Hoy 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, damos a conocer los resultados de la investigación realizada por Amnistía Internacional a mujeres de todo el mundo, que informan estados de estrés, ansiedad y ataques de pánico como consecuencia de experiencias de acoso en Internet.
Varias han sido las voces de feministas que se han pronunciado a través de los últimos años sobre los peligros de la creciente misoginia en Internet, pero siempre terminan en hechos aislados y poco correspondidos por quienes ven estas protestas como insignificantes.
Ahora, estos resultados demuestran que Internet puede ser un lugar temible y tóxico para las mujeres, y que el mayor peligro de los abusos en estas plataformas es la rapidez con la que pueden proliferar.
Además, quedó demostrado que los sentimientos de temor que pueden experimentar las mujeres no desaparecen cuando se desconectan. Las repercusiones psicológicas a las que esto conlleva incluyen que las mujeres pierdan su concentración durante largos períodos, así como las siguientes afectaciones:
- El 61% de las mujeres que dijeron que habían sufrido abusos o acoso en Internet anunciaron que, como consecuencia de ellos, tenían la autoestima más baja o habían perdido confianza en sí mismas.
- Más de la mitad dijo que había experimentado estrés, ansiedad o ataques de pánico tras sufrir abusos o acoso en Internet.
- El 63% dijo que había tenido problemas para dormir como consecuencia de los abusos o el acoso en Internet.
Así que nos vemos nuevamente inmiscuidas en otra forma de violencia hacia las mujeres, que a pesar de no ser nueva, hasta ahora se demuestra con estadísticas. Catalina Ruiz-Navarro, una de las feministas con más fuerza en América Latina explica que “no nos acosan porque seamos bonitas, sexys, provocadoras o llevemos una falda. No nos acosan por guapas o por voluptuosas. El acoso le ocurre a todas las mujeres, sin importar tamaños, formas de cuerpo y estilos de vestir. Como mujer, quedas sometida al escrutinio impune. Y ese es el punto. Que nos acosan porque pueden”.
Una voz más fuerte
Las plataformas de redes sociales son, especialmente para las mujeres y los grupos marginados, un espacio fundamental para el ejercicio individual del derecho a la libertad de expresión. La violencia y los abusos en Internet son una amenaza directa a este derecho.
“Las redes sociales han contribuido a aumentar la libertad de expresión, incluido el acceso a la información, de muchas maneras. Pero con la migración al mundo digital de la discriminación y la violencia contra las mujeres, muchas se alejan de conversaciones públicas o se autocensuran por temor a su privacidad o seguridad”, dice Azmina Dhrodia, investigadora de Tecnología y Derechos Humanos en Amnistía Internacional.
El derecho a la libertad de expresión debe ser disfrutado, por igual, por todas las personas, incluyendo el derecho de las mujeres a manifestarse y a vivir sin violencia y abusos, tanto dentro como fuera de Internet.
Consultamos con activistas puertorriqueñas sobre las herramientas discursivas para aplacar las diatribas de odio en Internet, y cómo empoderarse para que no las intenten silenciar de ninguna forma.
La psicóloga social Mercedes Rodríguez sostiene que las mujeres deben llevar su trabajo con la sociedad a Internet, actuando en comunidad, organizadas y tejiendo lazos que las fortalezcan.
“Yo creo que nosotras tenemos que seguir hablando de las redes porque nos arropan, porque son un instrumento que ha crecido enormemente. Debe ser un tema de diálogo y de investigación, de cómo crear un frente efectivo y unido en contra de las campañas de odio contra de las mujeres, de los comentarios sexistas, y las amenazas que nos intimidan”, afirmó Rodríguez.
Muchas mujeres, igual a lo que se hace en la calle, han decidido evadir estos tipos de acoso, dejarlos pasar o no insistir en que eso molesta e incomoda, porque se vienen olas de reacciones que las revictimizan. De esta forma, se devalúan las quejas, porque las respuestas que obtienen de las iguales son “no hagas caso que ese es un loco”, “a palabras necias, oídos sordos”, “no vale la pena pasar un mal rato por una persona así”.
Sin embargo, todas las denuncias son importantes, debido a que inspiran a otras a hacerlo, y así se aprende a nombrar al acoso por lo que es: violencia. Eso es clave para prevenir que vuelva a pasar.
Desde la Colectiva Feminista en Construcción, Vanesa Contreras habló de cómo aquietar el discurso de odio, “para cualquier agresión, sea física, verbal o cibernética, tenemos una consigna que es ‘ninguna agresión sin respuesta’, y no es que estemos incitando a la violencia, lo que estamos es estimulando a que las mujeres se sientan empoderadas a hablar, y ese hablar puede ser directamente al agresor o a otras compañeras, para que puedan crear una red de apoyo. Ninguna agresión sin respuesta nos invita a organizarnos para combatir a los agresores”.
“Las mujeres somos manada, y las mujeres vamos a responder. ‘Si tocan a una, nos tocan a todas’, porque estamos hartas de la violencia”, consigna la activista.
Así que, sigamos empoderándonos, porque nos queremos vivas en todos los sentidos, sostienen.
“Vibrantes. Conectadas. Felices. Conmovidas. Unidas. Abrazándonos. Queriéndonos. Escuchándonos. Recuperándonos. Sanándonos. Disfrutándonos.“ Estefanía Vela, feminista y activista mexicana.