
Según estimados realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se producen 448 millones casos nuevos de enfermedades de transmisión sexual (ETS) curables (sífilis, gonorrea, clamidiasis y tricomoniasis) en adultos de 15 a 49 años.
Las más comunes en Puerto Rico, según datos del Departamento de Salud (DS), son clamidia, verrugas genitales por el Virus de Papiloma Humano (VPH), gonorrea, sífilis y herpes simple tipo I y II. Esta cifra no incluye las infecciones por VIH y otras ETS existentes.
Según datos obtenidos por el Sistema de Vigilancia de VIH/SIDA al 31 de diciembre del 2013, sobre 46,200 personas han sido diagnosticadas con la infección del VIH en Puerto Rico (se diagnostican 700 casos cada año). La tasa de fatalidad de la infección con el VIH durante el periodo 1981-2013 es 58.2%. La tasa de fatalidad de los hombres es 22% mayor que la tasa de fatalidad en mujeres. Durante el periodo 2004-2013 fueron diagnosticados y reportados al Sistema de Vigilancia 9,501 casos nuevos de infección con el VIH. Se han diagnosticado con el VIH, 654 (1.4%) niños entre las edades de 0 a 12 años donde el 86% de estos casos fue por transmisión perinatal. En los últimos años la tasa más alta de diagnósticos de VIH ha ocurrido entre las edades de 25 a 34 años. Para el año 2013, los hombres representaban el 75.7% de los casos diagnosticados con el VIH y las mujeres un 24.3%.
De las personas que, actualmente, viven con la infección de VIH 13,570 son hombres y 6,165 son mujeres. Puerto Rico se ha caracterizado por tener una epidemia del VIH distinta a los Estados Unidos. Desde el inicio de la epidemia, hemos experimentado varios cambios en el modo de transmisión principal del virus. El uso de drogas inyectables fue el modo de transmisión principal durante el periodo 1984 – 2002, seguido por el contacto heterosexual sin protección durante el periodo 2003 – 2012. No es hasta el año 2013, que el sexo entre hombres sin protección se posiciona como el modo de transmisión principal en Puerto Rico.
Las ETS multiplican el riesgo de adquirir VIH
Datos científicos coinciden en que una ETS no tratada puede llegar a multiplicar por 10 el riesgo de adquisición y transmisión del VIH. Las enfermedades de transmisión sexual, también conocidas como Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), antes llamadas Enfermedades Venéreas, son infecciones que se transmiten a través de relaciones sexuales (vaginal, oral, anal), de la madre infectada al feto o al momento del parto, por vía sanguínea o contacto directo con sangre, úlceras (llagas), lesiones y/o por compartir agujas o parafernalia infectada.
De acuerdo con la secretaria del DS, la doctora Ana Ríus Armendáriz, en el 2014 se diagnosticaron unos 4,903 casos de clamidia en Puerto Rico. El número de personas con esta condición ha oscilado entre 4,000 y 6,000 por año en la última década, tal como se ilustra en la gráfica de abajo.
Según el DS el grupo poblacional con más casos de Clamidia diagnosticados para el año 2014 fue el de las mujeres entre los 20 y 24 años, tal como se recoge en la siguiente gráfica.
Es muy importante poder identificar los síntomas de una ETS ya que, si no se trata a tiempo, puede causar infertilidad o daños que pueden ocasionar la muerte. Sin embargo, las ETS son menos evidentes en las mujeres debido a tres factores principales, el primero es que estas pueden ser asintomáticas. La mayoría de las mujeres que tienen una ETS de las más comunes, como la clamidia o la gonorrea, por ejemplo, no presentan síntomas como los hombres, en quienes es más fácil detectar la enfermedad debido a la presencia de flujo anormal en el canal urinario, de acuerdo con una publicación del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC). El segundo factor es el ambiente húmedo que permea en la vagina, que es un entorno húmedo donde las bacterias pueden desarrollarse sin problemas, además del hecho de que la piel de esa zona es más delicada y delgada que la del pene. El tercer factor es la visibilidad de los signos de la enfermedad, ya que para las mujeres es más difícil darse cuenta del desarrollo de una ETS debido a que los órganos femeninos son menos visibles y, por ejemplo, no siempre se pueden identificar a tiempo una úlcera genital producida por la sífilis o una erupción del herpes, como lo hace un hombre con su pene.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que las ETS son de las enfermedades más comunes en el mundo con efectos considerables en los individuos y repercusiones de índole social y económica. Hay evidencia de que de las diez enfermedades más reportadas, cinco son ETS. Algunas pueden manifestarse más de una vez ya que el cuerpo no desarrolla inmunidad. Se estima que cuatro millones de personas se infectan anualmente con una o más de las ETS.
Alrededor de 26 tipos de enefermedades de transmisión sexual
Existen alrededor de 26 enfermedades diferentes y pueden ser causadas por: bacterias: sífilis, gonorrea y clamidia; virus: herpes simple, VIH, hepatitis viral, VPH, y mononucleosis infecciosa; ectoparásitos: escabiosis o sarna y pediculus pubiso ladilla; hongos: que pueden ser de origen micóticas como la cándida vaginal, o protozoarios como la tricomoniasis vaginal.
La magnitud del problema estriba en que las infecciones de transmisión sexual (ITS) pueden tener consecuencias graves que van más allá del efecto inmediato de la infección en sí misma. Según la Organización Mundial de la Salud con algunas ITS, como el herpes y la sífilis, se pueden multiplicar hasta tres veces o más el riesgo de contraer el VIH. La transmisión de las ITS de la madre al niño puede dar lugar a muerte prenatal, muerte neonatal, insuficiencia ponderal (estar debajo del peso saludable) al nacer y prematuridad. También puede causar septicemia, neumonía, conjuntivitis neonatal y deformidades congénitas.
Datos de la OMS demuestran que, cada año, alrededor de ocho millones de mujeres embarazadas sufren complicaciones potencialmente mortales a consecuencia de infecciones de transmisión sexual y del mal estado de su salud sexual. Se estima que 529,000 mujeres mueren anualmente durante el embarazo y el parto, principalmente en los países en desarrollo, por causas en gran medida prevenibles. Cada año, la sífilis durante el embarazo provoca aproximadamente unas 305,000 muertes fetales y neonatales, y deja a 215,000 lactantes en grave riesgo de defunción por prematuridad, insuficiencia ponderal o enfermedad congénita. Anualmente, la infección del VPH provoca 528,000 casos de cáncer de cuello del útero y alrededor de 266,000 defunciones. Las ITS, tales como la gonorrea y la clamidia, son causas principales de enfermedad inflamatoria de la pelvis, con desenlace adverso del embarazo o infertilidad.
Aunque las mujeres y los hombres afrontan muchos problemas de salud comunes, las diferencias entre ambas poblaciones son de tal magnitud que hace necesario prestar una atención más detallada a la salud de las mujeres. Las mujeres tienen necesidades que van más allá de la esfera sexual y reproductiva, y más allá de aquellos problemas que afectan solo a las mujeres, como el cáncer de cérvix y útero, y los riesgos de salud vinculados con el embarazo y el parto. Aunque las mujeres suelen vivir más que los hombres porque tienen ventajas biológicas y de comportamiento, la vida más prolongada de las mujeres no necesariamente implica que estas serán más sanas. La salud de las mujeres durante los años reproductivos o fecundos (entre los 15 y los 49) es importante no solo para ellas mismas, sino porque también tiene repercusiones en la salud y el desarrollo de la siguiente generación.
Debido a que las mujeres tienen necesidades particulares, sobre todo durante su edad fértil, y debido a que los problemas de salud de las niñas y las mujeres aumentan según el contexto social y económico en que se desarrollan, es necesario reconocer aquellos factores claves que aumentan los riesgos, como el acceso a la educación, el nivel de riqueza familiar y el lugar de residencia. Las estadísticas demuestran que, para casi todos los países del mundo, las niñas y mujeres de las familias con menor ingreso o que pertenecen a familias más pobres presentan mayor tasa de mortalidad y tasas más bajas de utilización de los servicios de salud, si se les compara con las que pertenecen de familias con mayor ingreso. Estas diferencias se observan tanto en los países en desarrollo como en los países desarrollados, al igual que entre la población de hombres y de mujeres.
Según la OMS, hay situaciones que afectan exclusivamente a las mujeres porque su origen es exclusivamente femenino y solo las mujeres pueden experimentar sus consecuencias negativas. Otras situaciones, como el embarazo y el parto, no son enfermedades sino fenómenos biológicos y sociales que aunque naturales, también conllevan riesgos para la salud y requieren asistencia apropiada de los profesionales de la salud, así como, un buen uso de los servicios de salud correspondientes. Para atender a esta población los profesionales de la salud van a necesitar competencias actualizadas sobre las estadísticas de prevalencia de las enfermedades de transmisión sexual en la mujer a nivel mundial, incluyendo a Puerto Rico. También necesitarán analizar los factores de riesgo que llevan a la mujer a contraer enfermedades de transmisión sexual y conocer las complicaciones que generan las enfermedades de transmisión sexual en la mujer. Asimismo, se requerirá tener habilidad para identificar su impacto y definir la magnitud del problema que originan las infecciones de transmisión sexual en la mujer para los sistemas públicos de salud, y tener acceso a la información actualizada para poder identificar aquellos factores que convierten a las enfermedades de transmisión sexual en la mujer en un problema de salud pública que requiere atención y vigilancia constante.
Clave la prevención
La mayoría de las publicaciones sobre el tema de la prevención de las ETS coinciden en varios puntos: la manera más segura de evitar el contagio de las ETS es absteniéndose de tener relaciones sexuales vaginales, anales u orales, o teniendo una relación estable y monógama con una pareja que se haya hecho las pruebas y que se sepa que no está infectada.
Sin embargo, según los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), los condones masculinos de látex, cuando se usan de manera habitual y correcta, pueden reducir el riesgo de contraer y transmitir las ETS y el VIH. Se recomienda usar un preservativo cada vez que se practique sexo vaginal, anal u oral. Debido a que los métodos anticonceptivos que no son de barrera, como la píldora anticonceptiva o el dispositivo intrauterino (IUD o DIU), no brindan protección frente a las ETS, los preservativos masculinos y femeninos son las opciones anticonceptivas más eficaces para prevenir las ETS.
También es importante limitar la cantidad de parejas sexuales ya que cuantas más parejas sexuales tenga, mayor será el riesgo de contraer una ETS. Otro aspecto vital en la prevención es ser honesto con la pareja sobre cualquier riesgo o infección que se haya tenido y conocer los antecedentes sexuales de su pareja. Asimismo, es necesario recordar hacerse las pruebas de detección de ETS periódicamente, ya que no todas las ETS presentan síntomas evidentes. Por ejemplo, los expertos calculan que nueve de cada 10 personas que tienen el virus del herpes simple no saben que lo tienen. De modo, que los exámenes médicos regulares son muy importantes para detectar y poder tratar las ETS a tiempo.
Si es mujer, debe visitar a su médico para que le realice un examen pélvico, por lo menos una vez al año. Debe ser honesta con su doctor acerca de sus prácticas sexuales y de ser diagnosticada con alguna ETS debe seguir el plan de tratamiento como este le indicó. Es necesario que busque tratamiento inmediatamente si tiene algún síntoma de ETS y practique actividades sexuales seguras, tales como, los besos en la boca y la estimulación genital mutua que conllevan muy poco riesgo de transmisión de ETS.
Si usted sabe, sospecha o tiene temor de haberse contagiado con una enfermedad de transmisión sexual es importante reconocer sus síntomas y signos y cuáles conductas debe evitar para disminuir el riesgo de contagio, como por ejemplo, no dejar que los líquidos corporales entren en contacto directo con la vagina, el ano o la boca. Esto incluye la sangre, el semen, las secreciones vaginales y cualquier supuración de llagas producidas por ETS. No mantener relaciones sexuales si tiene llagas u otros signos de infección cerca de la boca, el área genital o anal. No tocar las llagas o ronchas causadas por ETS. No presuma que usted podrá darse cuenta si su pareja tiene una ETS, ya que es imposible saber a simple vista si alguien está infectado o no porque no todas las personas presentan síntomas. La única forma de saber si alguien tiene una ETS es por medio de los análisis y pruebas clínicas establecidas.
También es muy importante no bajar la guardia, arriesgarse o confiarse demasiado pensando que porque se está en una relación monógama no debe preocuparse por las ETS. Tanto usted como su pareja deberían realizarse pruebas de detección de ETS antes de tener relaciones sexuales sin preservativo. Tampoco debe dejar de protegerse durante las relaciones sexuales porque usted o su pareja tiene una ETS. Un preservativo impedirá que usted o su pareja contraigan una nueva ETS o que vuelvan a infectarse con la misma enfermedad. Además, el hecho de tener algunas ETS, como herpes genital o sífilis, hace que sea más propenso de infectarse por VIH. Se recomienda que no consuma drogas ni alcohol durante sus encuentros sexuales ya que esto podría predisponerles a tener unas conductas arriesgadas como practicar sexo sin protección.
La autora es Educadora en Salud en Adiestramiento de la Escuela de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico y profesora del Departamento de Imágenes de Atenas College en Manatí.