El mercado del tabaco está menos regulado en los países de bajos y medianos ingresos que en los países ricos. Esto hace que el Sur en desarrollo pague el precio con mayores consecuencias para la economía y la salud de la población.
Sin embargo, según una nueva investigación de amplio alcance publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), las empresas tabacaleras engañan a los gobiernos al decirles que la regulación del sector perjudicará a sus economías.
La investigación fue compilada en una nueva monografía: La economía del tabaco y del control del tabaco, publicada conjuntamente por la OMS y el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
El editor de la monografía, Frank Chaloupka, dijo a IPS que cuando los países de bajos y medianos ingresos regulan el mercado tabacalero, generalmente obtienen una recompensa mayor.
“Presentamos nuevas pruebas en la monografía sobre las prohibiciones de la publicidad del tabaco que muestran que tienen un efecto mayor en los países de ingresos bajos y medios que en los de altos ingresos”, señaló Chaloupka, que también es profesor de Economía y Salud Pública en la estadounidense Universidad de Illinois.
“En parte creo que se debe a… que en muchos países de ingresos bajos y medianos que no recibieron la misma información sobre las consecuencias que tiene para la salud el consumo de tabaco, la gente es más susceptible a la imagen positiva que emite la industria del tabaco”, añadió.
Por ejemplo, las etiquetas con imágenes de advertencia resultaron ser más eficaces en los países de ingresos bajos y medianos, aseguró Chaloupka.
“Las personas pueden ver realmente el daño que causa el tabaco a través de las advertencias gráficas”, sostuvo. Para aquellos que han tenido menos exposición a esta información por otras fuentes de información, las advertencias tienen un impacto aún mayor.
Los impuestos a las ventas de tabaco en los países del Sur en desarrollo también tienen un impacto mayor que en los países de altos ingresos, agregó Chaloupka.
“Dado que los ingresos de la gente son menores, las personas son más receptivas a las variaciones en el precio”, observó.
Hay varias razones por las que los países de ingresos bajos y medianos regulan menos el mercado de tabaco que los países de altos ingresos, dijo Chaloupka, pero una causa problemática son los argumentos engañosos de las empresas tabacaleras.
“Los argumentos de la industria en torno a cosas como el comercio ilícito, el impacto en el empleo y el efecto económico más amplio… sobre los pobres,… sobre sus ingresos fiscales… en contra del control del tabaco son engañosos. En su mayor parte, falsos”, subrayó.
Esto ha contribuido a una mayor brecha entre las normas de los países de ingresos bajos y medianos y las de los países de altos ingresos.
“Hemos visto que los gobiernos se ponen serios y toman medidas, adoptan fuertes medidas de control del tabaco, elevan los impuestos, prohíben fumar en lugares públicos, prohíben el marketing del tabaco. Como resultado… el consumo de tabaco ha caído al menos durante unas décadas en la mayoría de los países de altos ingresos”, observó.
Si bien a algunos países de ingresos bajos y medianos les falta la capacidad para aplicar regulaciones complejas, Chaloupka señaló que a menudo medidas más sencillas pueden ser más eficaces.
“Filipinas (tenía) un complicado sistema tributario en el que había tarifas diferentes para distintas marcas”, explicó.
“Con el tiempo avanzaron hacia una reforma significativa de su sistema y están en el proceso de pasar a un único impuesto uniforme, que es mucho más fácil de administrar y mucho mejor para disuadir la evasión fiscal”, agregó el experto.
Sin embargo, aunque los llamados impuestos especiales sobre los productos derivados del tabaco pueden actuar como un elemento disuasorio en todo el mundo, aún no ayudan a los gobiernos a recuperar los costos que les genera el tabaquismo a las economías y la sociedad.
“El cálculo que tenemos del costo global es de alrededor de $1,4 billones, y menos de $300 millones se generan con los ingresos tributarios”, dijo Chaloupka. Menos de un millón de dólares obtenidos por los ingresos fiscales relacionados con el tabaco se utilizan para controlar el flagelo, añadió.
Chaloupka también señaló a Turquía como un ejemplo de un país de ingresos medios que logró regular con éxito el consumo del tabaco.
“Unas pocas décadas atrás, el gobierno turco solía ser la industria del tabaco en Turquía. Era uno de los mayores productores de hojas de tabaco en el mundo, y con el tiempo tomó un rumbo completamente contrario”, destacó.
“Privatizaron su industria del tabaco (y) no hicieron ninguna promesa a las empresas tabacaleras que se trasladaron a sus mercados. Y entonces avanzaron con fuertes políticas de control del tabaco”, subrayó.