
Por: Wilfredo J. Burgos Matos
Peregrinar es un acto de sacrificio, pero también de bondad. Es una prueba de fe que no tiene comparación. Por eso, con la espiritualidad como motor de arranque, hay varias andanzas y éxodos que se celebran, en su mayoría simbólicos, alrededor del mundo para alimentar las creencias y dogmas. Algunos de esos recorridos son más largos que otros, pero cada uno guarda una intención transformadora al fin.
Yesenia Fernández Selier, oriunda del Vedado, en La Habana, Cuba, se la pasa sonriente en plan de peregrinación infinita con el arte como pasaporte de entrada a cada país que visita. Convierte sus jornadas profesionales en travesías espirituales y habla con los Orishas. También les baila, como hizo a inicios del mes de junio en Río Piedras, uno de los centros urbanos de la ciudad de San Juan, Puerto Rico, en el que la académica, radicada en Nueva Jersey desde hace 11 años, despojó su esencia caribeña con energías ancestrales de su país natal.
“Mi aproximación al baile afrocubano es muy particular. Estos bailes son archivos de nuestra historia. Para mí, el de los Orishas tiene unos relatos muy particulares, que, aunque uno no los conozca, igual experimentas una alteración en los sentidos”, explicó la bailarina, quien ofreció un taller en la Casa de Cultura Ruth Hernández, al que asistieron sobre 20 personas interesadas en el tema.
Allí, en aquella sala, recordó que su gesta educativa siempre es un ejercicio de memorias. Por eso, en aquel lugar en el que tantas almas desplegaban la energía de los dioses Eleguá, Ogún o Yemayá, Fernández rememoró sus inicios teatrales. Y es que, precisamente, fue en las tablas donde el sonido del tambor le habló.
Cuando era adolescente, le solicitaron protagonizar una obra, Virginia y las Orishas. Ese fue el proyecto que la transformó y que la convirtió en la educadora que es hoy día. En aquel entonces, descubrió el sentido de los bailes y tomó conciencia del profundo racismo de la cultura cubana, que, según la artista, va más allá del color de la piel o el nivel intelectual.
“Lo afro”, como asegura, es lo que le otorga sentido, en gran medida, al imaginario de la cubanidad. Por ello, abandonó dicho proyecto para tomar las riendas de su compromiso con la enseñanza y, de esa forma, poder erradicar las construcciones culturales que considera erróneas.
“Mi personaje decía y hacía cosas que dolían y a nadie le parecía mal, excepto a mí”.
Entretanto, Fernández Selier, además de contar con una sólida preparación en técnicas rítmicas, se desempeña como estudiante doctoral en la Universidad de Nueva York (NYU), donde ha tenido la oportunidad de repensar diversos temas sobre la cultura de su país de procedencia.
Entre ellos, se destaca el rumba craze, análisis que llevó a Puerto Rico para la conferencia anual de la Latin American Studies Association (LASA).
“El trabajo que discutí en ese evento, es parte de mi tesis de maestría que fue publicada, de hecho, en Puerto Rico, por la revista Sargasso. Analicé el llamado rumba craze de los años 30, la vertiente de la rumba como espectáculo transnacional, sus códigos y cómo se uso para reafirmar estereotipos raciales y culturales. También es un trabajo que brinda un poco de luz a la existencia de los bailarines René y Estela, la única pareja de negros que logró hacer carrera internacional”, comentó la también directora ejecutiva de Global Rhythms, organización dedicada a la difusión de ritmos cubanos a través de diversas plataformas educativas.
Este año, dicha entidad presentó una convocatoria a 10 becas, a la que fueron elegibles jóvenes entre las edades de 14 y 17 años, quienes gozarán, entre finales de junio y el mes de julio, la oportunidad de participar del Summer Rumba Academy Performance Workshop, iniciativa de la que forman parte artistas de calibre internacional, como es el caso de la cantante Melvis Santa, el percusionista Rafael Monteagudo y el bailarín Hunter Houde.
Así las cosas, con este proyecto inspirador en el que se busca integrar a la juventud a toda una gama de conocimientos afrocubanos, Fernández Selier aspira a la peregrinación eterna, esa que encuentra su Meca en la energía atávica del pasado, el presente y el futuro del Caribe que habita en su espíritu.
“Yo estaré donde los Orishas me pidan estar”, concluyó en entrevista en Puerto Rico, luego de viajar a Washington, D.C., regresar a Nueva Jersey, moverse hasta Nueva York y descansar en el hotel que la acogió en la Isla del Encanto.
¿Acaso hay duda de su ánima peregrina?