En cualquier acto de graduación prevalece el regocijo y la satisfacción producto del cumplimiento de una meta o finalidad. El lanzamiento al aire del birrete es una de tantas expresiones que alude a esa realización. Sin embargo, ayer la graduación simbólica del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), estaba colmada de matices.
El júbilo y la alegría ciertamente protagonizaron la velada, pero la incertidumbre que vive el País merodeó en el auditorio que albergó la celebración convocada por el Consejo General de Estudiantes (CGE) del recinto riopedrense.
Las pancartas y cartulinas con mensajes alusivos a la contaminación ambiental en Peñuelas, a la crisis fiscal y a las medidas de austeridad impulsadas por la Junta de Control Fiscal resaltaron entre los estudiantes durante las dos rondas de la denominada la gran graduación 2017.
Asimismo, los actos mostraron el semblante de otros reflejos que reclaman igualdad y justicia social.
Este fue el caso de una bandera representativa de la comunidad LGBTT, que ondeaba entre el tumulto de estudiantes; una graduanda de Trabajo Social que lactaba a su pequeño con toda la naturalidad que evoca este acto y la consignación de ser dominicano plasmada un birrete.
“Inmigrante educado: Peligro”, leía el birrete del estudiante de Ciencia Política Randy Tejada, quien llegó a Puerto Rico a sus nueve años, que no solo quería resaltar su identidad dominicana, sino también hacer “que las personas vean lo importante que es el proyecto de la Universidad de Puerto Rico. [La UPR] educó a un inmigrante, educó a un ciudadano de Puerto Rico”.
Tejada ahora se embarcará en estudios de maestría en Trabajo Social, desde donde espera continuará su pugna contra las circunstancias inciertas que trastocan a la Isla.
Y en esta incertidumbre se encuentra el panorama laboral sombrío por el que atraviesa Puerto Rico y al que se enfrentarán estos recién graduados.
Lucía Zapata, estudiante de Mercadeo, aceptó que el miedo de graduarse y adentrarse a un mundo laboral resquebrajado “siempre va a estar ahí porque es un paso distinto al que uno está acostumbrado”.
Por otra parte, para la madre de Kiara Pérez, estudiante de Trabajo Social que lactaba a su bebé durante la ceremonia, entendió que como padres y madres están “algo preocupados porque uno sabe cómo están las cosas en la calle, pero también uno confía de que están bien preparados por ese lado”.
De hecho, el padrastro de Kiara, José Nieves, propuso que la reinvención puede ser una de las soluciones ante la actual coyuntura. “El gobierno puede estar quebrado, pero el espíritu de las personas no está quebrado. Así es de la única forma que se puede levantar al País”, manifestó.
Quizás con él coincidió, la estudiante de Administración de Empresas Claudia Rodríguez, al intentar ver el panorama local con cierto optimismo.
“Las oportunidades están. Son limitadas, pero están. Uno no puede pretender salir de aquí con una oferta de trabajo”, reconoció.
Las expresiones de insistencia por lograr cambios sociales en Puerto Rico continuaron desplegándose en todo el auditorio hasta cercana las 6:00 p.m. cuando culminó la segunda ronda de la gran graduación 2017.
El gesto clásico de expresión surgió de un grupo de estudiantes que, durante la presentación del grupo Los Pleneros de la Cumbre, se postró frente al escenario con una pancarta que leía: “Nuestro mantra: agitar, inspirar, conspirar, organizar”.
Por esa razón, los estribillos de que los jóvenes son el futuro o de que se acerca un mejor porvenir no parecían calar en el subconsciente. Empero, el pesimismo tampoco reinó.
Aunque la graduación de los gallitos y jerezanas se vieron atisbos de algunos avances sociales, también sirvió de plataforma para exponer otros reclamos que aún faltan por mejorar dentro de nuestra convivencia social.