ST POELTEN, Austria (Reuters) – El austríaco Josef Fritzl, conocido como el “monstruo de Amstetten”, pidió hoy disculpas desde “el fondo del corazón” por encerrar a su hija en un sótano y violarla durante 24 años, mientras que la fiscalía pidió para él una condena de cadena perpetua. El hombre de 73 años, que tuvo siete hijos con su propia hija Elisabeth, se declaró culpable de incesto, violación, esclavitud y asesinato, por negligencia, en la muerte de un hijo nacido en el sótano en 1996. “Ya no puedo hacer nada respecto (a lo que ocurrió) (…) Lamento esto desde el fondo de mi corazón”, dijo Fritzl en la declaración final de su juicio. El juez y el jurado se retiraron a deliberar sobre el veredicto y la sentencia, esperados para la tarde este jueves. Según la ley austríaca, una declaración de culpa no es suficiente para condenar a alguien. Fritzl revirtió el miércoles su declaración inicial y admitió su culpa en todos los cargos presentados contra él, tras estremecerse al escuchar a Elisabeth, de 42 años, en un testimonio en video de 11 horas de duración. El abogado de la defensa, Rudolf Mayer, confirmó reportes de que Elisabeth había participado el martes en el juicio y dijo que Fritzl estaba “devastado” cuando la vio en la galería mientras el video era exhibido. Si el tribunal de ocho personas lo halla culpable de asesinato, enfrenta una sentencia máxima de cadena perpetua y una mínima de 10 años. La fiscal principal Christiane Burkheiser dijo que Fritzl había degradado a Elisabeth a “una condición de dependencia total y la había tratado como si fuera de su propiedad”. Dijo también que Fritzl cometió asesinato porque demoró 66 horas en buscar atención médica para el bebé que falleció, que sufrió problemas de respiración causados, en parte, cuando su cordón umbilical se enredó en el cuello. No hizo nada por salvarlo y lo dejó morir conscientemente. El abogado defensor Mayer, quien asegura no tener nada que ver con el sorpresivo cambio en la declaración de su cliente, indicó que Fritzl espera pasar el resto de su vida en prisión, aún cuando bajo la ley austríaca una confesión puede llevar a una sentencia reducida. La fiscalía pidió que lo envíen a un hospital psiquiátrico. El tribunal puede determinar que permanezca allí por un tiempo indefinido, independientemente de la sentencia. Fritzl admitió su responsabilidad por la muerte de un bebé, que falleció poco después de nacer en el sótano ubicado en la central ciudad de Amstetten, en 1996. “Esperaba que el pequeño sobreviviera, pero debería haber hecho algo. No sé por qué no ayudé. Simplemente perdí de vista (el problema)”, declaró el miércoles ante la corte. La fiscalía dijo que Fritzl violó de forma reiterada a su hija ante la mirada de los niños, encerrados bajo su casa en la pequeña localidad central de Amstetten, utilizándola como si fuera de su propiedad. Los niños cautivos nunca habían visto la luz del día. “Su necesidad básica era el poder. Se trata de la dominación, del poder, del control”, dijo la psiquiatra Adelheid Kastner, que evaluó a Fritzl antes del juicio, en su testimonio acerca de la sexualidad del acusado. El diario austriaco Kurier dijo que Elisabeth estaba físicamente presente en la sala el martes, pero pasó inadvertida. Mayer se negó a comentar sobre este detalle pero dijo que había gente entre el público que no conocía. Los abusos de Fritzl salieron a la luz el pasado abril, cuando llevó al hospital a su hija de 19 años Kerstin, la mayor de las nacidas en cautiverio, gravemente enferma. Elisabeth y sus seis hijos, tres de los cuales vivieron en el sótano desde su nacimiento, viven ahora en un lugar no revelado bajo nuevas identidades. Tres de los niños fueron criados por Fritzl y su mujer Rosemarie, después de que él dijera que Elisabeth los había abandonado y se había unido a una secta.