Haití posee una literatura de profundas raíces poéticas y rítmicas. La novela de aventuras y policiaca no es su fuerte. Paradójicamente ha sido escenario de diversos libros que profundizan en su rica y poco conocida historia. El cubano Alejo Carpentier y la chilena Isabel Allende son buenos ejemplos.
Las pequeñas Antillas tienen una literatura riquísima y bastante conocida en Europa y Estados Unidos. Aunque nos movemos en el mismo espacio geográfico y muchas veces compartimos intereses, su literatura sigue siendo poco conocida, al igual que la haitiana, para nosotros. Tampoco los intereses literarios de sus autores se mueven usualmente hacia estos ámbitos que tratamos acá.
República Dominicana, que comparte territorio, aunque no idiosincrasia, con Haití, ha tenido una larga y lamentable historia de violencia y tiranías. Las historias de la época de Trujillo son espeluznantes. Pendiente de un estudio más a fondo, quiero referirme a dos libros que han puesto a este país en el mapa de la literatura internacional. “La maravillosa vida breve de Oscar Wao”, escrita en inglés por el dominicano estadounidense Junot Díaz es una recreación de esa violencia cotidiana a la que muchas veces se ven atados los inmigrantes, estén en una orilla o en la otra. Ganadora del Premio Pulitzer de novela 2008, este libro, sin dejar de lado el humor y muchos de los recursos de la novela negra, convierte al “fukú” (¿fuck you?) en un personaje caribeño con vida propia. El otro es la “Fiesta del chivo”, del peruano-español Mario Vargas Llosa, una obra maestra del suspense político y una novela de estructura perfecta desarrollada en el Caribe.
Arribamos entonces a Puerto Rico. La historia literaria de Puerto Rico es extensa y ha sido exhaustivamente estudiada por sus académicos. Alejandro Tapia y Rivera, en el siglo XIX narra acerca de Cofresí, un pirata autóctono del sur borincano, héroe violento que ostenta incluso una estatua en el pueblo de Cabo Rojo.
Como señalan diversos investigadores, la condición semicolonial (o colonial completa como dirían otros) ha permeado la literatura puertorriqueña, que busca afirmar su identidad y evitar por todos los medios una dilución de la misma en la absorbente y abrumadora a veces cultura norteamericana. Aunque por razones diferentes, el autor constata una cierta semejanza entre la dualidad cultural puertorriqueña (La isla – New York – Orlando) y la de Cuba (La isla – Miami – Europa), y esa dualidad engendra tensiones de todo tipo. Fue muy ilustrativo para el autor observar las diferentes, y a veces iracundas, acogidas de la película “El cantante”, donde se narra la historia real del sonero Hector Pérez Lavoe, desde su apacible ciudad de Ponce hasta las desgracias de la dependencia de drogas y otros males adquiridos en la ciudad de New York. El tema no es el de este trabajo pero… ¿acaso no hay aquí mucho de novela negra?
La vida de la poetisa Julia de Burgos evoca, sobre todo en sus últimos años la novela negra; escribió poesía, no novela policiaca, pero vivió hasta sus últimas consecuencias una suerte de novela negra caribeña terminada trágicamente en Nueva York. Edgardo Rodriguez Juliá, fotógrafo y escritor, ha cultivado una novela policiaca muy a su forma, con descripciones de San Juan que recuerdan la ironía amarga de algunos personajes del dominicano Junot Díaz.
En “Como un mensajero tuyo” la cubana de nacimiento y puertorriqueña de corazón y formación Mayra Montero escribe algo muy semejante a la novela enigma. “El libro de la rabia” de Juan Antonio Ramos, aunque trata de ser una novela de crítica social y una parodia de los omnipresentes libros de autoayuda, y lo logra, es también, sin dudas, una novela negra.
Luis López Nieves, uno de los escritores puertorriqueños actuales más conocidos internacionalmente ha trabajado con la ficción histórico política (“Seva”) y posteriormente con un tipo de novela policiaca y de investigación que sorprende por su modernidad: “El corazón de Voltaire” y “El silencio de Galileo”, y que además tiene el valor de salirse del entorno caribeño y latinoamericano para entrar en temas de interés internacional, lo que efectivamente le ha traído una exposición mucho mayor. López Nieves representa un tema de discusión clásico en la literatura; la universalidad de un tema local o el engrandecimiento de lo local a través de la universalidad. Quizás la respuesta está en hacer buena literatura y punto.
Futuro. Como siempre, el futuro es abierto. ¿Ocurrirá una transición política en Cuba? ¿Cambiará el status político de Puerto Rico? ¿Influirá alguno de estos eventos en las formas y temas de nuestra literatura? Solo el tiempo dirá, pero lo que sí es innegable es la necesidad de estudiar y conocer la literatura ya hecha y buscar una consolidación de la misma. ¿Hasta qué punto podríamos penetrar en mas mercados y adquirir una mayor relevancia internacional si conocemos mejor nuestra propia literatura? Ese es un reto que puede resultar apasionante.