Por siglos, la industria de la moda se ha conocido como un espacio elitista y cerrado basado en la creación de mitos idílicos que aluden al deseo de las masas de obtener una vida lujosa y perfecta. Las revistas han sido uno de los canales para evocar este estatus social y económico como una gran aspiración que, para la gran mayoría, es simplemente inaccesible. Publicaciones como Vogue, Harper’s Bazaar y ELLE han provisto una visión limitada de la industria por medio de editoriales de alta moda y críticas que dictan las tendencias a seguir.
Sin embargo, con la llegada de la era digital, la dictadura ha sufrido un golpe democratizador por parte de los nuevos medios dirigidos por otredades de diversidad étnica, cultural y social. Los blogs de moda han provocado un fenómeno de democratización, expansión y globalización de la industria de la moda haciéndola accesible a las masas con un solo click.
El 2005 marcó un momento histórico en la revolución digital y de la industria de la aguja: el primer blog de moda comenzó a ganar éxito alrededor del mundo. Con la ayuda de Facebook y las otras plataformas de redes sociales que le siguieron, el filipino Bryan Grey Yambao, mejor conocido como Bryan Boy, lanzó su blog del mismo nombre sin tener idea de lo que estaba a punto de desenlazar.
Muchos otros jóvenes tuvieron ideas similares. Le siguieron las estadounidenses Tavi Gevinson de Style Rookie y Jane Aldridge de Sea of Shoes, la japonesa-americana Rumi Neely de Fashiontoast y la británica Susie Lau de Style Bubble. El contenido de estos blogs no emulaba el estilo de alta moda de las grandes revistas. Por el contrario, estos jóvenes publicaban su vestimenta diaria, que en su gran mayoría eran piezas confeccionadas fuera de los ateliers de las grandes casas de moda.
Estos pioneros del fashion blogging se colocaron a la vanguardia de la industria obteniendo aceptación de diseñadores de renombre, quienes entendieron el efecto masificador que traería el abrazarlos como aliados. En poco tiempo, los blogueros de moda se convirtieron en invitados de honor de muchos diseñadores en sus desfiles de moda. Ya no importaba cuántos editores veteranos estuviesen en primera fila si no había un bloguero que reportara a las audiencias digitales.
Desde ese entonces, los blogueros de moda se han convertido en afuereños dentro de la industria, a quienes se les ha dado acceso a un mundo que previamente era exclusivo. Así lo manifestó Leandra Medine, bloguera y escritora de moda del portal Man Repeller, durante una charla. Ésta se considera como una “forastera en el mundo de la moda, a quien se le ha permitido cierto acceso pero solo está ahí para informar a los que están afuera”.
Por otro lado, muchos han cuestionado el estatus de “extranjero” de estos blogueros, pues, con los años, se ha tergiversado el concepto original del “blog de estilo personal”, como se le conoce a estos portales. Lo que comenzó como un manifiesto a las tendencias callejeras y a la democratización de una industria elitista, se ha convertido en una copia digital de las revistas de moda impresas.
De esta manera lo criticó Suzy Menkes, reconocida escritora de moda, en su ensayo El circo de la moda publicado en T Magazine: “Con el deseo de obtener regalos y viajes pagados a los desfiles de moda, solo algunos blogueros pueden ser vistos como críticos en el significado original de árbitro visual y cultural”. El argumento de Menkes recae en cuán genuina es la labor de estos blogueros que generan ingresos por intercambios monetarios y materiales con las casas de moda.
Sin duda, en la era digital, la moneda más valiosa en una densa comunidad de seguidores en las redes sociales. El que uno de estos blogueros se vista de un diseñador o promocione su nuevo producto significa que millones de seguidores querrán seguirle los pasos.
Y es así como la gran mayoría de estos jóvenes pasaron de ser otredades de clase media a protagonistas del lujo. De acuerdo con un reporte de Women’s Wear Daily de este año, una gran cantidad de blogueros han generado sobre $1 millón anuales por comisiones de ventas en su página, eventos, promoción de productos, entre otros. Tal es el caso de blogs como The Blonde Salad, Song of Style y Pink Peonies.
La transformación gradual de la función de los blogueros de moda ha incitado grandes debates sobre el futuro de este campo y la credibilidad de estos individuos. Para la bloguera Leandra Medine “se necesita crear un código de conducta en el área de los blogs de moda porque nunca va a dejar de existir”. Mientras tanto, jóvenes que juraron serle fiel a la democracia, siguen subiendo en la jerarquía dictatorial del consumismo.
Trabajo realizado para el curso Redacción Periodística II de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.