión del Dalai Lama.
Como resultado de este proceso de pensamiento, a principios de los 2000 comencé a desarrollar el primer curso de economía ecológica en Puerto Rico. Originalmente, pude ofrecerlo como parte del curso de temas especiales del Departamento de Economía y, eventualmente, tuve la oportunidad de crear y continuar dictándolo como parte del currículo del departamento. Al mismo tiempo, colaboré en el desarrollo del Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES) para Puerto Rico donde se contabilizan, por primera vez, los costos sociales y ambientales del crecimiento. Este índice, que ya había sido elaborado para decenas de países alrededor del mundo, reveló en el 2007, cuando apenas la crisis comenzaba, que la calidad de vida en Puerto Rico se desplomaba desde principios de la década de 1980 y que, de no tomar acción inmediata, la crisis empeoraría. Los resultados fueron presentados a través de la isla en diversos foros, reuniones y actividades académicas y profesionales; y éstos quedaron plasmados en la mente y en la conciencia de muchas personas, pero lamentablemente aún no forman parte de la política pública del país.
De la necesidad de comprender las crisis a las que se enfrentaba, y se enfrenta, Puerto Rico y de la urgencia de analizar posibles escenarios de cambio desde otras visiones, surgió la idea de celebrar el Primer Congreso Internacional de Economía Ecológica en Puerto Rico (CONECEC): “La economía ecológica: Cambios urgentes en el contexto puertorriqueño”. El mismo se realizó en junio de 2015 en el Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico con la participación de alrededor de 200 personas, incluyendo conferenciantes magistrales y ponentes de América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Canadá.
La repercusión de CONECEC fue tal que se nos otorgó la organización del III Congreso de la Sociedad Mesoamericana de Economía Ecológica (COSMEE 2016) “El desarrollo de la conciencia, las economías ecológicas y la búsqueda de una vida sustentable”, que tendrá lugar en el RUM del 14 al 18 de noviembre de 2016. En COSMEE 2016 contaremos con la participación de ponentes de América Latina, el Caribe y Puerto Rico y con conferenciantes magistrales de Alemania, Cuba, Costa Rica y México. De esta forma, continuamos insertándonos dentro de las discusiones e investigaciones a partir de la visión de la economía ecológica.
Dentro del estudio de la economía ecológica se abordan consideraciones éticas, sociales, ambientales y culturales. Debido a la diversidad disciplinaria dentro de la economía ecológica, ésta incluye temas tan variados como la racionalidad ambiental, el decrecimiento económico, la justicia social y ambiental, el diálogo de saberes, las cosmovisiones de los pueblos autóctonos, el buen vivir, la toma de decisiones colectivas, la reapropiación de espacios naturales y culturales, la democracia participativa, las soluciones locales, los beneficios colectivos, las redes y las alianzas comunitarias, entre otras.
Además, como preámbulo a COSMEE 2016, el pasado mes de septiembre se realizó en el RUM un exitoso Foro sobre Conflictos Ambientales: Acciones Urgentes ante la Crisis, que puso de manifiesto las repercusiones negativas del crecimiento y de los miles de conflictos ambientales alrededor del mundo y en Puerto Rico. La celebración en Puerto Rico del III Congreso de la Sociedad Mesoamericana de Economía Ecológica (COSMEE) nos provee la oportunidad de insertar a Puerto Rico dentro de nuevos espacios de pensamiento y acción, que nos ayuden a comprender sus múltiples crisis, a reducir los conflictos socio-ambientales y a fomentar el bienestar y la sustentabilidad. Además, la celebración en Puerto Rico de la IV Cátedra de Economía del Caribe nos adentra en una nueva red de investigación económica y social en el Gran Caribe.
Comentarios Finales
Inevitablemente, según se intensifique el avance de la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la pérdida en la calidad de vida, continuarán en ascenso los conflictos sociales y ambientales a través del país, agravando aún más las crisis a las que nos enfrentamos. Ante esta encrucijada, otras formas de pensamiento y otras economías son ineludibles. En los albores del siglo 21, nuevos lentes son necesarios para auscultar opciones alternas que aborden consideraciones éticas, sociales, ambientales y culturales. El autoconocimiento, la creatividad, la educación, los valores humanos y ambientales, la compasión, la justicia, la solidaridad y la paz deben ser la base para el desarrollo de nuevos modelos que promuevan la sustentabilidad y el florecimiento de nuestra sociedad. En diversos lugares a través del mundo, incluyendo comunidades en los Estados Unidos, existen formas alternas de organización social y económica, economías sustentables, economías ecológicas, economías solidarias, economías para el buen vivir y economías compasivas.
La economía que Puerto Rico necesita es la economía que surja del corazón de los puertorriqueños, una economía que se desarrolle desde sus saberes, desde su visión de mundo, desde sus propias experiencias, desde sus propias crisis; una economía que persiga la sustentabilidad y el florecimiento humano, social, cultural y económico. Ejemplos exitosos de la sabiduría, la creatividad y de la fuerza interna de los puertorriqueños abundan en el diario vivir, desde el empresarismo social, comunitario y ecológico, los mercados agrícolas sustentables, los negocios familiares, las cooperativas, la autogestión comunitaria, la arquitectura sustentable, los modelos alternos de educación, hasta el desarrollo de la tecnología, la ingeniería, la innovación, la música, el arte y la cultura. ¡Esa es la economía que Puerto Rico necesita!
La autora es catedrática del Departamento de Economía del Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico.
Puede encontrar Información de COSMEE 2016 en www.cosmee2016.org .