1
El niño apareció a nuestras espaldas. Vestía unos pantalones desgastados y una camiseta blanca teñida de ocre que almacenaba tierra en el doblez. El polvo le llegaba hasta la parte superior de los zapatos y el pelo le sudaba por detrás de la oreja. "Compañeros, ¿ustedes me pueden dar algo?", preguntó mientras estiraba la palma de la mano. Era la primera vez que yo veía a un niño pedir dinero en las calles de La Habana Vieja. Del grupo de extranjeros que caminaban frente a él, todos se echaron a reír. Un joven corpulento y de cuello corto sacó unos caramelos de su mochila. Antes de dárselo al niño, le hizo señas a su acompañante para que prendiera la cámara. Cuando le puso el caramelo en la mano al niño esquelético, alzó el pulgar con orgullo y sonrió al flash. Luego, los demás del grupo se colocaron detrás del niño y se tomaron una foto con él. Se fueron riendo. El niño siguió caminando con una sonrisa en la cara y el caramelo en la mano.
"Esta Habana hermosa goza también de otros secretos
los cuales no aparecen en ningún centro turístico
porque hay que mantener la imagen de sitio magnífico.
Oh, mi Habana, para el extranjero es fácil…
2
"Después de nuestras clases, tuvimos diferentes tours de muchos de los museos y lugares importantes localizados por el Vedado y La Habana Vieja. Cuando paraba a hablar con la gente y me preguntaban de dónde yo era y yo les respondía que era de Puerto Rico, me recibían con abrazos y me preguntaban '¿De Puerto Rico? ¿De la Isla del Encanto? ¿La tierra de Marc Anthony? Y me hacían reír siempre", cuenta un boricua de 19 años que estudia en Tampa y fue a tomar un curso en La Habana de dos semanas en el Centro de Estudios Martianos en el Vedado.
*
Dejamos a nuestras espaldas la Bahía de La Habana, y entramos por una de las calles adoquinadas de La Habana Vieja. El sol azotaba las frentes de los transeúntes, y los trabajadores callejeros escudaban con sus sombras sus objetos a la venta, ya gastados por el salitre. A la entrada de un callejón, nos embaucó un anciano con una guitarra. Su sombrero de paja y guayabera blanca acompañaban las notas musicales de una guajira popular. Con la melodía de fondo, preguntó "¿De dónde son?", saboreando una extraña contentura. "Cubana", respondí. "Ah, entonces no te canto". Detuvo su guitarra sin decir una palabra más, con un gesto de desprecio en los labios, y esperó al próximo transeúnte que tuviera el menor indicio de "extranjero" dibujado en su frente.
…Ya no sé si es la capital de todos los cubanos
porque el holguinero es inmigrante
y el chileno es un hermano…
3
Cuando llegamos a la hermosa estructura colonial, apareció en el umbral de la puerta la secretaria cubana. Abrazó con cariño al boricua del grupo. Se detuvo al verme a su lado. Comprobó que yo era compatriota. "Mira eso, te atrapó una cubana", sentenció con una risa medio burlona, medio altanera.
Hace unos años, estaba en un hotel de Varadero y entablé conversación con un joven chileno. Un habanero se nos acercó. "Where are you from?", me dirigió la pregunta. "Yo soy cubana, mi hermano", le respondí. "Ño, una cubana", respondió con precisa emoción y me dio unas palmas en el hombro, a la vez que esbozaba una sonrisa de complicidad. "¿Qué tal?", hice la pregunta acostumbrada. "Na, aquí, en lo mismo que tú", sentenció, mirando de reojo el rostro pálido del chileno.
4
"Todos hablan del bloqueo externo, pero qué hacemos con el interno", preguntó la mujer con la cabeza apoyada en el respaldar de la silla.
5
“La infraestructura no es tan de avanzada, pero en cuestión del servicio como tal, es de calidad. Uno quizás entre a un hospital que no tiene aire acondicionado. Pero los doctores que te van a atender y los servicios que te van a ofrecer van a ser de primera. Tuve compañeros estadounidenses que se enfermaron y pasé por la experiencia de llevarlos al hospital”, contó el joven puertorriqueño de 20 años.
*
Ella se mece en su sillón, con más de 70 años en los huesos. Se aparta el pelo gris del rostro y mira con detenimiento el pote de pastillas. “Fui a buscarlas y ya no había en la farmacia”, me dijo. “¿Pero no son esas?”, pregunté. “Si”, emitió un ligero suspiro, y guardó el monedero en la cartera. Había llegado al mostrador de la farmacia esa mañana, y le dijeron que no tenían la pastilla para tratar la demencia senil. “En la desesperación, tuve que soltar los pesos, imagínate”, prosiguió. Allí, frente a cientos de potes repetidos, luego de un rato, miró con detenimiento el mostrador y sacó de su diminuto monedero unos cuantos CUC (peso cubano convertible, cuyo valor es superior al dólar en Cuba) para depositarlo en la palma de la mano de la empleada. La empleada sacó las pastillas de una bolsa y se las entregó.
…La Habana donde se extinguió el ser humano
y el cubano por divisa pisa al propio cubano
donde se brinda la mano solo cuando se supone
que luego habrá un pago que duplique las buenas acciones…
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“Somos muy parecidos, pero a diferencia de nosotros ellos conocen su historia, su literatura y su cultura de una manera extraordinaria. Conocen más de nuestra literatura que nosotros. Son súper amables. Es muy impresionante”, aclamó la estudiante de maestría, puertorriqueña.
7
Bienvenidos al 'Havana experience'. Se oferta un viaje para explorar la verdadera Habana. Recorre todas las rutas de edificios desvencijados y techos a punto de desplomarse. Recréate en su belleza decadente. ¡Pero cuidado!, no pienses en los niños que pueden estar viviendo en el interior de esos arcos oxidados, a quienes en el día menos pensado les puede caer un trozo de cemento grisáceo en la frente.
Busca a los pioneros cubanos que corren en las calles, con su uniforme escolar sucio y los zapatos rotos, pero con una sonrisa porque son libres y cultos. Pregúntales sobre los mártires de la Patria y te dirán uno a uno sus nombres y enumerarán sus pensamientos. Pero si tienes muy mala suerte, te encontrarás a uno que te mirará con ojos tristes y te dirá que no ve su día a día reflejado en las palabras de Martí, y si tienes más mala suerte aún, te toparás con un niño pidiendo limosnas en la calle o robando en una esquina, para cuidar a su madre que sufre de depresión y llevarle un plato a su hermano menor.
Disfruta de la vivaracha mirada de los ancianos, que fuman tabaco en las entradas de las cuarterías coloniales y destilan sabiduría por los poros. Que aman a Fidel y la Revolución, porque recuerdan los estudiantes fusilados por los militares de Batista que yacían ensangrentados en las esquinas de las calles antes del triunfo revolucionario. Ancianos y adultos a los que se les estanca en la garanta un nudo cuando tienen que admitir que los valores se han perdido, que los jóvenes quieren escapar y que los niños no son del todo felices.
Conoce a los cubanos, esa espécimen caribeña de gente que con poco son felices, que no necesitan productos del imperialismo, que te pueden hablar de Bolívar y Betances, de literatura española e historia universal, sean ingenieros, mecánicos o artesanos. Pero que a veces cuentan con los dedos el dinero que les queda en la funda de la almohada. Que en la carrera por la supervivencia algunos se van desprendiendo poco a poco del abrazo al hermano. Que viven del invento, del azar, de una constante caída al vacío. ¡Oh, La Habana!
…Toma esta canción mi Habana, no linda pero sincera,
de parte de un habanero que verte feliz quisiera,
porque aunque un sabio te arregle estéticamente,
yo sé que tu corazón se deteriora lentamente".
-Fragmentos de "Hermosa Habana" de Los Aldeanos