Las primarias han pasado. La primera justa política de nuestro ciclo electoral ha concluido sin novedades, una vez más. Sin embargo, hay algo que sí puede resaltarse y que seguramente es de conocimiento general: han sido un desastre. No solo por la desorganización, los incidentes y otros males que aquejaron la jornada, sino más bien, por sus resultados. No hay nada sorpresivo o estimulante en ellas. Quizás, unos datos que merecen resaltarse. Si consultamos datos oficiales de la Comisión Estatal de Elecciones, el descenso participativo ha sido dramático. Las primarias de 2008, en conjunto, reflejaron más de un millón cuarenta mil votos. Estas últimas apenas ha pasado el umbral de los seiscientos mil. Sobre cuatrocientos mil votos menos. No puede ignorarse el hecho de que el éxodo de puertorriqueños a los Estados Unidos tiene un fuerte vínculo con estos resultados, sin embargo, miremos más profundamente. Mientras que en 2008 los novoprogresistas alcanzaron casi 760,000 votos y los populares más de 280,000, en este ejercicio apenas han sobrepasado los 460,000 y los 160,000, respectivamente. Sería muy simple pensar que más de 300,000 novoprogresistas se han ido, al igual que 120,000 populares, pues hay de otras ideologías o abstenidos que también han partido, temporal o permanentemente. También sería simple argüir que la merma se debe al éxodo y no a un rechazo a la hegemonía de ambos partidos en el poder alternadamente. Tal vez, y sólo tal vez, más allá de las primarias, hay un cambio en la mentalidad electoral, sólo que es difícil apreciarlo por ser elecciones cerradas a un elector en particular.
Lo que sí podemos apreciar claramente es que los partidos de poder no tienen el deseo ni el compromiso de transformarse. Si tomamos como muestra los equipos legislativos por acumulación que vuelven a presentar a las próximas elecciones para ambas cámaras, los novoprogresistas repiten nueve de sus doce candidatos y los populares ocho. El 70% entre ambos partidos repiten a la legislatura. Quienes no repiten, o bien se han retirado o correrán en otros puestos electivos. Igualmente, los “emergentes”, son figuras ya conocidas en los partidos desde otras plataformas. En fin, nada nuevo. ¿Cómo pretendemos transformar el País con partidos vetustos e inamovibles? Por suerte, hay esperanza y nuevas posibilidades. Estas primarias son sólo una quinta parte del electorado llamado a votar en noviembre próximo.
Por otro lado, las primarias estadounidenses en la Isla revelan una información que es muy difícil de ignorar. Las interpretaciones podrían ser variadas, sin embargo, los resultados hablan por sí solos. Las primarias demócratas, las que más entusiasmo levantan en la Isla, durante el ejercicio realizado en 2008 registró más de 387,000 votos. Por el contrario, durante el ejercicio realizado en 2016 apenas sobre pasaron los 88 mil votos. ¡300 mil votos menos! ¿Qué ha pasado? De primera instancia pensaríamos que la drástica reducción de colegios electorales tuvo un gran efecto adverso. Esto puede ser cierto pues mientras que en 2008 se instalaron sobre mil setecientos colegios, en 2016 apenas sobrepasaron los 300. Ahora vayamos a las republicanas. Durante el ejercicio de 2012, participaron en la primaria republicana más de 125,000 puertorriqueños. Por el contrario, durante el 2016 apenas sobrepasaron el umbral de los 40 mil votos. Las diferencias entre ambos partidos es abismal y no faltará quien diga que el éxodo puertorriqueño es la principal causa de este dramático descenso, lo que no se puede negar, tenga sus influencias. Lo peor es, quizás, que las primarias estadounidenses en la Isla resultan en un ejercicio inútil, pues son sólo eso, primarias que no nos otorga peso alguno en el momento crítico.
Lo interesante radica en el hecho que desde el 2012 el número de electores activos o hábiles ha ido en aumento. El 2012 esperaba en las urnas sobre unos 2,400,000 votantes. En este ejercicio de 2016 se esperaban poco mas de 2,850,000, número que se espera crezca según se acerca la fecha para las Elecciones Generales. Parece ser que el descontento hacia la metrópolis colonial se manifiesta de alguna forma, más ahora con las intensiones y decisiones recientes.
Los partidos tradicionales continúan perdiendo votos de electores que experimentan con otras opciones, al menos en las elecciones puertorriqueñas claro o de puertorriqueños interesados en el proceso anglosajón. Igualmente, los resultados de estas primarias pudieron generar unas cuantas fisuras más. Quedan poco más de cuatro meses para la verdadera cita. Si queremos transformar a Puerto Rico, de nosotros depende. Sólo este próximo noviembre sabremos cómo piensa el pueblo. Todo es posible.