Oscar López Rivera, el puertorriqueño que estuvo detenido por casi 36 años en el sistema penitenciario federal, se reencontró ayer con el mar de su patria.
Para algunos un terrorista, aun cuando no se le ha vinculado directamente con muertes por los atentados de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. Para otros, un héroe nacional y férreo defensor de la independencia de Puerto Rico, cuya campaña de liberación unió a boricuas por encima de ideologías y líneas partidistas.
López Rivera, nacido en San Sebastián, enfrentó una condena de 70 años, principalmente por conspiración sediciosa contra el gobierno estadounidense. En enero, a solo un par de días para culminar su mandato como presidente de Estados Unidos, Barack Obama le conmutó la sentencia.
Ayer se cumplió el plazo de 120 días que diera el expresidente. A las 7:00 a.m, el pepiniano salió de la casa de su hija Clarisa en San Juan como un hombre libre. Ayer, también, hubo abrazos, mar, sonrisas y una celebración en la Plaza de la Convalecencia en Río Piedras. Aquí un repaso desde el lente de nuestro fotoperiodista Ricardo Alcaraz Díaz.