Warner Brothers trae de vuelta la aventura épica mitológica de Perseo y su lucha contra dioses y titanes en Wrath of the Titans. La secuela del remake del film Clash of the Titans de 2010. Una vez más regresan Sam Worthington en el papel del héroe, Liam Neeson como Zeus y Ralph Fiennes como Hades, a tratar de exprimir algunos dólares de esta franquicia que ya para algunos, era innecesaria desde la primera.
Wrath of the Titans narra la nueva aventura de Perseo, el semidiós, quien por fuerzas del destino se ve forzado a volver a levantar su espada para salvar al mundo. Nuevamente deberá enfrentarse a criaturas fantásticas acompañado de míticos guerreros, para detener los maléficos planes de Hades y su nuevo aliado, el dios de la guerra, Ares.
El problema principal de este film es que se parece demasiado a la primera parte. Aun con la participación de Edgar Ramírez como Ares (quien hace un buen papel, con lo poco que el personaje podía ofrecerle), la película parece un remake de Clash of the Titans, con mejores efectos especiales y secuencias de acción superiores. Incluso al final, volvemos a ver a Perseo peleando con un monstruo de proporciones gigantescas, montado en Pegaso, del mismo modo que luchó contra el Kraken en la anterior.
Ahora bien, para desgracia de la secuela, mientras en Clash of the Titans había un mensaje interesante sobre el miedo y su utilización para regir a los pueblos; en la segunda el discurso entre líneas es mucho más débil, más inocente, menos firme y muchísimo menos coherentemente expuesto. Wrath of the Titans tiene un mensaje sobre la ambición y la guerra como las causas de nuestra propia autodestrucción.
El problema con el mensaje es que, mientras al principio parece bastante obvio y bien expuesto, con el dios de la guerra traicionando a su padre y llevando a la humanidad a la destrucción; al final del film una última escena destruye por completo el discurso. Al final, se le da una espada al futuro y se les dice que deben cargar con su peso. La conclusión pareciera ser que efectivamente la guerra es mala, pero debemos hacerla.
Otras fallas de este film es lo totalmente inútiles e innecesarios que resultan los compañeros de batalla de Perseo. En la primera película, con todas sus fallas, al menos el grupo de guerreros era interesante (sobre todo el personaje de Mads Mikkelsen). Lo mismo no puedo decir de Wrath of the Titans, en la que se suman a la aventura Agenor (representado por Toby Kebell y quien al menos tiene momentos cómicos) y la reina Andrómeda (quien ahora es personificada por Rosamund Pike, sustituyendo lamentablemente a Alexa Davalos quien hacía el papel en la primera, con mucha más belleza y majestuosidad).
El film podría funcionar perfectamente sin que estos acompañaran a Perseo en su misión, ya que no aportan nada en lo absoluto.
Wrath of the Titans resulta ser una secuela completamente innecesaria que, a pesar de tener mejores secuencias de acción y efectos especiales más vistosos que Clash of the Titans, es incluso inferior en cuanto a historia, argumento y discurso. Esperemos que no les de por hacer una tercera.