
“…victimiza a los de abajo,
en huelgas y redadas,
invaden abruptamente caseríos y barriadas,
si es doméstica violencia no atienden la llamada
solo ofrecen protección a urbanizaciónes cerradas…”,
Mano Dura, Intifada feat SieteNueve, 1996
Esto es un collage de la carencia de cordura de las y los homo-sapiens de la colonia, animales al fin. Es algo bello sobre la lesa humanidad.
Unos puños de niño que alimentan el vicio. El caserío en candela, irreverente ante el asedio policiaco. La mano en la carne, dentro de lo más íntimo que provoca la soledad y el desdén de la depresión. Una súper villana que, irónicamente, se llama heroína. Sexo, no amor; poder, no justicia; soberbia, no pudor. Toda la infamia más repugnante que pueda encontrarse entre el bajo mundo y el cuello blanco rancio y, ¿por qué no?, la esperanzadora tristeza de ese asco.
Todo eso, prácticamente, lo tiene la película La Granja. Y eso es lo que la hace grande.
No se asuste, siga leyendo, que aquí no vinimos a contarle la peli. Vea el tráiler, vaya a Fine Arts de Hato Rey, véala y regrese, y al final de este texto, en la sección de comentarios, escriba qué le pareció. Diálogo la vio y, decir que es contundente el contenido sería poco. Es dura, cruda, aún dentro de lo repetitivo que ese adjetivo se ha tornado ya en la realidad puertorriqueña. La Granja es una película sólida.
Filmada a finales del cuatrienio pasado, justo antes de la derrota de Luis Fortuño, este largometraje es el primogénito del novel director Ángel Manuel Soto. Más que vía cesárea, su parto fue por comadrona.

Ángel Manuel Soto, director de La Granja. (Suministrada)
“Han pasado ya casi cuatro años desde su realización, y aunque se hizo una presentación como cierre del Festival de San Juan el año pasado, quería presentarla al público local por al menos más de un día. Ya el resto del mundo la vio y entendió el mensaje. Entonces, aprovecho esta época antes de las elecciones para sacarla y comenzar una conversación algo más profunda sobre esta nueva ola de cine, nuestra identidad cómo puertorriqueños y la descolonización de la isla”, expresó Soto en conversación son este diario.
“Fue pura casualidad que ahora, cuatro años después, estemos viviendo la llegada de una dictadura, el colapso económico y la incertidumbre nacional. ¿Viste el pasado fin de semana que mataron a 14? Y ninguno llegaba a los 30 años de edad”, agregó indicando que, en medio de esta repetida realidad borincana, La Granja “está en el cine, gracias al apoyo de personas que me dieron la mano desde el principio y amistades nuevas que entendían que esta película tenía que salir”.
Dale suave, que falta mucho por decir. Soto se sentó con este diario digital a conversar sobre la película y sin tapujos aceptó cuales fueron sus principales musas para escribir un guion tan cargado de estrés identitario, del embrujo colonial que lleva una urbe de droga y jodedera, de ganas de meter el dedo en la llaga de los problemas del boricua, vamos. Nada, que hable Soto. Acá nosotros seguimos gozando de este hermoso tedio.

La mano en la carne, dentro de lo más íntimo que provoca la soledad y el desdén de la depresión. (Suministrada)
Diálogo: Bueno, pues a pesar de que acabas de sacar una película y llevas un rato como productor audiovisual, habrá una buena parte de nuestros lectores que no te conozcan. Preséntate por favor.
Ángel Manuel Soto: Mi nombre es Ángel, nacido en Santurce y criado en Bairoa. Debido a que no hay escuelas de cine en la isla y estudiar esta profesión es muy costosa, estudié arquitectura y publicidad, pero desde siempre quise hacer cine y aprendí en la marcha. Comencé en televisión, produciendo en WAPA, luego me seguí independizando, haciendo videos musicales, hasta que dirigí mi primer cortometraje en 2008 y de ahí en adelante perseguí esa pasión sin parar. Incursioné en el campo publicitario como director de comerciales. Realicé varios documentales y hace cuatro años, escribí y dirigí mi primera película, La Granja, que ahora finalmente se está exhibiendo en Fine Arts de Hato Rey después de darle la vuelta al mundo en el circuito de festivales.
Diálogo: Hablemos de La Granja. ¿Consideras esto como una película de época, al ser situada en la década de los noventa?
Ángel Manuel Soto: Pues fíjate, sí y no. Cuando escribí La Granja, en 2012, siempre la ubiqué en el futuro, en 2016 de hecho, solo que en un futuro donde nada ha avanzado, se quedó en los noventas, dio pasos atrás, básicamente en una distopía no muy lejos de la realidad. Al yo haber nacido en el 1983, considero que mi mayor influencia es la época de los noventa, y aparte de algunos avances tecnológicos, siempre sentí que no hemos avanzando mucho como sociedad. Viví el impacto de la política contra el crimen de Rosselló de la “mano dura”, como espectador desde mi casa, por la ventana, mientras la guerra de puntos entre Bairoa y Turabo Gardens estaba en su apogeo. Recuerdo a mi madre limpiando la marquesina al sonido de Glenn Monroig, al igual que el reggaetón de Playero a todo dar todas las tardes al frente, en el punto, mientras trataba de estudiar. Más que hacerlo de época, quise implorar a mi memoria y hacer una oda al estancamiento que tenemos como sociedad, donde muy poco ha cambiado en Puerto Rico, en cuanto a valores, política, credo. Quería ponerle tilde a esta paradoja que tenemos, presentando al “progreso” como un disparate, algo que solo se ve como motivacional dentro del peso del yugo colonial, y nada más.

La infamia más repugnante que pueda encontrarse entre el bajo mundo y el cuello blanco rancio y, ¿por qué no?, la esperanzadora tristeza de ese asco. (Suministrada)
Diálogo: ¿Cómo fue el proceso de desarrollo para este film?
Ángel Manuel Soto: Pues en 2012, durante el “régimen” de Fortuño, los despidos masivos, la ola criminal desbordada que arropaba al país, me vi en un lugar donde quería desahogar todo este disgusto. Estaba pasando por una época oscura personal y recuerdo haberme topado con dos libros en la calle que una amiga estaba vendiendo en un quiosco: La Charca y Animal Farm. Recuerdo haber leído ambas cuando estaba en la high y me motivaron a comenzar a escribir una de las historias, “El Gallo”, para una clase de guiones que daba Rafael Mediavilla. Comencé a elaborar la idea de que en Puerto Rico vivimos aún estancados, donde el progreso es una ilusión, y la opresión constante que sentimos dentro de nuestro insularismo nos está convirtiendo en animales. Este Macondo donde a nadie le importa el hermano que tiene al lado y lograr tu meta personal es más importante que el bien colectivo. Estuve mucho tiempo apreciando y aborreciendo el concepto de la indiferencia y cómo, al final, es lo que nos está manteniendo vivos y a la mismas vez nos está matando. Basándolo en la era en donde me crié e historias que había escuchado y/o me habían contado, comencé a comunicar esas ideas en esta isleta ficticia llamada “Barrio La Esperanza”, que funciona como un microcosmo de esta realidad que cada vez se hacía más surreal. Estaba pasando por una crisis económica personal y quería plasmarla en un colectivo. Entonces ahí comienzo a escribir y a desangrar este concepto. Ya casi al final del cuatrienio de Fortuño, la Corporación de Cine comenzó una iniciativa que la corporación actual asesinó, llamada CoLAB. Esta iniciativa le daba $250,000 al guión ganador para realizar ese guión con algún mentor. Eso motivó a que yo avanzara mi proceso de escritura y en tres semanas entregué ese vómito instigado por una inconformidad que me hacía insoportable.
Una vez galardonado, comenzamos viento en popa y filmamos La Granja con el mejor equipo de producción local posible y que estuvo dispuesto a darlo todo, comprometiendo hasta su salario. Bajo la producción de Adrianne Franciscus y la fotografía de Sonnel Velázquez y compañía logramos completar esos 14 días de filmación con sudor, sangre y lágrimas. El proceso de edición fue largo, dado a que se estuvo trabajando con poco dinero y favores y habíamos tirado un montón de material. Gabriel Coss, a quien yo le llamo el segundo director de La Granja, editó la película por casi un año y medio. Aquí aprendí muchísimo de un maestro que constantemente cuestionó toda decisión e intención, tanto mía como de los personajes. Durante este proceso cambió el gobierno y el apoyo de la Corporación murió, como siempre ocurre en los cambios de gobierno con proyectos de la administración pasada. Así, los próximos dos años fueron largos y lentos. Se logró completar la coloración de la película. El sonido estuvo a cargo de Eddie Rivera, que literalmente lo dio todo durante un año para llegar al diseño de sonido óptimo. Juan Covarrubias lo hizo igual con la música desde Los Ángeles. Una vez culmina ese año, después de presentarla en el mercado del Festival de Cannes, la aceptan para estreno mundial en el Fantastic Fest en Austin y gracias a la entrega desinteresada de la gente de Axis Studios, me hacen la mezcla de sonido 5.1 y el DCP, y logramos estrenar a tiempo. De ahí en adelante arranca en el circuito, presentándose en más de 20 festivales alrededor del mundo. Ganó tres premios, entre ellos mejor Ópera Prima en Guadalajara.

El caserío vuelto una isleta o barrio gigante, en candela, irreverente ante el asedio policiaco. (Suministrada)
Diálogo: Háblanos del hilo conductor de la filosofía de “mano dura” que se puede palpar en este filme. De repente es como remontarse a la época en la que el gobierno arremetía contra los residenciales públicos, contra el crimen que provoca la pobreza. ¿Ves cambios en el Puerto Rico de hoy?
Ángel Manuel Soto: Es algo que vivimos algunos de nosotros. Yo era un pre-adolescente y veía todo desde la ventana, como Lucho, uno de los protagonistas, y debido a lo intenso que fue para mi familia nos mudamos de Bairoa. Ese fiasco de iniciativa, que lo que hacía era marginar y crear aún más esa separación de clases sociales, crea una perspectiva en mi desarrollo. Viniendo de una casa nacionalista, nosotros estábamos claro de las atrocidades cometidas por los grandes intereses imperialistas y la filosofía colonial para mantenernos esclavizados. Siempre, de una forma u otra, se cuela por todo lo que escribo, comento y expreso. Esto fue en la década de 1990. Escribo el guión en 2012 y nada ha cambiado. La “mano dura” es el resultado fracasado de una reacción clasista y muy mal informada para atacar el síntoma de la criminalidad, sin atender el problema obvio de la desigualdad, motivado y creado por nuestro yugo colonial, el mal mayor que llevamos cargando toda la vida. El coloniaje es el mayor ente de desigualdad y decisiones tomadas en contra de los pobres y la clase trabajadora. Es, literalmente, un deseo privilegiado de la clase alta de imponerles la voluntad a otras personas sin entender lo que está pasando simplemente porque a ti no te afecta. Se criminaliza al pobre, pero se perdona al rico.
En La Granja llevé la idea de las ocupaciones policiacas de residenciales a un macro, donde ya deja de ser en caseríos y pasa a ser en sectores, en este caso en la isleta ficticia llamada La Esperanza, donde hasta imponen un control de acceso en el puente que conecta la isleta con la Isla Grande (Puerto Rico). Esto, a su vez, es un mero microcosmo de nuestra identidad “americana”, como colonia de los Estados Unidos.
Y si vienes a ver, en el corazón, casi nada ha cambiado. Y eso es lo frustrante. Eso debería encojonarnos y ponernos en alerta. Llevamos viviendo bajo un sistema de austeridad donde no logramos una economía sustentable y solvente que comience a atender la desigualdad social, donde el narcotráfico ha entrado como una “solución” inmediata. Pero es obvio que cualquier medida que cree oportunidades y nos eduque es un paso al pensamiento crítico y la independencia colectiva, creando eventualmente una resistencia a cualquier mentalidad colonial.
La mayoría no entiende cómo y quién es el que corre esto. Andamos dormidos. Y si viene alguien a alborotar el gallinero, rápido te mandan a callar. Yo utilizo mucho la heroína como droga de preferencia en la película, no solo porque de por sí está consumiendo a la isla y el mismo padre del ELA (Estado Libre Asociado), Luis Muñoz Marín, era adicto al opio, pero también como una metáfora. Todo el mundo prefiere estar drogado con cualquier cosa, pero a la que te muestran un espejo, se molestan. Todo el mundo habla del caballo que está amarrado en el parque, la situación actual de Puerto Rico, pero nadie quiere escuchar por qué y qué podemos hacer por él. Prefieren tomarse un selfie cuando esté muerto.
Diálogo: ¿Crees que en Puerto Rico la industria audiovisual aún no profundiza sobre el gran impacto que la cultura de la droga y la guerra contra el narcotráfico de parte del gobierno ha ocasionado en el pueblo puertorriqueño?
Ángel Manuel Soto: No creo que se profundice. Siempre lo hemos tocado bien Hollywood, dónde lo más agresivo es fumar pasto y darse dos pases de perico, donde se ve como algo whatever y solo es en los puntos. Pienso que siempre ha habido un miedo de expresar nuestra realidad para dar una cara ante los inversionistas de los grandes intereses, a quienes le están regalando los terrenos y se están apropiando de todas las industrias posibles en el país. La intención es que se vaya la clase media, mantener a los pobres marginados, que no se metan en Condado, ni en Guaynabo, ni en Dorado, ni en Miramar. Que la criminalización de la droga solo afecta al pobre y al marginado y por eso hay que mantenerla, “pa’ limpiar esto aquí”. Pero si al hijo del exgobernador lo cogen capiando en Vega Baja, pisa par de tinglares o atropella a alguien, sale libre. Llegamos a ser tú o yo, estuviéramos presos hace rato. A veces es ignorancia. A veces, simplemente, es indiferencia. Cuando uno sufre de frente los efectos de nuestra realidad, y lo que ves es que te está buscando a ti, y no tratando de defenderte, quedarse calla’o es traición.
La Granja New Trailer 2016 from angelmanuelsoto on Vimeo.
Diálogo: ¿Ves esta cultura y estas políticas del gobierno como un perpetuador de la situación colonial, sociopolítica y socioeconómica del país?
Ángel Manuel Soto: Sí, al 100%. La gente quiere hablar de reformas y mil cosas, sin tocar el tema de la descolonización. La gente no entiende que bajo la colonia somos prostitutas a la merced de un chulo que puede hacer con nosotros lo que le dé la gana. Nos creemos autónomos. Ahora mismo, los partidos políticos juegan en las elecciones el derecho a una “democracia” colonial, donde a la que dejemos de ser colonia, dejarán de existir. Este placebo lo único que hace es mantenernos ocupados mientras los otros por quien no tenemos derecho a elegir hacen con nosotros lo que quieran. El gobierno actual sirve de mula para mantenernos en este opio, para así no tener ni las fuerzas, ni las ganas, de un cambio. Sí, el “gobierno” de Puerto Rico es el mayor perpetuador de nuestra situación actual colonizada, sociopolítica y socioeconómica. Es un habilitador, porque a la hora de la verdad, es el gobierno de Estados Unidos el que ha orquestado que estemos así. Este plan de tenernos arrodillados viene en vigor desde 1898 y desde mucho antes con los españoles. Y cada cierto tiempo nos lo dejan saber, pa’ que nos estemos quietos, como con el asesinato de Filiberto Ojeda, con la junta de control fiscal y hasta con los Thunderbirds.
Diálogo: ¿Por qué hay que ir a ver La Granja?
Ángel Manuel Soto: Pienso que La Granja sirve como un espejo que motiva al espectador a pensar y hacerse preguntas. Te hace sentir incómodo y comienzas a cuestionarte por qué esto te hace sentir incómodo. De la misma forma que la escribí plasmando preguntas y situaciones para llegar a conclusiones de una manera visceral, eso mismo espero que logre en el espectador.
Hay una ola nueva del cine puertorriqueño que vale la pena echarle un vistazo y ver como evoluciona; desde el año pasado que estrenó La Granja a nivel mundial, Antes que Cante el Gallo, Extraterrestres y las que vienen por ahí de directores como Álvaro Aponte o de Joel Pérez, por ejemplo. Se avecina un movimiento que por lo que veo está motivando a tener orgullo por el cine nacional.
Pienso que también es importante apoyar el cine local. El cine depende de que la gente vaya para que exista. La única forma de seguir haciendo cine es si la gente va al cine. No solo para mí, sino para la industria local y todos los cineastas que estamos tratando de hacer esto a pulmón y tenemos algo que decir. Somos muchos. Necesitamos el apoyo de todos.