Denia Arrascaeta sufre casi a diario la falta de agua en su barrio de la capital cubana. “A veces no tengo ni para beber”, relató a IPS. En casa de su abuela el suministro es algo mejor y cuando la crisis se agrava, llena varios botellones y camina con ellos ocho cuadras hasta su hogar.
Esta contadora de 39 años vive en un barrio del oeste de la capital, donde el suministro de agua es muy irregular.
“En ocasiones, mi abuela tampoco recibe agua desde la red y tenemos que esperar la pipa”, añadió en referencia al camión cisterna que auxilia a los sectores con total carencia del recurso.
Para Arrascaeta, lo peor es el estrés permanente que le provoca este problema, que en este país caribeño insular tiene causas estructurales, vinculadas a la falta de modernización del sistema de distribución y suministro, que este año se agravaron por una sequía de niveles históricos.
En La Habana Vieja, en el corazón de la capital cubana, la situación no es mejor, según cuenta Yaritsa Oliveros, residente en Jesús María, uno de los barrios de ese centro histórico y que a los 25 años sustenta a su madre y a su hija de cuatro años con su trabajo como limpiadora de una oficina municipal.
“Pasamos varios días sin el servicio y de repente llega agua de madrugada al edificio. Juntamos en vasijas todo lo que podemos, porque no sabemos cuándo entrará de nuevo”, relató a IPS.
Su barrio fue hace tres años objeto de un estudio académico que abarcó 166 hogares, compuestos por un total de 528 personas, de los que 56.1 por ciento eran mujeres y 43.9 por ciento varones. De la muestra, además, 57 por ciento de las familias tenían al frente una mujer, con diferentes niveles educacionales.
La mayoría de las personas entrevistadas afirmaron que casi todos los días, o cada dos o tres días, debían cargar agua hasta sus viviendas y las peores dificultades de acceso al agua y saneamiento se vivían en hogares encabezados por mujeres.
“Mi madre se queja de dolor en la columna por tanta cargadera”, comentó Oliveros, quien desconoce si su hogar figuró en la encuesta.
En declaraciones a IPS, la socióloga Reina Fleitas, investigadora y profesora de la Facultad de Sociología de la Universidad de La Habana, explicó que ese estudio, único de su tipo realizado hasta ahora Cuba, permitió constatar inclusive situaciones de violencia familiar y entre vecinos, generadas por las tensiones emanadas en torno al deficiente abastecimiento de agua.
También se pudo comprobar que la mayor responsabilidad sobre la gestión y uso del recurso recae sobre las mujeres, que organizan y reorganizan su vida cotidiana dependiendo de su disponibilidad.
“Las jornadas domésticas se alargan y llegan tarde al trabajo, lo que genera incomprensiones. Es una cadena de afectaciones en su vida personal, con fuerte impacto en la salud corporal y mental”, comentó la especialista.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) de Cuba publicados en la prensa oficial datan de 2014 e indican que aunque 73.5 por ciento de la población cubana tiene acceso a agua potable a través de la red de acueductos, aún un número importante de personas la reciben por otras vías.
Pero más de 50 por ciento del recurso se pierde en su recorrido por la vieja red de tuberías que la distribuye hasta los puntos de consumo.
El INRH dirige, ejecuta y controla la aplicación de la política del Estado en materia de recursos hidráulicos del país, lleva a cabo actualmente un programa que intenta solucionar gradualmente los problemas en el abastecimiento y saneamiento del agua.
“En mi barrio se ha agravado la falta de agua por los arreglos que se llevan a cabo, pero al menos es una esperanza de que algún día mejoremos. Aunque también dicen que por la sequía habrá más escasez”, comentó Oliveros.
Arrascaeta acotó que una de sus vecinas llama al INRH cada vez que la situación se vuelve crítica y recibe diferentes disculpas. “Ya no le creemos a nadie”, indicó.
La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, aprobada en una cumbre mundial en septiembre, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, estableció como el seis de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible el “garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”.
“Nuestros datos de 45 países en desarrollo muestran que en siete de cada 10 hogares, el peso de ir a buscar agua lo cargan las mujeres y las niñas, por lo que mejorar el acceso al recurso contribuirá a la igualdad de género”, aseguró en octubre Geeta Rao Gupta, subdirectora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
En opinión de la profesora Fleitas, un enfoque diferencial del problema debe tener en cuenta que son las mujeres pobres, de grupos étnicos minoritarios y otros sectores vulnerables y discriminados de algunos países quienes experimentan los peores impactos de la escasez del agua, un problema en aumento a nivel planetario.
“La perspectiva social de la diferencia que busca igualdad de oportunidades, debería estar en el diagnóstico que se hace sobre el desarrollo territorial, en la planificación de la distribución de los recursos y en la evaluación de sus impactos. Muchos problemas de enfoque de política obedecen a una visión reducida de lo social, o muy técnico de la planificación territorial”, indicó.
En cuanto al recurso hídrico, Fleitas insistió en lo esencial que es su abastecimiento, particularmente en la vida de las mujeres.
“Define la organización de sus tiempos, ellas lavan, limpian, friegan, preparan los alimentos…. son responsables en la formación de una cultura de la higiene en la infancia. Lamentamos que sean las mujeres las que lleven el peso de esa responsabilidad, pero no debemos ignorarlo cuando se toman decisiones políticas”, señaló.
La académica cubana recordó además que la escasez de agua no solo se agrava debido al cambio climático. Recordó que se han acrecentados los conflictos bélicos en el mundo, que arrasan con las infraestructuras y dejan aguas contaminadas.
“Se prioriza la inversión para una carrera armamentista en vez de para el desarrollo de países con enormes desventajas en la construcción de servicios de agua”, lamentó.
Como país insular, Cuba depende mayoritariamente de las lluvias para abastecerse de agua y este año ha soportado una de las sequías históricas. Al terminar la estación húmeda de mayo a octubre, sus 242 embalses acopiaban 4,555 millones de metros cúbicos de agua, apenas la mitad de su capacidad, lo que anticipa que las penurias hídricas persistirán.
Entre noviembre 2014 y octubre 2015, la sequía impactó a 68 por ciento de este territorio caribeño, pero resultó más acentuada en la porción occidental, que es polo de la producción de alimentos del país.