
“Las citas eran muy esparcidas y el tiempo era muy limitado. Eventualmente, me cansé de tener que esperar un mes o más entre cada cita y dejé de ir”.
Este es el caso de Sofía. La estudiante de la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Río Piedras aseguró que dejó de solicitar servicios del Departamento de Consejería para el Desarrollo Estudiantil (Dcode) de esa institución porque sintió que no recibió una atención constante para tratar sus condiciones de salud mental.
La directora de Dcode, María Jiménez Chafey, indicó a Diálogo que esa dependencia solo cuenta con cinco psicólogos, tres trabajadores sociales y 14 consejeros para atender alrededor de 1,500 estudiantes que solicitan anualmente sus servicios.
Un panorama similar existe en la UPR Humacao. El director interino del Departamento de Servicios de Consejería, Psicología y Trabajo Social, Carlos Carrasquillo Ríos, informó que reciben un promedio anual de 1,000 visitas entre aproximadamente de 4,000 estudiantes ingresados en esa unidad. El año pasado atendieron 16 casos de jóvenes con conductas e ideas suicidas.
Indicó que, para atender a los universitarios de la UPR Humacao, el departamento cuenta con un psicólogo clínico, dos trabajadoras sociales y seis consejeros.
Otra unidad con un cuadro complicado es la UPR Ponce. El director del Departamento de Consejería y Servicios Psicológicos, Efraín Ríos Ruiz, señaló que, aunque la institución cuenta con tres psicólogos y cuatro consejeros, ese personal no es suficiente para la necesidad que tienen.
El psicólogo clínico, con diez años de experiencia, comentó que en el último año tuvieron 3,300 intervenciones en un campus con 3,100 estudiantes matriculados, por lo que han atendido una cantidad mayor a la población total de la unidad.
Ríos Ruiz compartió que el poco personal afecta el servicio que ofrecen porque hay estudiantes que permanecen en lista de espera hasta por dos semanas para ser atendidos y evaluados. Considera que la baja cantidad de especialistas se debe al presupuesto de la UPR. Señaló que, entre los estudiantes atendidos, no han tenido casos de suicidios, pero sí han detenido más de diez intentos.
El único campus –entre aquellos que respondieron a las peticiones de entrevista de Diálogo– que no parece enfrentar este problema es el Recinto de Ciencias Médicas.
Allí, de acuerdo con Blanca Amorós Rivera, directora del Centro Estudiantil de Consejería y Sicología (Cecsi), cuentan con personal suficiente para atender las necesidades de los alumnos.
Amorós Rivera considera que contar con una psicóloga y tres consejeros profesionales es una cantidad de empleados suficiente para atender anualmente alrededor de 200 alumnos entre un aproximado de 2,300 estudiantes matriculados.
“Nosotros nos estamos rigiendo por una agencia acreditadora a nivel internacional, que es la International Association for Counseling Services, y esta agencia establece cuál es el registro de consejeros que debe haber de acuerdo a los estudiantes matriculados”, sostuvo la también decana asociada interina de Estudiantes.
¿Qué servicios ofrecen?
El centro de servicios del Recinto de Río Piedras (Dcode) ofrece gratuitamente talleres, terapias individuales y/o terapias grupales para los estudiantes del campus.
Ante la crítica de la dilatación de las citas, Jiménez Chafey explicó que “desean atender a la mayor cantidad de estudiantes posible”. Aclaró que cada persona es evaluada de acuerdo con sus síntomas y nivel de riesgo, por lo que –en ocasiones– refieren estudiantes a ser tratados fuera de la universidad.
En el caso del Departamento de Servicios de Consejería en Humacao, Carrasquillo Ríos indicó que atienden dificultades académicas, personales, familiares y sociales. Estos estudiantes reciben intervenciones en crisis, consejería individual, terapia psicológica y la intervención psicosocial, y añadió que –generalmente– las citas son semanales.
En el nivel de la consejería también ayudan a los estudiantes con problemas en la toma de decisiones que influyan en su futuro profesional.
Carrasquillo, quien tiene 32 años de experiencia como psicólogo social, opinó que los servicios que ofrece la institución serían más efectivos si los estudiantes permanecieran por más tiempo en el campus y asistieran a sus citas.
“El escenario universitario es uno donde el estudiante ‘millenial’ llega y se va porque las estadísticas indican que hay estudiantes que necesitan trabajar”, comentó.
Añadió que los profesores deben informar en sus salones de clases sobre la existencia de estos servicios, y que se debe eliminar el estigma de que este apoyo profesional es para “locos”.
Por su parte, el Departamento de Consejería en la UPR Ponce ofrece consejería individual, terapia individual y de parejas, asistencia de trabajadores sociales, consejería vocacional e intervenciones en crisis, las cuales no requieren citas.
Según Ríos Ruiz, a los estudiantes se les cita semanal o bisemanalmente, dependiendo de la gravedad de cada caso. En ocasiones, han atendido a jóvenes fuera del horario laboral por la cantidad de casos que hay.
Por otro lado, en el Cecsi del Recinto de Ciencias Médicas se ofrecen servicios de consejería y psicoterapia a los estudiantes matriculados.
Un panorama complejo
La situación para los universitarios con padecimientos mentales se complica ante las pocas instituciones hospitalarias especializadas en salud mental en la isla y su limitado acceso.
Un informe sobre los sistemas de salud mental en Puerto Rico, publicado en 2015 por la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud y el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, planteó que “es necesario explorar si la cantidad de establecimientos y profesionales son suficientes para atender las necesidades de servicio de salud mental en la isla”.
El documento también señala que hay “que explorar si los servicios son accesibles a las poblaciones de mayor necesidad”.
Informa además que para el 2012 en la isla había ocho unidades de hospitalización psiquiátrica de base comunitaria y seis hospitales psiquiátricos. Destaca además que el 47% de las camas de psiquiatría disponibles para hospitalizaciones estaban ubicadas en San Juan.
De acuerdo con la doctora Karen G. Martínez González, quien es especialista en el Departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), uno de los métodos que existe para prevenir los suicidios son las hospitalizaciones psiquiátricas. Estos tratamientos consisten en ingresar a un paciente entre cinco a siete días para realizar una estabilización aguda, es decir, para salir del riesgo inmediato.
La experta en psiquiatría indicó que, cuando los pacientes son dados de alta, suelen recurrir a hospitalizaciones parciales, cuyo tratamiento consiste en recibir terapias diarias sin quedarse a dormir en una instalación.
No obstante, cuando culminan con sus servicios intensivos, hay pacientes que son citados cada tres o cuatro meses para recibir sus tratamientos, según la doctora.
“No es un servicio de calidad. Realmente, eso no se ve asociado con ninguna mejoría”, recalcó mientras criticó los servicios basados en citas de 15 minutos para brindarles terapias a los pacientes.
Señaló que una de las limitaciones que tienen los hospitales psiquiátricos es lo que cubre el plan médico del paciente. Martínez González considera que existe un problema en la accesibilidad hacia los servicios de salud mental en Puerto Rico, por lo que muchos ciudadanos no pueden atender sus condiciones.
Esta, precisamente, fue la experiencia de Sofía, con quien comenzamos este reportaje. La estudiante de 21 años fue diagnosticada con depresión severa, desorden obsesivo compulsivo y trastorno de pánico.
A los 19 años fue ingresada al Hospital San Juan Capestrano, pero no vio ningún resultado. Dijo que el servicio fue “ineficiente” porque nunca sintió que le proveyeron un análisis individualizado de sus condiciones para determinar cuál era el mejor tratamiento o terapia para ella.
Diálogo intentó buscar una reacción del San Juan Capestrano sobre esta situación pero no estuvieron disponibles.
La joven concluyó que una hospitalización parcial de siete días es un tiempo determinado que solo presiona a las personas para sentirse mejor rápidamente.
Indicó que renunció a sus tratamientos psiquiátricos porque su plan no le cubre visitas a psicólogos, y porque considera que las localizaciones de los servicios de salud mental no son accesibles.
Confesó que actualmente se siente “bastante balanceada y con buen apoyo emocional, pero –de vez en cuando– me dan ataques de pánico repentinos incontrolables, y mis características obsesivas compulsivas han estado interfiriendo con mi diario vivir”.
Factores que influyen en la salud mental de los universitarios
La doctora Martínez González opinó que existe una situación seria con los jóvenes universitarios porque es uno de los grupos que más se está afectando con las situaciones que enfrenta el país.
Entre los acontecimientos que influyen en su estado emocional y mental se encuentran la crisis económica de la Isla y la recuperación luego del paso del huracán María el pasado 20 de septiembre de 2017.
“Se ha creado un ambiente de inestabilidad que causa muchísima ansiedad, y más todavía cuando evaluamos estudiantes de la Universidad de Puerto Rico”, explicó la doctora.
La especialista resaltó que la salud mental de los jóvenes universitarios del sistema UPR se ve aún más afectada con paralizaciones como las huelgas, al igual que con el aumento en la matrícula que se avecina en agosto de este año.
Por otro lado, Jiménez Chafey indicó a Diálogo que el proceso de independencia de los familiares es un factor que afecta la salud mental porque muchos jóvenes están asumiendo responsabilidades con las que no contaban. Añadió que es una etapa en la que muchos estudiantes se preparan académicamente y trabajan a la vez, por lo que genera más estrés.
La directora de Dcode recomendó que, para manejar los síntomas que afecten la salud mental, las personas deben cuidar mejor su salud física, dormir por ocho horas, comer cada tres horas y organizar mejor su tiempo. Además se debe buscar ayuda profesional.
Se utilizó el seudónimo Sofía para proteger la identidad de la entrevistada.
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