Desde el Vedado, el 20 de septiembre de 2009. “Tiene que luchar por la justicia el que quiera tener paz”… Por la avenida 23, arteria que desde el Río Almendares desemboca en el mar, hasta la conocida Rampa, una marea de jóvenes y no tan jóvenes, marcha hacia la Plaza de la Revolución. Muchos con su prole, protegidas sus cabezas por gorras y sombreros, quizás con una sombrilla, ataviados con blusas y “pullovers” blancos; sí, también con sayas y “shortcitos” blancos, pues mucho mejor. En bolsos y mochilas, tal como se recomendó por los medios, abundan las botellas de agua y caramelos, porque a pesar de que al verano, oficialmente, le quedan horas, acá los termómetros baten récords y la gente se deshace en sudor. Y es casi como adelantar un par de días la celebración de la Virgen de las Mercedes, o mejor dicho a lo cubano, la fiesta de Obatalá , orischa de la paz, representada por el color blanco.
Hoy, los ha convocado el colombiano Juanes, junto a una pléyade de amigos músicos de muchas partes del mundo para el segundo concierto Paz sin fronteras, ahora desde la Habana. Vienen de Puerto Rico, Olga Tañón y Danny Rivera, los cubanos X Alfonso, Síntesis, Amaury Pérez, Silvio Rodríguez, Carlos Varela. Los Van, Van, los Orischas así como Cucú Diamante y Yerba Buena. De España, Víctor Manuel, Miguel Bosé y Luis Eduardo Aute; el ecuatoriano Juan F. Velasco y el italiano Giovanotti, así como excelentes agrupaciones acompañantes. Más de cinco horas de música, de muchos géneros y para todos los gustos, mantuvieron en la Plaza a un público entusiasta, calculado en un millón ciento cincuenta mil almas, no sólo cubanas, sino de otras partes del mundo que están en la capital de la Isla como turistas, como estudiantes, como colaboradores o para recuperar su salud. Ahora, mientras le dirijo estas letras a Puerto Rico, son las siete y algo más de este día luminoso, en que el sol brilló contento casi todo el tiempo, aunque al atardecer refrescó un poquito, sólo un “tín”, como nos gusta decir por acá. Y cuando parecía que el concierto llegaba a su fin, Juan Formell invita a cantar el Chán Chán que inmortalizara el desaparecido Compay Segundo, al que le incorporan Versos Sencillos de nuestro José Martí. Nadie dudó ni por un segundo que este concierto sería lo que ha sido, un éxito como espectáculo y un canto de paz y amor. Pena más que rabia dan esos sectores anacrónicos de la comunidad miamense que llegaron hasta romper a martillazos CDs de Juanes. Gracias a esos músicos por el arte, la solidaridad y tanto amor con que inundaron nuestra histórica Plaza de la Revolución, gracias por las lágrimas de emoción de Olga Tañón y de Miguel Bosé y por la improvisación de Juanes en la despedida.
Con el coro de “una sola familia cubana” se terminó un concierto que parecía no saber cómo terminar, hasta que un grito de “Viva Cuba” inició la inevitable despedida que, esperamos. Ojalá sólo sea una pausa hasta nuevos encuentros del pueblo cubano con músicos de tanta calidad artística y humana. La autora es cubana, trabaja como historiadora del Centro de Estudios Martianos de la Ciudad de La Habana. Ganó el premio Pablo de la Torriente Brau en el 2007 por su libro de memorias, Nostalgia de una habanera del Cerro. Para ver la publicación sobre el concierto en el blog Generación Y de la cubana Yoani Sánchez, haga click aquí