Las expresiones recientes de uno de los ejecutivos de EC Waste, empresa que maneja el vertedero en Peñuelas donde por años se han estado depositando cenizas tóxicas para la salud, respecto a la falta de peligrosidad de esta práctica causaron molestia y alarma entre los sectores ambientalistas del país.
“Las cenizas no son tóxicas ni peligrosas, ni habrá forma de que los elementos químicos que están en las cenizas de carbón afecten a los vecinos de Peñuelas”, aseguró en pasados días el gerente de Protección Ambiental, Salud y Seguridad del vertedero, René Rodríguez. “El viento ni sopla en esa dirección”, agregó el ingeniero en una entrevista radial, de acuerdo con el diario Noticel.
Para el reconocido químico ambiental Osvaldo Rosario, las palabras de Rodríguez no pueden tomarse literalmente, porque simplemente no son ciertas.
“Habrá momentos en que el viento no sopla al igual que en otras áreas, pero también hay momentos es que sí está soplando el viento. Eso es algo variable que se da en todo Puerto Rico. Quizás [Rodríguez] quería decir que [los vientos] son predominantes en una dirección pero nadie puede decir que en alguna parte de Puerto Rico los vientos no soplan. Con las oleadas de agua se genera convección y hay brisa todo el tiempo”, sostuvo el profesor de la Facultad de Ciencias Naturales del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
Vea la dirección de los vientos en el área del vertedero:
De la misma forma, Rosario indicó que las cenizas pueden liberarse en el proceso de transportación, puesto que los camiones que las cargan no se encuentran sellados completamente, sino que generalmente cubren el material con una tela.
Por otro lado, señaló el catedrático, es imperativo que la gente entienda que el viento no es el único vector mediante el cual las cenizas pueden regarse por la región sur del país, que por décadas ha estado vulnerable a los daños ambientales y de salud que estas pueden causar debido a la presencia en Guayama de la compañía de energía Applied Energy Systems (AES).
Por ejemplo, Rosario indicó que existe evidencia de que las correntías que se generan a partir de lluvias fuertes han conseguido arrastrar grandes cantidades de cenizas hasta los patios de las casas en comunidades circundantes al Peñuelas Valley Landfill.
“La ceniza es como una arenilla, si le echas agua va a percolar. Esa agua va a terminar en algún sitio llevando con ella todas las sustancias químicas que extrae al venir en contacto con la ceniza”, comentó el experto.
“Dicen que allí no hay acuíferos, pero aunque no se acumule agua en lo que llamamos un acuífero hay algún nivel freático donde finalmente sí llega agua. Porque [el vertedero] está en la montaña donde la elevación es mucho mayor que las regiones a su alrededor, así que por gravedad una vez las aguas percolen se van a mover dentro del terreno y aflorar en algún sitio”, ya sea en una quebrada, un lago, un ojo de agua o en el cercano Mar Caribe, explicó Rosario.
Pruebas deficientes
La otra parte de la aseveración del gerente Rodríguez es que, a pesar de los estudios que indican lo contrario, las cenizas no representan un peligro para los vecinos de Peñuelas.
Y lo cierto es que tanto la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA, por sus siglas en inglés) como la Junta de Calidad Ambiental (JCA) local han dado el visto bueno para que empresas como AES y EC Waste sigan operando en la isla.
La razón para ello, argumentó Rosario, es tan simple como que los estándares de medición que utilizan agencias como la EPA para determinar la toxicidad de alguna sustancia son muy pobres, si bien es difícil que sean más pobres que los de la JCA, que admite que ni siquiera ha realizado pruebas de muestreo para las cenizas de AES.
La prueba que se utiliza actualmente se conoce comúnmente como el TCLP (Toxicity characteristic leaching procedure). Rosario comparó el proceso de esta prueba con el de una cafetera.
“En una cafetera la granulación del café se pone en un filtro y se le hace pasar agua bien caliente o vapor que extrae o arrastra de esa granulación el contenido químico y resulta en un extracto, una solución cargada de las sustancias químicas del café”.
“La prueba del TCLP es totalmente análoga. A las cenizas se les pasa un agua levemente ácida y al extracto que sale, a esa agua, se le hacen las pruebas de toxicidad, no a las cenizas directamente. Como es una forma bien ineficiente de remover el contenido químico de las cenizas, el agua que baja arroja bajos niveles de toxicidad. Por eso ellos dicen que no es tóxica, porque en ningún momento miden las cenizas directamente”, reiteró el experto.
El TCLP contrasta con lo que se conoce como un “análisis elemental”, que es el examen que los químicos ambientales como Rosario recomiendan para determinar los niveles de toxicidad de cualquier sustancia. El objetivo de un análisis elemental es identificar los componentes de alguna sustancia en particular.
El análisis elemental que Rosario realizó en el pasado a las cenizas que produce AES reveló que estas contienen elementos como plomo, mercurio, arsénico y cadmio, todos considerados sustancias tóxicas y cancerígenas.
“Al hacer eso uno sabe que al estar esas sustancias en el material, le impartirán a las cenizas las propiedades de toxicidad. Es como si a un vaso de agua le echas una onza de veneno. Puede ser casi toda agua, pero como tiene veneno es tóxica el agua”, ilustró el profesor.
“Que cumplan con su compromiso”
En parte, la molestia entre grupos ambientalistas hacia la carbonera AES surge de lo que se entiende es su falta de cumplimiento con los acuerdos que en un momento se alcanzaron.
Y en efecto, en la página 34 de la decisión de 1998 del Tribunal Supremo en que se confirma la resolución de la JCA de dos años antes de aprobar la declaración de impacto ambiental de AES, se especifica que “ni la ceniza, ni sus derivados, serían depositados como desperdicios sólidos en los vertederos de Puerto Rico. Finalmente, la Junta de Calidad Ambiental, al aprobar la declaración en cuestión, dispuso que de no encontrarse cliente para las cenizas aludidas, se requerirá que las mismas sean devueltas a las minas de origen del carbón”, ubicadas en Colombia.
“Aquí el planteamiento debe ser primero cuestionarse si hace falta continuar operando la planta de AES ante los impactos que ocasionan no solo al ambiente, sino a la salud pública. Pero sobre todo [el llamado debe ser] a que la empresa que hizo el compromiso de repatriar esas cenizas como parte de las condiciones si el proyecto era aprobado cumpla con él”, dijo por su parte el ambientalista Luis Jorge Rivera Herrera, ganador del Premio Ambiental Goldman 2016 por su labor para preservar la reserva del Corredor Ecológico del Noreste.
Esos daños a la salud pública a los que Rivera Herrera alude quedan evidenciados en estudios como el que publicó este año el Recinto de Ciencias Médicas.
En la investigación, que comparaba las comunidades guayamesas de Puente de Jobos y Miramar –ambas cercanas a la planta de AES– con las comunidades Santa Isidra y Rafael Bermúdez, de Fajardo, se determinó que las mujeres en Guayama eran seis veces más susceptibles a sufrir un aborto espontáneo, y que los adultos tenían hasta nueve veces más probabilidades de padecer de bronquitis crónica que sus contrapartes de Fajardo.
Otras condiciones como el asma y enfermedades de la piel también eran significativamente más prevalentes en Guayama que en Fajardo.
El químico Rosario comparó esta situación con la que ya vivió la localidad de Arroyo Barril en la República Dominicana, el lugar al que AES envió por años las cenizas de carbón que no conseguía vender en Puerto Rico hasta que prohibieron el depósito de este material.
A su juicio, las acciones de AES ante los numerosos casos judiciales que se le presentaron en el vecino país son la más clara evidencia de que las cenizas representan un peligro para la salud humana.
“AES no quiso que los hechos salieran a la luz pública y transó por millones de dólares. Si las cenizas no fueran tóxicas, ¿hubieran pagado millones para transar fuera de la corte? Lo hubieran peleado a muerte en los tribunales, les iba a salir más barato que transar. Pero no querían que la información saliera y circulara la verdad”, recalcó el profesor, agregando que en lugares de Estados Unidos donde las cenizas se usaban como relleno se llevaron igualmente decenas de casos a las cortes por la contaminación que provocaba en las aguas.
“Se les acaba el guiso”
Desafortunadamente, Rosario ve complicado que compañías como AES, tanto en Estados Unidos como en Puerto Rico, tengan los días contados.
En Estados Unidos, alrededor del 40% de la energía eléctrica se produce mediante la quema de carbón, por lo que es una industria sumamente poderosa con gran influencia en el Congreso y agencias como la EPA.
Rosario explicó que aunque la EPA ha desarrollado técnicas de muestreo que evidenciarían que las cenizas son desde 100 hasta 1,000 veces más tóxicas que mediante los métodos actuales, se han resistido a utilizarlas precisamente por la presión que ejercen los cabilderos en Washington.
En Puerto Rico, AES ha señalado que produce cerca del 15% de la energía que distribuye la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), aunque Rosario sospecha que el porcentaje real es superior.
Asimismo, la empresa se beneficia enormemente de que las cenizas no sean clasificadas como tóxicas, pues en la isla no hay ningún vertedero con los requisitos para almacenar sustancias tóxicas. Evidentemente, de verse en la obligación de disponer responsablemente de las cenizas en vertederos tóxicos, los costos aumentarían dramáticamente.
“Esos costos le quitarían la ventaja de precios que ahora mismo tiene el carbón sobre el petróleo y el gas natural. Dejaría de ser costoefectivo relativo a las alternativas”, dijo el investigador.
“AES se ha convertido en la gallinita de los huevos de oro de la AEE. Le venden a ocho centavos el megavatio a la AEE, pero la AEE no le pasa el ahorro a los consumidores, sino que duplican o triplican el costo y lo venden al costo que a ellos les toma generar la electricidad. Y aun así están en bancarrota, pero imagínate cuán atrás estarían si no tuvieran a la gallinita produciendo electricidad barata y ellos vendiéndola cara”, analizó Rosario.
Esos motivaciones estrictamente económicas son las que para el profesor han evitado que iniciativas como el Proyecto del Senado 340, que busca prohibir tajantemente el depósito de cenizas en Puerto Rico, avancen, a pesar de toda la presión pública que se ha creado.
Tampoco descarta que los grandes intereses hayan influido en decisiones como la del Tribunal Apelativo que autorizó a EC Waste a recibir las cenizas, revocando la ordenanza municipal que lo prohibía.
“En el momento que no permitan tirar esas cenizas de forma irresponsable, que tengan que llevarlas a un lugar que verdaderamente proteja el ambiente y el subsuelo que sea un vertedero de tóxicos, que no hay ninguno en Puerto Rico, se elimina la costoefectividad a la producción de electricidad y se le acabó el guiso a la AEE. Eso es lo que hay detrás de todo esto: pura avaricia. Se sacrifica la salud del ambiente, se sacrifica la salud de las personas a cambio de avaricia. Ese es el corazón del problema”, resumió Rosario.