Expertos aseguran que la gigantesca mancha de petróleo llegaría a Miami en unos 10 días. Mientras en Washington arrecian las críticas en contra de la petrolera BP, mientras que ésta asegura que está teniendo éxito parcial en contener la fuga que sigue derramando petróleo en el Golfo de México. KEY WEST, EEUU- British Petroleum (BP) continúa con sus esfuerzos por contener una fuga de petróleo en un pozo dañado en el Golfo de México, en medio del temor de que poderosas corrientes estarían llevando la marea negra hacia centros turísticos y sitios de pesca. Muchos expertos creen que el petróleo ya podría haber sido captado por la potente corriente ‘Loop’ que circunvala la península de Florida, lo que podría llevarla hasta la región de los cayos y posiblemente más al norte en la Costa Este. Un helicóptero de la Guardia Costera y expertos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica planean rastrear la zona de Florida en búsqueda de señales de una mayor contaminación. El senador demócrata de Florida, Bill Nelson, reveló un pronóstico de científicos de la Universidad del Sur de Florida que señala que parte de la mancha de petróleo podría alcanzar los cayos en cinco o seis días, y posiblemente Miami cinco días después. “Siempre espero lo mejor, pero esto parece estar realmente fuera de control”, expresó Nelson en un comunicado antes de una nueva ronda de audiencias sobre el derrame en el Congreso el martes. En una señal de mayores problemas para BP, el Secretario del Interior, Ken Salazar, aseguró ante un panel del Senado que el Gobierno está investigando la plataforma de producción petrolera Atlantis, también operada por BP. La petrolera con sede en Londres, que ha sufrido un fuerte daño a su reputación y que ha perdido unos $30.000 millones de dólares de su valor de mercado luego del desastre, informó que planea incrementar la cantidad de petróleo capturado desde el pozo mientras busca una solución permanente. Un tubo insertado en el pozo está capturando unos 2.000 barriles de crudo por día, cerca del 40 por ciento de la cantidad que se estima está saliendo actualmente por la filtración, indicó BP. Su avance está siendo vigilado de cerca por el Gobierno del presidente Barack Obama -que ha asumido una dura posición hacia a BP y otras compañías involucradas en el derrame-, así como por los residentes de la costa estadounidense del Golfo, cuya fuente de subsistencia está amenazada. Ambientalistas han advertido que el derrame podría ser peor que el accidente del Exxon Valdez en 1989 en las costas de Alaska -el peor incidente de ese tipo en la historia de Estados Unidos- y que podría causar una calamidad ecológica y económica a la región del Golfo de México. En una señal del impacto de la extensión del derrame, el Gobierno debió aumentar la zona de veda de pesca al 19 por ciento del área económica exclusiva del Golfo de México, desde el 10 por ciento anterior. Además, se están realizando pruebas a bolas de alquitrán encontradas en un complejo vacacional en Key West para verificar si provienen del pozo de BP, en momentos en que Florida se prepara para el impacto potencial del derrame en su industria turística, que genera $60.000 millones de dólares al año. Restos de petróleo y bolas de alquitrán han sido reportadas en Louisiana, Alabama y Misisipi. Barreras de contención de varios kilómetros de extensión han sido utilizadas para intentar defender la costa. “Nadie sabe de dónde provienen las esferas de alquitrán, pero traerán tristeza y muerte”, aseguró Charlie Bauer, un residente de Key West. BP ha dicho que cubrirá los costos del derrame, el cual comenzó después de la explosión de la plataforma de perforación Deepwater Horizon el 20 de abril, que dejó 11 trabajadores muertos. La compañía estimó la factura por la limpieza en $625 millones de dólares, mientras que analistas dicen que los costos podrían alcanzar miles de millones de dólares. Las autoridades han enfatizado que el impacto sobre la costa y la vida silvestre hasta ahora ha sido mínimo, pero esto no ha logrado tranquilizar a los residentes, que temen un daño extendido a las economías y comunidades locales. Pese a varios esfuerzos, la campaña del presidente Barack Obama por elevar el límite de la responsabilidad corporativa por los derrames de petróleo se estancó el martes en el Senado.