Los pasados meses han enmarcado un patrón de conducta entre las artistas féminas del pop, r&b y el rap estadounidense del que resalta una variable común: el trasero.
Desde los vídeos musicales de Partition (Beyoncé) Can’t Remember to Forget You (Shakira y Rihanna), hasta los más recientes de Anaconda (Nicki Minaj) y Booty (Jennifer López con Iggy Azalea), tanta exposición del derrière desprende un debate importante. Parece ser que presumir del cuerpo está de moda, aunque hemos visto demostraciones de este tipo a través de los años.
Por un lado, algunos escritores y reseñistas argumentan que la representación del booty en dichos vídeos musicales corresponde al afán de la industria de la música de utilizar el cuerpo y la sexualidad de la mujer para su beneficio económico. Por el otro, los analistas musicales consideran que estas mujeres artistas están enviando un mensaje de empoderamiento del cuerpo femenino.
“Se trata más sobre aceptación y apreciación en vez de explotación. Comunica algo cuando se trata de mujeres hablando y defendiendo sus cuerpos”, afirmó Erika Ramírez, editora asociada de billboard.com, en entrevista con USA Today.
De esta aceptación y apreciación del cuerpo consiste el movimiento creado en el 1996 por la compañía The Body Positive llamado body positivity, que fomenta el sentirse a gusto con el cuerpo —ya sea mujer u hombre— sin importar la apariencia física o el peso.
¿Es la finalidad de estos vídeos musicales propagar el mensaje del body positivity y de los postulados básicos del feminismo? ¿Son estas conductas una manera de representar seguridad y aceptación del cuerpo?
Hillary Crosley, escritora para el portal web Jezebel —un medio que analiza contenido de posible interés a la mujer— cuestionó esta práctica común, indicando que la industria musical puede aprovechar el que “esté de moda el feminismo” para ganar dinero.
“¿Pueden las líricas y los vídeos venir desde un lugar puro, que no esté trivializado con proxenetismo?”, preguntó.
El rol de Instagram en la ostentación del cuerpo
Tal vez ahora es más notable la presunción del cuerpo en parte debido al arraigo de Instagram, donde los hashtags dictan la moda fotográfica. En el buscador de esta red social sobresalen los selfies, el llamado thigh gap (ese espacio entre muslo y muslo), el bikini bridge (donde los huesos de la cadera separan el bikini del abdomen), el underboob (fotografías que consisten de la mitad inferior del seno), el cheeky thursday (una variante del throwback thursday enfocada en las nalgas) y el braggie (donde simple y sencillamente se presume del cuerpo o alguna de sus partes). Como dato curioso, la red social eliminó los resultados de thigh gap, debido a preocupaciones de salud. De igual modo, el cheeky thursday se convirtió en fotos de cachetes.
En el caso de los glúteos pronunciados, la misma red logró llevar a la neoyorquina Jen Selter al estrellato gracias a sus atributos físicos pronunciados. Selter, de 21 años, es la reina de los belfies o butt selfies y ha aparecido en revistas como Elle, Muscle & Fitness, Vanity Fair y Maxim. Cuenta con más de cuatro millones de seguidores en Instagram precisamente porque la mayoría de sus fotografías —si no todas— presentan el trasero que convirtió su perfil en “viral”.
Una muestra del tipo de fotos en el Instagram de Jen Selter.
Igualmente, no es un misterio que otras regulares de Instagram, Sofía Vergara y Kim Kardashian, son modelos a seguir cuando las mujeres van en busca de un aumento cosmético. Si bien antes los pedidos se enfocaban en agrandar los senos —y se mantiene como la cirugía más deseada— los implantes de trasero han adquirido popularidad.
Según la Asociación Americana de Cirugía Plástica y Estética, los implantes de glúteos aumentaron en un 58 por ciento el pasado año. Por consiguiente, la cantidad de doctores efectuando estas operaciones incrementó de 19 por ciento en el 2012 a 30 por ciento en el 2013.
La presencia del booty en los vídeos
Junto a lo visto en Instagram, tenemos el caso de los vídeos musicales (ahora en YouTube), donde vemos la manifestación de este fenómeno en alta definición.
Un punto de partida sería la influencia de la icónica carátula del disco Born in the USA, del reconocido cantautor estadounidense Bruce Springsteen. En ella vemos el trasero del cantante, quien viste mahones y lleva un pañuelo en el bolsillo. Hasta la fecha, dicha portada sigue siendo tema de conversación en Tumblr y Facebook.
Sin embargo, es permisible situar el catalítico de la glorificación del booty en el 1992, con el éxito de Sir-Mix-A-Lot titulado Baby Got Back, considerado un vídeo arriesgado para su tiempo.
En esa misma línea de lo arriesgado, entre los 90 y 2000, el diseñador Alexander McQueen presentó el bumster, un tipo depantalón situado un poco más abajo de la cadera. No obstante, según McQueen, su ropa nunca tuvo la intención de enseñar lo que no debía sino de alargar la figura femenina.
“That part of the body – not so much the buttocks, but the bottom of the spine – that’s the most erotic part of anyone’s body, man or woman”, aclaró.
Esta apreciación del cuerpo femenino, específicamente el trasero, comenzó desde una perspectiva masculina y, evidentemente, con una finalidad más allá de aceptación corporal. En el 2001, las mujeres respondieron al llamado hecho por sus contrapartes masculinos con la canción Bootylicious, hecha famosa por el grupo Destiny’s Child. Fue escrita, entre otras personas, por Beyoncé Knowles, quien notaremos que a través de toda su carrera ha mercadeado su música de la mano de su cuerpo, como tantas otras.
Al igual que Beyoncé, otras artistas féminas populares del mercado estadounidense gozan de un físico admirable y no dudan en exhibirlo. Shakira, Rihanna, Jennifer López y Nicki Minaj son solo algunas ellas.
Instantánea del vídeo "Anaconda", de Nicki Minaj.
Pero los casos más vivos en la historia reciente del booty craze son los de López y Minaj. Sus últimos vídeos se caracterizan por darle prioridad a sus glúteos sobre todas las cosas que pueden componer un vídeo musical, como lo puede ser su narrativa.
La proliferación de estos vídeos musicales centrados en presumir el trasero trae a discusión la validez del body positivity como justificación de estas propuestas musicales. Pero, ¿qué de aquellas que no tengan un “big booty”, como dice Jennifer López en su más reciente hit? ¿Qué de aquellas de cuerpos delgados, vapuleadas por Nicki Minaj, cuando sentencia “fu*k those skinny b*tches in the club”?
Si una mujer, figura pública o no, se siente poderosa y orgullosa de su cuerpo con las presunciones propias y las que hacen otras —como estas artistas— entonces los vídeos cumplen con el componente de empoderamiento femenino. Sin embargo, hasta la fecha, no han demostrado nada más que ser una visita guiada a los cuerpos formados con ejercicio, dinero y publicidad.
La razón principal no descarta el hecho de que, como dice Vogue, estamos en la era del booty.
Aquí algunos ejemplos icónicos:
Sir Mix-a-Lot – Baby Got Back
Rihanna – Pour It Up
Jason DeRulo – Wiggle Ft. Snoop Dogg
Nicki Minaj – Anaconda
Faroutt – We Can Shine Ft. Bodine
Jennifer López – Booty Ft. Iggy Azalea