Recordar momentos, lugares y personas en específico se hace tan habitual cuando tenemos el lujo de hacerlo cada día. Pero para quienes no cuentan con esa facultad, olvidan con facilidad y se pierden en un mar de materia gris, es como unir constantemente pedazos de la vida que se van desprendiendo de sí mismos y no se recuperan jamás. Es mirarse al espejo y no hallarse. Es esperar lo inevitable. Es olvidar. Es también, en muchos instantes, silencio.

Más que vivir olvidando para Clotilde cada instante es un recordatorio de lo que día a día va perdiendo. (Deborah Correa)
Este proyecto fotográfico titulado “La memoria escondida” explora los recuerdos, la memoria y lo efímero. Es un acercamiento a uno de los miedos más profundos de cualquier ser humano: el olvido; no tan solo el olvido de lo tangible, de lo material, de los recuerdos y de la gente, sino el olvido del ser.
Quise plasmar a través de esta serie de fotos de mi abuela Clotilde Rexach, quien se encuentra en la etapa temprana de demencia, lo solitario que puede ser vivir con un diagnóstico de demencia, las facultades y/o habilidades que se van perdiendo en el camino, en esa batalla constante con el ‘yo’.

Clotilde batalla continuamente con el pasado y el presente. (Deborah Correa)
Además de servir como un enlace entre mi abuela y yo -ese recuerdo que quedará por siempre plasmado para cuando ya no me recuerde- este proyecto fue mayormente un ejercicio para repasar las destrezas aprendidas desde el primer día de clases.
A diferencia de otros trabajos asignados en el salón, los cuales contaban con un tema ya establecido, este abrió un espacio para la libertad creativa y para adentrarse en campos desconocidos o bien comenzar a formar nichos en áreas de la fotografía donde nos hayamos destacado a lo largo del curso. Fue un ejercicio que logró confirmar mi interés por la fotografía de interés humano y de retrato.

Realizar nuevas tareas para Clotilde conlleva más trabajo de lo usual (Deborah Correa)
Aún sigo aprendiendo cómo acercarme más a la gente, a pensar un poco más, a agacharme en el suelo, a ensuciar los pantalones, así como dejamos que el periódico mañanero se manche de migajas de pan y café, sin importar mucho o nada en lo absoluto. Aún sigo aprendiendo a confiar en mí, no tanto en la cámara. Ahora, todo a través del lente se ve mucho más claro, más profundo. Que después de todo hay que tener valentía para eso, para escucharse a una misma.
Ver más imágenes en la siguiente fotogalería:
La autora es estudiante de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Este ensayo se realizó como requisito de un curso de fotografía de la profesora Teresa Canino.