Juana Colón representó a un sector más amplio de las obreras del despalillado. Esta emprendedora mujer abogó por el voto universal y participó como líder y oradora del Partido Socialista durante las campañas político-partidistas en Comerío. Viviendo un periodo histórico sumamente complicado, se enfrentó a grandes vicisitudes, convirtiéndose en el reflejo del estilo de la vida de muchas mujeres de la zona central de la Isla.
Esta mujer nacida el 27 de marzo del 1886, se desempeñaba como lavandera, planchadora, comadrona, santiguadora y según fuentes orales, como despalilladora. Sin embargo, en esta ocasión indagaremos sobre su rol como lavandera.
El entrevistado, Miguel Ángel Rivera Cintrón, quien conoció a esta líder comerieña, recuerda que: “todos los días [Colón]se levantaba a sus quehaceres….a lavar ropa en el río y secarla, plancharla. Cada cosa tenía su precio, ella la hacía a mazos y las llevaba a las casas”. Rivera Cintrón fue vecino de Juana Colón, cuando ésta vivía en el sector Cielito y él en el sector Cuba Libre.
También comentó que Colón cobraba: “12 piezas por doce centavos. 12 piezas limpias lavaditas que brillaban, encima de las piedras por 12 centavos”. Ella les lavaba, según él: “a gente de dinero, los que tenían posibilidad pa’ mandar a lavar esas docenitas de ropa… La lavaban en el río en las piedras, metían unas piedras largas así y otras pa’ sentarse, lavaban un grupo de mujeres allá y otro acá…pa’ ganarse la vida”.
William Fred Santiago, otro de los entrevistados para esta investigación doctoral, señaló que Colón les lavaba a “los riquitos de Comerío. Ella les lavaba ropa a la familia de los Longo, los Solares y los Cobián”.
Según el testimonio de la propia nieta de Colón, Doña María Ortiz Rosado, la líder iba al río sola, a lavar la ropa: “en ese sitio había muchas señoras que iban al río y eran amigas y compartían las cosas, llevaban almuerzo y eso”. También indicó que el salario que devengaba su abuela era bien bajo. Además, las condiciones de trabajo no eran muy seguras. Las lavanderas en estos sectores rurales, continuaban utilizando el método común, haciendo uso del “movimiento de las corrientes de agua en conjunto con la fortaleza y destreza de los que realizaban esta labor”.
Sin embargo, las lavanderas y planchadoras como Colón en Comerío, no pertenecían a ningún gremio como en otros pueblos de la Isla, como por ejemplo en Ponce, que ya para el 10 de mayo de 1919, se declararon en huelga por mejores salarios.
Un trabajo esencial
Recordemos que el trabajo de la lavandería, “esencial a todo núcleo urbano preindustrial, fue ofrecido tradicionalmente por mujeres en su mayoría provenientes de sectores socio-económicamente marginados“, según la autora Aixa Merino Falú. Esta labor era realizada en esa época mayormente por mujeres negras. De hecho, Merino asegura que a finales del siglo XIX, “los tres renglones de ocupación más alto para mujeres negras eran: criadas, lavanderas y costureras”. En las zonas rurales y en las urbanas, se ha practicado esta tarea desde el trabajo esclavo, para mitad del siglo XIX.
Las lavanderas en zonas rurales como Comerío, tenían que pasar muchos escollos para poder cumplir con su tarea. Es relevante mencionar, que este municipio cuenta con varios ríos y quebradas, los cuales han traicionado en muchas ocasiones a la sociedad civil, por sus inesperados golpes de agua e inundaciones. Además, las largas distancias que estas lavanderas tenían que caminar para llegar al río y a las quebradas, eran inmensas. La responsabilidad que tenía la lavandera sobre las piezas de ropa a lavar era enorme, ya que ésta tenía que responder si alguna de estas piezas se extraviaba o si se las robaban. Según el censo del 1910, los barrios de Comerío donde más se reportaron mujeres que se dedicaban al oficio de la lavandería, fueron Doña Elena, Pueblo, Piñas y Cedrito para un total de 160 lavanderas en todo el municipio. Para ese mismo año, se registró en todo Puerto Rico un total de 25,884 lavanderas.
Suministrada
Juana Colón también fue una reconocida líder sindical que participó en varias protestas e integró distintas organizaciones.
Suministrada
Juana Colón, sin haber tenido los recursos económicos para estudiar una carrera y la responsabilidad que tuvo desde edad temprana, comenzó en este oficio como tantas mujeres para subsistir. Día tras día, se levantaba muy temprano y caminaba hasta el río, con grandes cantidades de ropa. Lavaba sin descanso hasta conseguir un buen blanqueado para cada pieza. Las piezas eran secadas al sol sobre rocas grandes y pequeñas. Luego se planchaban. En el río, muchas mujeres como Colón, compartían día a día la misma jornada. Dialogaban sobre sus vidas y quehaceres. Juana las escuchaba y se identificaba con sus problemas cotidianos. Los bajos salarios, las dificultades para hacer este oficio, sus responsabilidades como madres y esposas, fueron algunas de las razones para que ella les hablara sobre el socialismo y sobre la importancia de permanecer unidas en la lucha, solidarizándose con éstas.
Para la década del 30, los sectores de Comerío donde más se reportaron lavanderas, lo fueron el Pueblo y en el Barrio Palomas. Dentro de las páginas de los informes de la policía para los años de estudio, se mencionan algunas violaciones por parte de hombres, a las ordenanzas municipales, como bañarse desnudo en el río “habiendo en ese sitio mujeres y niñas que se dedicaban a lavar ropa, violando la ordenanza”. También se presenta el hurto de las piezas de ropa.
Juana Colón experimentó éstas y otras situaciones como tantas mujeres lavanderas de su pueblo. Es por eso, que se identificó con los problemas de sus compañeras de clase.
Marginación, pobreza y prejuicio
En la niñez de esta comerieña predominaron varias influencias trascendentales: la primera, el haber crecido junto a su familia como agregada en una hacienda cafetalera en el Barrio Río Hondo de Comerío, propiedad de Julián Colón Rivera, quien fue terrateniente del mismo pueblo de Comerío; la segunda, el haber pertenecido a una familia esclava, en una sociedad en la cual la marginación, la pobreza y el prejuicio fueron parte de su diario vivir. Siendo de descendencia esclava, negra y además, mujer, experimentó en carne propia el discrimen social, que imperaba en Puerto Rico a finales del siglo XIX.
Aunque nace el 27 de marzo del 1886, ya abolida la esclavitud en la Isla, aún continuaban los abusos por parte de muchos hacendados, como Julián Colón, que explotaban a familias enteras sometiéndolas por muchos años a una vida con muy pocas esperanzas de progreso. La mayor parte de los familiares de la líder fueron esclavos de este hacendado. Es por eso que tanto Juana Colón como sus familiares obtuvieron los apellidos del terrateniente.
Sin embargo, posterior a la abolición de la esclavitud en 1873, según apunta el historiador Wilson Torres “todos los familiares de Juana Colón, y ella misma, más tarde, permanecerían viviendo y trabajando en faenas agrícolas en la hacienda de Julián Colón”. Fue en esa hacienda donde la niña Juana Colón, creció en una familia subyugada a una vida sin identidad propia, sin derechos como trabajadores.
Las fuentes orales, describen físicamente a una Juana Colón alta, negra, de facciones gruesas con un pañolón blanco en la cabeza. Por otra parte, la líder se identifica como una mujer mulata, para los censos 1910 y 1920. Sin embargo, ya en el 1930, se identifica como una mujer de color.
El grupo afrodescendiente minoritario, no tan solo sufría de prejuicio por género y por su clase social, sino por su raza. “En el caso de las mujeres afrodescendientes, por ejemplo, el impacto del prejuicio racial puede ser mucho más fuerte que el que sufren los varones de ese grupo racial”. Aun con esta carga social, Juana Colón desafió a los llamados ‘burgueses’ de Comerío, “y a las ‘viejas llenas de talco’ en los balcones, con sus vivas al Partido Socialista y a la clase obrera”, como documenta un artículo producido por el Comité Local del Partido Socialista Puertorriqueño en 1972.
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La autora obtuvo su grado doctoral en Filosofía y Letras con concentración en Historia de América el pasado semestre en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano. Este trabajo es una versión especial y abreviada de su disertación doctoral titulada: “La lucha de la mujer obrera tras la figura de Juana Colón en Comerío, 1917-1936”. Dicha investigación será publicada por Ediciones Huracán bajo el título: “Juana Colón y la lucha de la mujer obrera”.