
SOBRE EL AUTOR
Soy estudiante de la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Medicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR). También soy egresado del Recinto de Río Piedras. Llevaré a mi Alma Mater y sus enseñanzas conmigo por siempre. Así como la vasta mayoría, si no la totalidad del estudiantado del Sistema de la UPR, estoy absolutamente en contra de los recortes descabellados que se le pretenden hacer a nuestra Institución. Igualmente, siendo estudiante de una de las profesiones de la salud, me opongo a los recortes propuestos para el Sistema de Salud de nuestra Isla.
Ambos recortes tendrían consecuencias devastadoras para las generaciones del presente y del futuro. Por un lado, los recortes a la UPR ponen en riesgo a la Institución educativa más importante de la Isla, lo que afecta a sus miles de estudiantes actuales y a los que están por venir. Por otra parte, los recortes masivos al Sistema de Salud ponen en riesgo el bienestar de cientos de miles de puertorriqueños que se benefician de la Reforma. Ambos recortes deben ser de suma preocupación para cualquiera que viva en esta Isla y no solo para los estudiantes.
Históricamente, los estudiantes siempre han tenido un rol protagónico en la protesta de cuestiones que afecten la Isla entera y lo seguirán teniendo. Ahora bien, en los últimos días, desde que se celebró la asamblea general de estudiantes en mi recinto, ha sido palpable la animosidad y las diferencias que existen entre varios grupos de estudiantes que tienen una forma de pensar diferente.
Claro está, la inacción no va a resolver los problemas a los que se enfrenta nuestra Universidad y nuestro País. Sin embargo, criticar a un estudiante solo porque no está de acuerdo con una huelga indefinida tampoco es la actitud necesaria en estos momentos. Menos aún cuando muchos de los estudiantes con este pensar tienen ideas constructivas e igual de válidas para la resolución del problema. De hecho, muchas veces las personas que tienen buenas ideas se esconden por temor a ser criticados por ellas. Esto contradice precisamente el espíritu de hacer un paro o una huelga, que es fomentar el diálogo.
Por tales razones me gustaría hacer un llamado de unidad a todo el estudiantado. Esto es un asunto que claramente nos compete y nos afectara a todos, independientemente de nuestra ideología. Debemos comenzar por respetarnos y dialogar civilmente entre nosotros como estudiantes y futuros colegas, antes de hacer demandas y exigencias hacia otras entidades. Hay que alejarse de una mentalidad puramente destructiva y de desplazar la culpa hacia X o Y y concentrarnos en llegar a una solución armoniosa y expedita para que, así, nuestros compañeros de los recintos restantes puedan continuar con sus estudios.
Utilicemos las energías negativas que pudiéramos tener en contra de nuestros propios compatriotas y convirtamos eso en ideas constructivas para la resolución de uno de los problemas fiscales más importantes de nuestro tiempo. Lo dejo en sus manos y confío en que en esta lucha la Educación y la Salud triunfarán.
El autor es estudiante del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.