
SOBRE EL AUTOR
Las redes sociales no solo han facilitado los procesos de comunicación, sino que han permitido mantener al día a nuestras amistades sobre nuestra cotidianidad, desde el café de la mañana hasta el último pensamiento antes de dormir.
Estas plataformas abren un espacio para la expresión y también crean vínculos que traen consigo un following de personas que les interesa lo que ponen otras regularmente.
Plataformas de intercambio social como Facebook y Twitter, a su vez, han redefinido los medios para expresar literatura. Los updates se han convertido en retórica, de tal manera que las redes sociales han aumentado la cantidad de escritoras y escritores publicados, al igual que la cantidad de lectores.
Las redes sociales facilitan, a estos nuevos autoproclamados escritores, publicar sus versos o estrofas con un alcance global. La rapidez de poder presionar send, con solo una autoedición, les brinda el lujo a los escritores o escritoras de no tener que pasar por una revisión formal y cerrarse a la posibilidad de un rechazo de parte de una casa editorial.
Por consiguiente, el éxito de sus palabras está determinado por los likes, favorites o retweets. Estas respuestas del público son las que crean el following, en instancias proporcionando una sutil popularidad entre las masas. Entonces queda como implícita una fama no tan secreta para dichos escritores, que prefieren publicar sus poemas en la red social.
El éxito de este tipo de publicaciones y de los llamados “poetas de redes sociales” radica en que no tienen que esperar a que una persona o una editorial los reconozca para vender sus poemas o presentarlos a un público interesado. Se puede decir que las redes sociales han creado un espacio para que la poesía pase de ser esos textos “románticos y aburridos que nos obligaban a leer en la escuela” a un juego de palabras que manipulamos para expresarnos y alentar a que otros se identifiquen con nosotros.
Según aumentan los seguidores, usualmente aumenta la frecuencia en que el autor o autora publica sus versos o estrofas. Pero, cantidad no equivale a calidad. Por más posts que tenga esta persona en su página, no significa que todos son buenos.
Este escenario digital para la poesía plantea varias interrogantes: ¿qué concebimos como poesía? ¿Qué se necesita para entenderla? ¿Cómo se transforma la lectura de la poesía mediante una red social en contraste a la lectura de un libro?
Es cierto que las publicaciones a través de las redes sociales han motivado a la escritura y al descubrimiento de la literatura en general, pero esto no significa que estos textos sean de calidad. Hasta cierto punto, esta publicación de poemas por las redes sociales se siente como fast food. Como diríamos: sabe bueno pero no significa que sea bueno.
La tecnología ha traído consigo la necesidad del ahora; queremos las cosas tan rápido que hasta la poesía se queda corta. Estos portales de comunicación han traído un nuevo fenómeno literario conocido como micropoesía, la cual juega con la forma y rompe el esquema de lo que suele llamarse poesía. Sin embargo, hay que estar consciente de que no todo lo que rompe esquemas le hace un favor a la literatura.
Las redes sociales crean un terreno fértil en donde la poesía se puede redefinir con cada modificación del portal o de la aparición de una nueva plataforma de interacción. También hay que tomar en consideración que unos cambios a la estética poética serán más efectivos que otros, situación que también depende del autor o la autora.
Este aumento en la publicación a través de las redes sociales se puede ver como una rebeldía ante las editoriales. El elitismo que estas generan no permite que nuevos autores publiquen sus manuscritos, ni tan siquiera sean criticados. Es decir, varias editoriales publican los escritos de ciertos autores, para mantener su calidad, y se les cierra las puertas a otras personas que también pueden producir textos respetables.
Por otra parte, las casas editoriales que antes rechazaron poemas ahora los están solicitando por la cantidad de gente que los ha reproducido en las redes sociales. La autora llamada Irene X, citada en el artículo del periódico El País “La poesía estalla en las redes” de Andrea Aguilar, creó su blog en el cual, después de varios años, publicó su poesía, y luego en septiembre se publicó su libro El sexo de la risa (Origami).
De igual manera, Marcus Versus, también citado en “La poesía estalla en las redes”, tuvo una experiencia parecida, siendo un poeta que frecuentaba bares leyendo su poesía. Versus menciona que “hace seis años llevábamos los ejemplares a cuestas para intentar colocarlos en las librerías y hoy nos llaman para pedirlos. Es un cambio positivo y lo será aún más si ayuda a despertar interés por otros autores”.
Es evidente que las editoriales no son inmunes a los efectos del mercado, ya que los poemarios tan solicitados les proveen ventas fáciles. Pero si dichos poemarios fueron publicados, es porque de alguna manera los poemas sobresalieron ante los ojos de un editor.
Como dijo Carlos Zanon, de igual forma citado en el artículo de “La poesía estalla en las redes”, “no hay muchos cambios respecto de épocas anteriores, salvo que hay una nueva generación que prescinde del libro para recitar y que las redes han acabado con el filtro entre lo que el autor cree imprescindible publicar y lo que el lector merece leer. La parte positiva es que conoces a poetas que no conocerías, y la negativa es que hay una cantidad excesiva de mala poesía”.
Esta cita evidencia lo que pasa hoy día en las redes sociales: estos escritores han tomado a la poesía para darse a conocer rápidamente, con propósitos de obtener un contrato editorial. Sin embargo, la sobrepublicación de versos deja ver más lo malo que lo bueno, convirtiéndose en una práctica contraproducente.