Sin afiliación alguna al último largometraje de Richard Linklater, Boyhood, pero con ciertas similitudes, Girlhood nos da un vistazo a la adolescencia francesa contemporánea.
Celiné Sciamma dirige la película de tal manera que estampa su propio estilo en un género que vemos año tras año con resultados iguales. Sabemos que las jóvenes que presenta Sciamma en la película van a encontrar su identidad verdadera en lo que es, básicamente, una historia de formación. Pero es el paseo tan natural y auténtico de la trama, así como de las féminas, lo que vale la pena al ver esta película nominada al César en Francia.
El filme presenta a Marieme, interpretada por Karidja Touré, una minoría de la sociedad francesa siendo de tez negra y de clase pobre. Ella enfrenta una lucha diaria entre amores imposibles, una familia por la cual cuidar, un hermano abusivo y el fracaso escolar. Todo cambia cuando aparecen Lady, Adiatou y Fily, interpretadas por Assa Sylla, Lindsay Karamoh y Mariétou Touré respectivamente. Ellas también son parte de la minoría y andan en busca de una cuarta miembro de su pequeña ganga.
Vestidas en cuero y prendas robadas, el grupo de mujeres pronto convierten a Marieme en Vic y la adoptan. De ahí en adelante, pasan por toda una serie de eventos rebeldes que marcarán un cambio completo en la vida de la protagonista.
Así como Boyhood, el filme de Sciamma se beneficia completamente de su manejo del realismo y del mundo alrededor de Marieme y sus compañeras. La fotografía es totalmente simple, pero sumamente adecuada para este tipo de película. Más que cualquier cosa, Sciamma se preocupa de que su público vea y acentúe los rostros de todas estas niñas. De esa forma, es la naturalidad de todas ellas es la que protagoniza Girlhood.
Así como en la vida, Sciamma enfoca aquello que nos espera fuera de cámara, es decir, lo impredecible. En varias ocasiones durante la película, nos toma de sorpresa aquello que se esconde en los límites del lente que, con un solo movimiento de la cámara, se nos revela como si hubiese estado ahí en todo momento. Es más interesante el que muchas de estas revelaciones sean para demostrar que alguien le aguanta la mano a Marieme; para demostrar que, en medio del tumulto que son las malas decisiones en la adolescencia y los ataques que pueda ofrecer la sociedad, siempre hay alguien que nos apoye.
Ese apoyo se encuentra en la hermana de Marieme, Bébé, actuada por Simina Soumare, y su amor prohibido, Ismaël, interpretado porIdrissa Diabaté. Encima de eso, las que bautizan a Marieme como Vic se convierten en una red de compañía que pasan por las mismas desgracias que ella; por ejemplo, Lady es degradada por otra ganga y pierde parte de su pelo por un arranque del padre.
Esa amistad que las cuatro construyen a lo largo de Girlhood se exhibe en la mejor escena de toda la película, en donde interpretan un espectáculo en un cuarto de hotel acompañadas por Diamonds de Rihanna. La felicidad, espontaneidad y sencillez de las amigas, arropadas de una luz azul oscura, le pone una sonrisa en la cara a cualquiera.
El fallo más grande que tiene la película es la inclusión del tercer acto que, mientras puede ofrecer otra faceta en la búsqueda de identidad sexual de Marieme, pudo haber trabajado sin ella. Esa última parte es ejecutada exactamente con la misma excelencia que el resto de la película y la concluye elocuentemente. Sin embargo, la historia no prepara al público bastante como para que necesite saber qué pasa después de lo que puede ser el clímax del filme.
Además, el partido del fútbol americano llevado a cabo por mujeres en la introducción de la película, y las diferentes facetas de las cuatro jóvenes, ya las hace ver tanto femeninas como masculinas. El género no importa en el mundo de Sciamma.
Actrices amateur, Vic y su grupo de amigas fueron escogidas con ese mismo propósito de emular la naturalidad en su expresión más clara. Todas fueron escogidas de la calle y ninguna se conocía anteriormente, lo que fortaleció la amistad vista en cámara.
Basta decir que todas llevan a cabo un trabajo excelente, digno de la envidia de cualquier actor con experiencia, especialmente Touré en sus momentos de intensidad, donde es acompañada de una banda sonora sintética estilo a la escuchada en Drive de Nicolas Winding Refn, que dialoga con sus conflictos así como con la juventud contemporánea.
Separando el tercer acto innecesario, Girlhood es un filme excepcional que usa sus ofrecimientos del realismo a su favor igual que Boyhood. Claro está que no presenciamos doce años en pantalla en dos horas y media, pero la sutileza de la dirección de Sciamma resulta ser el contraste perfecto para las vidas de estas niñas, y el componente esencial para que las malas decisiones no se vean tan terribles en este filme, sino que se ven correctos.