Mucho antes de entender cuán grandes pueden ser las ideas, antes de que se mudara a la Calle 13 para hacer arte, antes de siquiera pensar en lo que es la animación stop-motion, Quique Rivera experimentó un hambre voraz.
Eran los últimos años de la primera década del siglo XXI y Quique estaba a punto de completar su bachillerato en Comunicación Audiovisual del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. Pero su apetito no saciaba y enfiló sus cañones hacia el California Institute of the Arts (CalArts) tras un nuevo amor llamado animación, encontrado a primera vista años atrás.
“Un día, mientras le tomaba fotos a una escultura que había hecho en plasticina desde un trípode, cambié levemente la postura de la escultura para que la foto quedara mejor y cuando miré las fotos en la cámara tuve ese momento de revelación de que podía darle vida a mis esculturas a través de la fotografía”, recordó el riopedrense, de 28 años de edad.
Luego de esto, su profesor de Teoría y Crítica de Cine, Alfredo Rivas, le presentó al animador checo Jan Svankmajer. “Busqué su trabajo, especialmente Dimensions of Dialogue (1983) y Darkness Light Darkness (1989). Descubrí exactamente a qué quería dedicar mi vida”, dijo, mencionando además al profesor Nestor Millán como mentor de su bachillerato.
Fue en 2007, cuando, tal y como él mismo define, “comenzó un insaciable proceso de investigación, experimentación y estudio para desarrollarme en las diversas ramas del arte envueltas en la realización de animación stop-motion”. Vinieron muchas aventuras, entre ellas el inicio de la maestría en CalArts de la mano de un proyecto de envergadura, El delirio del pez león. Su talento brilla por doquier y su carrera luce en un momento definitorio. Mejor vamos al grano y hablemos de las ideas de Quique, de las que salieron junto al grupo musical Calle 13 y de cuán grandes pueden volverse.
Diálogo Digital: Hola Quique, antes de meternos a discutir esto de hacer arte, dinos de qué se trata tu tesis de maestría, pues, precisamente, este proyecto de Las Ideas, junto a Calle 13, es parte de eso, ¿no?
Quique: El programa de Animación Experimental en CalArts dura tres años. Durante el primer año, además de las clases requisito, se requiere que cada estudiante realice un proyecto de primer año, para el cual hice El delirio del pez león. Los siguientes dos años son para desarrollo y ejecución de un proyecto de tesis, que puede ser una película, una instalación, un performance, etcétera. En mi caso escogí hacer un cortometraje animado y tuve el privilegio de que se concretizara una colaboración con René Pérez de Calle 13, que llevaba en conversaciones desde el 2011. El resultado fue Así de grandes son las ideas que es, precisamente, mi proyecto de tesis.
DD: ¿Cómo definirías el proceso creativo entre tú y el Residente para esta pieza? ¿Fue idea gráfica y letra a la vez? ¿Qué tal ese pulseo editorial? ¿Qué tal ese gozo que trae la común unión de mentes creando?
Quique: La primera vez que hablamos de colaborar, René estaba en plena gira de Entren los que quieran, pero ya tenían en agenda tomar un año de descanso de la gira para escribir un disco nuevo. La fecha de lanzamiento del disco coincidía de manera conveniente con la fecha de entrega de mi tesis de maestría, así que decidimos colaborar para la misma. Desde ese entonces René empezó a pensar en una canción para el disco que sería un cortometraje animado. Meses después comenzamos a reunirnos con cierta regularidad para discutir la idea de René para la canción y juntos fuimos desarrollando las posibilidades de la pieza, él pensando en la letra y canción y yo en los visuales.
La parte musical y visual se desarrollaron de manera paralela, René me enviaba versiones actualizadas de la letra y canción y yo le enviaba mis diseños, pruebas de animación y tomas finalizadas. Más que un pulseo editorial, considero que hubo respeto y confianza en el trabajo del otro. Colaborar con René y Calle 13 para mi tesis de maestría fue tremendo lujo. Lo que hizo René con la letra e historia, Eduardo con la música e Ileana con el coro de la canción de Así de grandes son las ideas es una obra de arte en sí, y yo me siento muy afortunado de poder incluir esa pieza en mi trabajo. Entiendo que ellos sienten de manera similar acerca de mi cortometraje.
DD: Considerando que la pieza marca una época definitoria en tu vida, tanto por la exposición que tiene como por el hecho de da fin a un ciclo arduo de estudio, ¿cuán catártico fue este trabajo? ¿Tuviste chance en él para botar algún badtrip mental, para descifrar alguna prerrogativa existencial? Se nota algún tipo de sentimiento fuerte en él.
Quique: Así de grandes son las ideas es sin duda el proyecto más complejo y ambicioso que he realizado hasta el momento. También implica que me enfrenté a lo desconocido en varias etapas del proceso. Un momento que definió en gran medida el proyecto fue cuando recibí el coro de la canción. Ya llevaba aproximadamente dos terceras partes de la animación terminada usando de referencia una pista con los versos de René y el espacio instrumental del coro que no fue grabado ni escrito hasta principios de este año, a unos pocos meses de mi entrega de tesis.
Hasta ese momento estuve siguiendo la historia en los versos, del viejo sabio que vive una vida de eterna repetición y quisiera morir pero es inmortal. De repente me llega ese potente himno a las ideas que es el coro y pase por un momento de crisis seria. Aunque no fue sorpresa, el hecho de que René iba a escribir el coro acerca de las ideas, sí lo fue la intensidad de ese coro, y no encontraba manera de conectar en la narrativa visual la triste historia del viejo con la perseverante celebración de las ideas en el recién recibido coro. Me encontraba en contra del reloj y cuestionándome todo lo que había animado hasta el momento. Decidí alejarme del proyecto una semana y escuchar una vez más la canción, pero con mente fresca, obviando toda la información que traía en mi cabeza de las reuniones con René y todo el proceso que había pasado hasta la fecha.
En la foto, Quique Rivera / foto por Ricardo Alcaraz
Me propuse mirar el trabajo como si no fuera mío, como si ese mismo día René se me hubiese acercado con la canción y con el material animado para que me ingeniara una manera de resolver lo que faltaba. Solo de esta forma me di cuenta que todos los elementos estaban ya allí. El cortometraje se convirtió de repente en un autoretrato del mismo proceso creativo y yo, como el viejo, decidí confiar en la vida de las ideas, que cuando uno las deja vivir, te pueden llevar a lugares increíbles. De ahí en adelante todo fue más fácil, porque ya tenía clara la historia que quería contar con los visuales.
DD: Para ti, ¿cómo son las ideas? ¿Cuán grandes? ¿Cómo quisieras que fueran? ¿Cómo no te gusta que sean?
Quique: Las ideas son posibilidades infinitas de todo y cualquier cosa. En el campo creativo son lo que hacen que un proyecto funcione o no. Mi trabajo trata exactamente acerca de generar y filtrar ideas todo el tiempo, poner a prueba las que quedan en dudas y confiar en las que parecen adecuadas. Son el potencial de lograr cosas fascinantes o errar en el intento. Son también las nuevas que nacen del error y te ayudan a descubrir cosas más grandes. Quisiera que siempre fuesen curiosas, genuinas y honestas. No me gustan cuando son pretensiosas, arrogantes o egoístas.
DD: Bueno, pues nos fuimos, Quique, gracias por todo…pero antes, mira tú reloj o tu celular y dinos la hora y la fecha. En esta misma hora y fecha, ¿qué es para ti el arte?
Quique: Arte para mí, hoy sábado, 20 de septiembre a las 6:46 p.m. de Los Ángeles, es cualquier forma de expresión que surja como resultado de un proceso de investigación creativa. Debe comunicar en alguna medida un mensaje, provocar acción, razonamiento o sensaciones en un espectador. En otras palabras, si solo significa algo para aquel que lo hizo, para mí no es arte. En esencia el arte trata acerca de compartir.