Desde sus orígenes en la antigüedad, la sátira ha servido como un mecanismo para expresarse contra las acciones de una persona, institución o ideal, utilizando la ironía de una manera que ocasione risa y reflexión, sea de forma escrita o gráficamente.
Sin embargo, este género ha llevado a que periodistas y caricaturistas que lo emplean hayan sido arrestados, atacados y asesinados, por lo que se ha cuestionado hasta dónde llega la libertad de expresión, donde queda acogida la sátira, ante los derechos humanos individuales.
En el marco de esta discusión, la Universidad de Puerto Rico en Cayey ofreció un conversatorio interdisciplinario sobre el atentado a la revista satírica francesa Charlie Hebdo, donde dos hermanos musulmanes asesinaron a cuatro caricaturistas el pasado 8 de enero de 2015. El incidente ocasionó diversos debates sobre los límites de la sátira y cómo los caricaturistas manejaron el discurso en torno a la población musulmana.
Para Arturo Yépez, caricaturista y presidente de la Asociación de Caricaturistas de Puerto Rico, el uso de la sátira en la prensa, particularmente en forma de dibujo, ocasiona reacciones negativas y amenazas porque “no todo el mundo tiene la capacidad para tolerar la burla”.
“Existe un dicho de que los políticos más le temen a una caricatura que a un editorial escrito”, relató Yépez. “Y es que la burla mata”, añadió.
Sobre esto, el caricaturista contó que una de sus experiencia haciendo sátira en Puerto Rico fue en la página de Ay Bendito Dominical, que salía en el desaparecido periódico El Mundo todos los domingos, donde hubo una edición censurada por los dueños del periódico, ya que no estaban de acuerdo con el mensaje evocado por dos de las caricaturas, que eran de figuras políticas.
“Nosotros le tirabamos a todos los políticos, pero el periódico ordenó cerrar esta sección porque no había tolerancia para el humor, y ese es un problema que ocurre muy a menudo con la sátira”, destacó Yépez.
Por otra parte, Yépez expresó que “no hay justificación” para la masacre de los caricaturistas de Charlie Hebdo, ya que el contenido satirizaba a grupos religiosos como los judíos y los católicos, y a otras figuras por igual.
No obstante, el doctor Juan Caraballo Resto, antropólogo social y profesor de Ciencias Sociales tanto en la UPR Cayey como en el Recinto de Río Piedras de la UPR, observó que la línea editorial de la revista francesa “era claramente islamófoba”.
“Por consiguiente, su humor afecta a comunidades [musulmanas] que ya sufren con fuerza el racismo y la violencia en Europa”, indicó Caraballo Resto, añadiendo que algunas personas ven el islam como una religión intolerante y por eso la han puesto como la razón primordial para el atentado en Charlie Hebdo.
De manera similar, el antropólogo destacó que “algunos discursos sobre la masacre parisina representan a los musulmanes como individuos incapaces de digerir y generar sátira”, pero indicó que esto es erróneo, ya que en sociedades musulmanas y países de población árabe, existe una gran tradición de sátira política que hasta ha llevado a caricaturistas a la cárcel.
Del mismo modo, Caraballo Resto advirtió que la solidaridad que presentó el mundo hacia la libertad de expresión que ejercía Charlie Hebdo “podría ser un arma de doble filo”, porque a su entender, este derecho se defiende de manera “ciega y acrítica”.
“En las sociedades democráticas europeas, y en las americanas también, la libertad de expresión no se da en solitario, y debe estar sujeta a otros derechos igualmente elementales, como lo es la dignidad propia de las personas”, puntualizó Carabello Resto.
Por otro lado, Angélica Molina, maestra de escuela y puertorriqueña que abrazó el islam hace dos años, relató que la sátira no debe mofarse de cómo alguien es en cuestión de su persona o sus prácticas religiosas. “En términos de la sátira, uno puede atacar más electivamente lo que se hace, no lo que se és”, dijo Molina.
Yépez coincidió con esto al relatar que, aunque no ha satirizando directamente a la religión, sí hizo caricaturas para El Vocero en contra de un sacerdote de la iglesia católica acusado de pedofilia. “Hay una diferencia muy grande entre atacar la religión y atacar los actos de la religión”, afirmó Yépez.
Sin embargo, el caricaturista resaltó que “el impacto que tiene una caricatura es mucho más grande que cualquier escrito, y definitivamente ayuda a formar una opinión”, ya que el mensaje satírico le llega más rápido al lector, y sirve como una aportación indispensable a la discusión de asuntos de interés público.