Puerto Rico afronta momentos difíciles; momentos en donde, para salir de unas crisis creadas por las mismas personas, se tomarán decisiones absurdas; momentos en donde la relatividad de lo que debemos ser como personas, como ciudadanos y como país, representa el mayor problema.
¿Por qué representa el mayor problema? Porque mientras los que crearon las crisis saben lo que quieren y cómo conseguirlo, algunos de los que sufrimos los efectos andamos echando culpas; otros, indiferentes; y otros, eligiendo el camino fácil.
Creo que la raíz de lo absurdo se encuentra en la falta de una educación crítica. En Puerto Rico se educa para ser útil, para conseguir un trabajo. La educación en Puerto Rico, tanto en el sistema público como en el privado, en su mayoría, es bancaria.
Claro está, existen sus excepciones, no obstante, son minorías y se encuentran en peligro de extinción. De esta forma, se perpetúa la hegemonía dominante. Estamos hundidos en la ilusión de algún día alcanzar un estatus social mayor.
Los creadores de las crisis necesitan y diseñan a la sociedad del absurdo; una sociedad que no cuestiona, que no piensa, que no imagina, que no ve más allá de las opciones dadas, que no crea sus propias alternativas.
La clase dominante necesita una sociedad que pueda distraerse fácil con la televisión, la radio, la Internet y las redes sociales. En fin, necesita una sociedad dócil y sumisa que sea fácil de dominar y que no requiera el uso de la violencia explícita.
¿Qué podemos hacer? Creo que el primer paso debe ser educarnos. Si el gobierno nos quiere cerrar las escuelas, primero, las defendemos y si no salimos victoriosos, nos apoderamos del espacio y educamos.
Una sociedad educada difícilmente caerá en las trampas del absurdismo, difícilmente será manipulada y cuestionará a aquel que así quiera hacerlo.
Por medio de la educación, crearemos conciencia colectiva y seremos capaces de redefinir nuestra sociedad.