Apartarse del mundo que naturalmente le rodea no es lo único que necesitaría un escritor de nuestros tiempos al momento de iniciar su proceso creativo literario, también hace falta mucha rabia, por lo menos así lo expresaron los autores Abilio Estévez, Eduardo Halfón y Jorge Ariel Valentine, durante uno de los conversatorios que se realizaron ayer martes en el Segundo Festival de la Palabra que se presenta en el Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan.
Estévez, describió el sentimiento de rabia como esa chispa que enciende al escritor ante la inconformidad por cuanto le rodea. Mientras que Halfón manifestó que en su caso la rabia surge ante el sentido de impotencia de percibir duras realidades sociales y no poder transformarlas. Mencionó por ejemplo, la violencia social, política e individualizada que observa en su natal Guatemala.
Los tres autores también hablaron sobre lo difícil que es para ellos tener que recurrir a la soledad durante el proceso de la escritura.
“Hay un dolor en el proceso de escritura, hay un desgarramiento que se da entre la necesidad de estar sólo y estar con gente”, señaló Halfón, elegido en el 2007 en el Hay Festival como uno de los escritores latinoamericanos jóvenes con mayor calidad literaria. “Vivir entre esos dos polos causa cierto dolor”, afirmó.
Estévez, por su parte, también habló de otro desgarramiento más difícil aún que ha experimentado aún estando acompañado. “Uno está inmerso en el otro, cómo se mueve, cómo se ríe y no disfruta ese momento”, indicó el reconocido autor cubano para explicar cómo aún en la cotidianidad, compartiendo con amigos y familiares no puede desprenderse de su rol de escritor.
“Es la enfermedad de todo escritor, somos gregarios, pero también hay que apartarse para crear desde la distancia”, observó, de otro lado, Valentine.
El conversatorio titulado “Siglo XXI: ¿Soledad de Multitudes?” y moderado por la periodista puertorriqueña Daisy Sánchez, también se discutió sobre la soledad producida por las nuevas tecnologías y cómo estas últimas a pesar de darse en espacios múltiples e implicar incluso el contacto virtual con varios interlocutores a la vez, en tiempo real lo que se tiene es a un individuo cada vez más solo y de paso mucho más impersonal y menos gregario.