
Del reciclaje se ha hablado mucho en Puerto Rico, al menos en las últimas décadas. Pero, ¿cuál es la situación actual de esta práctica en la Isla? ¿Qué pasa con los materiales reciclables una vez se reúnen y son contabilizados? El reciclaje es una alternativa utilizada para reducir el volumen de los residuos sólidos. Este proceso consiste en recuperar materiales (reciclables) que fueron descartados y que pueden utilizarse para elaborar otros productos o el mismo. Entre estos materiales se encuentran el vidrio, el metal, el plástico, el papel y el cartón, entre otros. En Puerto Rico según la Ley número 70 del 23 de junio de 1978, (enmendada el 18 de septiembre de 1992) conocida como “Ley para la Reducción y el Reciclaje de los Desperdicios Sólidos en Puerto Rico”, estableció que será política pública del Gobierno de Puerto Rico el desarrollo e implantación de estrategias económicamente viables y ambientalmente seguras que resulten en la disminución del volumen de desperdicios sólidos que requiera disposición final. ¿El resultado de esta Ley?: la implantación de 29 vertederos alrededor de toda la Isla, ocasionando daños al subsuelo de Puerto Rico y a diversas manifestaciones de la flora y la fauna de las regiones donde fueron establecidos. Es por ello que el 20 de enero de 1995, se enmendó esta Ley con el fin de ampliar el Programa para la Reducción y el Reciclaje de Desperdicios Sólidos en Puerto Rico. Este programa buscaba crear nuevos incentivos económicos para promover el reciclaje; especificar las responsabilidades de las agencias y municipios para desarrollar el reciclaje; y promover la reducción de desperdicios sólidos, la reutilización y separación en la fuente de materiales reciclables. Para lograr este cometido la Autoridad de Desperdicios Sólidos (ADS) creó centros de depósito comunitarios como una opción para cumplir con los requisitos de la Ley de Reducción y Reciclaje y facilitar el desarrollo de los programas de reciclaje en Puerto Rico. En el comienzo del año 2010, según la página oficial de la ADS, en Puerto Rico existen un total de 196 centros de acopio y reciclaje. Según explicó Valeri Camacho, portavoz de la Corporación Reciclaje del Norte, Península de Cantera, “muchos de estos centros funcionan como almacenes a donde el público acude con sus materiales y nosotros los contabilizamos y los separamos”. Sin embargo en “este centro no existe ningún mecanismo para procesar los materiales y hacer productos nuevos. Tampoco he escuchado que alguno de los centro de Puerto Rico lo haga, estamos establecidos para que las personas que tengan conciencia ambiental tengan opciones para llevar sus materiales reciclables”, señaló la portavoz. Para Camacho el material que proporcionan los ciudadanos es de suma importancia ya que, según datos de la ADS, sólo el 13 por ciento de los materiales reciclables se desvían de los vertederos del País. “Una vez nuestros dos centros de almacenaje se llenan llevamos el exceso a los muelles. En nuestro caso tenemos un acuerdo con el muelle de San Juan para llevar ese material en exceso. Una vez ellos lo tienen se encargan de llevarlo a otros países donde sí se procesa y se construyen nuevos productos”, informó Camacho. Esta situación preocupa a muchos de estos centros ya que se invierte más dinero en exportar el material en lugar de crear una fabrica que procese este material y lo venda a la las manufactureras ya procesado. Según Nicolás Muñoz, profesor de economía, esta situación se debe a que “en Puerto Rico, seguimos generando basura y no querremos pagar por el recogido y, además le tenemos miedo a las tecnologías modernas -como la tecnología de gasificación que convierte la basura en energía- sólo por razones políticas”. Según datos históricos el esfuerzo más cercano a esta práctica lo incentivó el alcalde de Caguas, William Miranda Marín, quien desde el último cuatrienio del ex gobernador Pedro Rosselló, hasta la administración de Aníbal Acevedo Vilá; trató de crear una fábrica en su municipio que convirtiera la basura en energía y no logró que ésta fuese aprobada. “El Gobierno debe cumplir su responsabilidad económica con los ciudadanos y con las empresas que a la larga tendrán que pagar tarifas exorbitantes para el recogido de desperdicios” Es por eso que empresas como Plastic Home Product, establecida en Maunabo, reúne sus propios materiales para producir nuevos productos de uso en el hogar como: cubos de limpieza, tostoneras, recogedores y bandejas de pintura, entre otros”, según explicó Lucy García de la Autoridad de Desperdicios Sólidos. Además la ADS ha establecido el Programa de Intercambio de Materiales Reutilizables o Reciclables entre Empresas (programa de intercambio) para facilitar la reutilización y el reciclaje de los residuos sólidos. Este programa consiste en la inscripción en un registro de aquellas empresas o entidades privadas, que generan o interesan adquirir residuos sólidos no peligrosos, con potencial de reutilización o reciclaje. Limitados los fondos Según el informe presupuestario del actual gobierno de Luis Fortuño no existen cifras claras sobre algún tipo de ganancia o ingreso que se genere con la basura. Mientras que cada vez los fondos para la ADS y su programa de reciclaje son menos. Para el año fiscal 2009-10, el 42% de las aportaciones federales, $2,150.7 millones aproximados, fueron fondos para el desarrollo del bienestar social. A esta cifra se incluye dinero para la recolección de desperdicios sólidos. Pero a juzgar por todas las áreas que implica el bienestar social de un País, tal vez esta cantidad es sumamente limitada. Mientras tanto, a nivel local la cantidad consolidada recomendada para la Autoridad de Desperdicios Sólidos para el año fiscal 2010 asciende a $10,742,000 del presupuesto central de la Isla. Lo cual se divide en $1,949,000 provenientes de la Resolución Conjunta del Presupuesto General, $5,000,000 de Asignaciones Especiales, $917,000 de Fondos Especiales Estatales, $600,000 de Ingresos Propios y $2,276,000 del Fondo de Estabilización. Aún así estas cifras no dan a basto ya que Puerto Rico es uno de los países que más genera basura en el mundo. “Sólo queda educar y crear conciencia a los ciudadanos y a los líderes gubernamentales a que presten mayor atención”, sostuvo el profesor Muñoz.