Uno de los grandes estereotipos sobre la Edad Media es que fue una época de un “profundo oscurantismo”. Esto se debe a una serie de tópicos como el de la actividad de “las brujas”, la inquisición “omnisciente”, las cruzadas contra todo el que no fuera cristiano, etc.
Sin negar rotundamente muchas de estas cosas (pero que no vamos a profundizar porque es tema para otra ocasión), hay que tener en cuenta que la imagen que tenemos del periodo medieval es más hollywoodense que otra cosa.
Muy lejos de la verdad está esta visión, ya que en realidad se trató de un periodo en el que se fundaron las primeras universidades de la historia (París, Bolonia, Oxford, etc.), nacieron las lenguas romances y la cultura y educación se promovieron a través de los monasterios y catedrales.
En realidad, este “oscurantismo” no es exclusivo de una época y se puede observar en cualquier contexto, instancias y momentos de la historia en que se observan crisis socioculturales, políticas y económicas. Por tanto, no parece muy descabellado hablar de instancias de oscurantismo en nuestra época contemporánea.
El oscurantismo actual
En el contexto americano, llama la atención el debate que se ha suscitado acerca de movimientos antivacunas. Cabe preguntarse cuánta base científica hay detrás de estos nuevos grupos en contra de la vacunación utilizando como uno de los principales argumentos, que las mismas son la causa del autismo.
Incluso, recientemente, -y lamentablemente-, murió de AH1N1 y meningitis una de las principales activistas antivacunas en Estados Unidos, Bre Payton, lo que nos debe llevar a reflexionar más profundamente sobre este asunto.
Otra instancia es el tema de los “alternative facts” (los hechos alternativos) y la posverdad, sobre todo en el marco de la labor periodística y las noticias falsas o “fake news”.
Una cosa son los discursos detrás del que escribe, -cosa innegable-, pero otra cosa es equiparar las opiniones al propio conocimiento. El problema de los discursos y agendas tras el que escribe se resuelva de una manera muy sencilla: leer con un sentido crítico.
También se puede mencionar el ascenso de la ultraderecha trumpista en Estados Unidos dentro del marco de esta demagogia informativa y el auge que van adquiriendo sus políticas en otros países, como el Brasil de Bolsonaro, las Filipinas de Duterte y ahora en España con Vox.
En el caso de Puerto Rico el panorama es un poco más desalentador, no solamente por la quiebra económica del País, sino por la crisis social y cultural que se vive, en primer lugar, por la muy conocida migración que se está suscitando.
Si bien no podemos negar que a nivel individual esto resulta muy beneficioso para el que se va y consigue trabajo, a mediano y corto plazo no conviene al País porque obviamente la fuerza laboral se reduce, menos profesionales que se quedan, y hay menos dinero corriendo en la economía. Pero, para pesar nuestro, aún esperamos por un plan para atajar este problema.
Finalmente, está el problema de la seguridad pública y la criminalidad. Naturalmente, faltan los policías; pero esto no ataja el problema de raíz, sino promover una educación de excelencia, los saberes humanos y los deportes a través de las instituciones educativas y culturales.
Es un contrasentido para el avance del País el estado fiscal en que se encuentra la Universidad de Puerto Rico, el cierre de escuelas y el empobrecimiento de las instituciones culturales, algo que tenía muy claro las sociedades medievales.