Pocas veces los títulos se acomodan. El que encabeza este artículo, por ejemplo, es un verso octosílabo. También, si se quiere, puede servir de pie forzado. Habría que preguntarle a Deborah qué le parece para una décima.
Habría, entonces, que presentarla formalmente: ella es Deborah Rodríguez Díaz, veinteañera, estudiante de periodismo en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, reportera de este diario digital y cantante. De hecho, canta precioso, y también trova. Y los que saben dicen que lo hace muy bien.
Hoy, conversamos con ella un poco sobre su historia, otro tanto sobre el rol de las mujeres en un escenario predominantemente masculino, y bastante de lo que es su pasión: la trova improvisada.
* * *
Vale la pena comenzar por lo más curioso: en la familia Rodríguez Díaz nadie trovaba.
El asunto cambió cuando a los ocho años, un tío le regaló a Deborah un disco de música navideña y le dijo que escuchara la canción número ocho del CD porque había alguien que cantaba igualito a ella.
Y ahí comenzó todo.
“Fui a la escuela y le dije al trabajador social, que tenía un coro, que yo quería cantar esa canción, que si él me daba la oportunidad. Y él me dice: ‘¿Tú quieres cantar eso? ¿Estás segura? Mejor canta esto’, y me da otras décimas para que me las aprendiera para una competencia. El pie forzado era Es de todos la tarea, y tenía que ver con la naturaleza y que hay que cuidarla. Yo me las aprendí y fui a la competencia del Departamento de Educación y la Junta de Calidad Ambiental. Quedé segunda. Yo no sabía qué rayos estaba cantando porque para mí era una canción que yo me había aprendido que le cambiaron la letra, y que fuimos pa’ allá porque a mí me gustaba”, rememoró.
Desde entonces, desde los ocho, Deborah ha trovado. En séptimo grado, con 12 años, ganó el primer lugar nacional del Concurso de Trova de la Semana de la Lengua que se celebra a nivel escolar. Luego no compitió más hasta duodécimo, cuando volvió a participar en el mismo concurso, obteniendo el mismo resultado.
Después entró a la UPR, “y me quité por completo”.
Pero para alguien a quien improvisar se le da tan bien, para alguien que está “bien enamorá de la trova”, como admite Deborah, mantenerse al margen de las décimas era hasta melancólico.
“Yo vuelvo a la improvisación porque Roberto Silva —el actual trovador nacional— me había hecho una invitación en primer año de universidad para ir a México a la Jornada Iberoamericana de Jóvenes Improvisadores, y yo le había dicho que no. Este año, cuando Roberto regresa en febrero, me dice ‘yo quiero que tú vayas conmigo a Colombia en agosto, porque yo quiero que tú te enamores de ser trovadora para toda la vida’”, repasó.
“Él me dijo eso y yo sentí una gran responsabilidad porque ya era la segunda vez que me lo decía. Pero qué pasa, yo llevaba dos años en los que no había improvisado una palabra”, añadió la yabucoeña.
Suerte que en Puerto Rico, entre febrero y julio, hay concursos de trovadores con bastante frecuencia.
* * *
“Yo decido entrar a los concursos de trovadores pa’ foguearme, porque yo no podía ir a Colombia con la mente en blanco, y el estilo colombiano no es el mismo, ellos hacen (trova) dobletiada y redondilla. Y pues, empiezo a ir a los concursos y recuerdo que el primero fue en Corozal”, mencionó Deborah.
En ese concurso, el pie forzado fue El pasado que me atormenta. Pero para Deborah, ni tanto: más allá de tardarse un poco más de lo usual en elaborar la décima, le fue bien en su regreso a la improvisación.
“Mucha gente me dijo que si no hubiese sido por la repetición de rimas quizás hasta entraba, y eso fue una de las cosas que más me motivó. Me dije ‘contra, puedo volver a intentarlo. Es el momento de que me tire y lo haga porque mientras yo no me rete con los grandes, nunca voy a hacer cosas como los grandes. Siempre voy a ser la nena que se para en todos los talleres a cantar dos líneas y ya’”, sostuvo.
Así, entre febrero y julio, se mantuvo yendo a los concursos de trova alrededor de la Isla, hasta que partió a Colombia en agosto.
“El encuentro en Colombia me cambió la vida porque pude ver lo importante que es la décima y la tradición de la música típica puertorriqueña a nivel internacional. Quizás nosotros no lo vemos, pero en otros países admiran muchísimo la cultura puertorriqueña, y las veces que me pude presentar en Colombia la gente quería escuchar a la puertorriqueña”, indicó la trovadora.
Deborah Rodríguez Díaz entona Cristo Salvador, junto a Rigau y su Grupo Andante.
Según Deborah, Puerto Rico usualmente no lleva representación femenina a ese tipo de evento internacional porque no hay mujeres improvisadoras. De los últimos 11 concursos nacionales en los que ha participado, dijo, lo máximo que ha habido en uno solo ha sido tres mujeres. “Y las tres estamos en el range entre 20 y 30 años, no pasamos de los 27 yo diría”, detalló.
“Y es bien interesante la dinámica que se da con los varones, sobre todo en el pico a pico, porque no están acostumbrados a cantar ‘con las nenas’. Entre ellos se desbaratan y se dicen un montón de cosas que quizás no se atreven a decir con una mujer, porque con el solo hecho de pararme en una tarima ya yo tengo el público de mi lado. Así que es mucho más difícil para el trovador ganarse el público y tirarme a mí”, agregó.
Al mismo tiempo, Deborah reconoce que el reto para ella es mayor. “Nosotras tampoco podemos ir a hacer cualquier cosa, porque la gente ya tiene la expectativa de que ‘es una nena’ y te va a escuchar. Yo creo que sí hay mucha oportunidad para las mujeres en el campo de la improvisación por eso, porque el público está ansioso de escuchar a más mujeres”, planteó.
En Aibonito, contó, una señora le dijo que su nieta quería ser improvisadora. “Y pensé como que ‘wow, Deborah, qué responsabilidad tú tienes, que esta señora quiere que su nieta sea como tú’”.
* * *
Hoy Deborah ya no es la niña que se para en los talleres de improvisación y canta dos líneas. Hoy, Deborah se para en las tarimas y canta no dos líneas, sino una décima, o dos, o tres, o las que tenga que cantar para irse de tú a tú con los demás.
No por nada logró el tercer lugar en el concurso de la Semana del Trovador que se celebró en Caguas en octubre, poco después de su regreso de Colombia, demostrando su talento ante una plaza pública abarrotada y frente a trovadores iberoamericanos.
“En ese momento yo confirmé que nací para ser trovadora. O sea, yo estaba como en un trance donde todo lo que estaba diciendo llegaba como al momento. (El pie forzado que) me tocó fue Luis Miranda y Ramito, y yo rápido dije ‘es Caguas la capital del verso y de la poesía’. Yo no tuve ni que pensar que Luis Miranda y Ramito eran de allí, todo salía al momento. Yo hasta bajé de la tarima temblando, y dije ‘si esto se siente así, yo quiero sentirlo más veces’. Por eso quiero ser improvisadora”, manifestó.
Y hasta ahora Deborah va encaminada en ese anhelo, aún cuando piense que hay mucho machismo en la faena.
“Yo he estado en concursos con trovadores que no te miran, no te saludan, o quizás al principio eran muy chéveres contigo, pero cuando vieron que tú te podías colar entre los ocho ya es como que ‘no le estén enseñando a la nena porque es que el maestro nunca debe enseñarlo todo’ o ‘ah no, tú te estás colando mucho entre los ocho’ o ‘yo te pude haber contestado otra cosa, lo que pasa es que tú eres nena’ y ‘esa nena que tiene como 16 años’, porque ellos me ven como la nena chiquita que al principio no creían que podía ser una amenaza”, expuso.
También reconoce que hay trovadores que le dan consejos, que la animan a seguir adelante, “que me dicen ‘hoy te caíste de cara pero mañana acuérdate de esto, trabaja este pie forzado, piénsalo de esta otra manera’. El espacio está para nosotras, y hay muchos trovadores que lo están apoyando”.
Para Deborah, su pie forzado es lograr que hayan más mujeres en la trova puertorriqueña, sea la improvisada o la cantada. O al menos así lo enfrenta, como se enfrenta a un duelo de décimas en tarima.
“A veces yo converso con Rosaura Batista (trovadora sanlorenceña) y decimos: nosotras no estamos en la de competir entre nosotras. Nosotras lo que tenemos que hacer es ponernos bien duras pa’ que estos tipos no nos puedan ganar, porque si nos queremos ganar un espacio en la trova, yo no le puedo tirar a Rosaura y ella no me puede estar tirando a mí; al contrario, tenemos que unirnos. Creo que eso es uno de los retos más importantes que tiene la mujer en la trova: lograr que las mujeres se unan. Lograr que haya más mujeres improvisadoras”, apuntó.
Entretanto, la joven trovadora yabucoeña tiene sus metas bien claras. “Ganar uno nacional. Victoria Sanabria ha sido la única mujer que ha ganado el Concurso Nacional de Trovadores y Trovadoras del Instituto de Cultura Puertorriqueña”. De eso han pasado ya 22 años. Quizás tenga que venir Deborah.