La oxitocina –o como muchos la conocen, “la hormona del amor”– ha demostrado tener diversos usos terapéuticos, pero su mecanismo de acción aún es pobremente entendido.
Para comenzar, la oxitocina es un neuropéptido sintetizado en el hipotálamo, que puede ser secretado hacia el torrente sanguíneo a través de la pituitaria posterior o mantenerse en el cerebro como un modulador neuronal.
Si es secretada al torrente sanguíneo, promueve en las madres el movimiento de la leche en los senos para ayudar en la lactación. Incluso, estimula las contracciones uterinas durante el parto. Se ha estudiado también la posibilidad de una correlación entre los niveles de oxitocina en el plasma y la emoción negativa.
En el caso de ser mantenida en el cerebro, como modulador neuronal, esta hormona ha demostrado tener potencial para promover comportamientos sociales. Por ejemplo, se ha observado un potencial terapéutico en la administración de oxitocina intranasal para el tratamiento de autismo, ya que parece fortalecer interacciones sociales que a menudo son perjudicadas en personas con autismo.
Aunque se sabe de todos las aportaciones de la oxitocina al organismo, su mecanismo de acción aún no es completamente entendido. Este artículo pretende mostrar un poco cómo funciona la llamada “hormona del amor” a la luz de lo que revela la ciencia.
Los experimentos donde se ha estudiado la oxitocina se realizan mayormente en los roedores conocidos como prairie voles, no solo por el comportamiento social que expresan, sino por la tendencia que presentan a mantenerse monógamos también. También se han realizado estudios con los mandarin voles, unos roedores de origen asiático.
Un experimento en que se administró oxitocina –por medio de cánulas intracerebrales– directamente al núcleo accumbens (una estructura del cerebro a la que se le vincula con el sentimiento gratificante de las relaciones sociales) de unos mandarin voles aumentó la preferencia de un ambiente social. Sin embargo, no se afectó la ansiedad, indicando que son mecanismos distintos. Otro experimento demostró que es posible que la oxitocina aumente el sentimiento gratificante de las relaciones sociales.
También se realizó otro estudio para analizar la relevancia de la oxitocina en las relaciones sociales, incorporando el concepto de empatía. En este experimento se observó la expresión de empatía en los prairie voles.
Se contempló específicamente el tipo de consuelo que le ofrecían estos animales a otra rata de su especie que se encontraba bajo estrés (se le provocaba estrés intencionalmente para propósitos de este experimento). Los roedores de este caso consolaban a sus compañeros ansiosos a través del acicalamiento social, que es una actividad que, en animales gregarios como estos, implica limpiar o cuidar la apariencia de otro individuo de su especie. Estas acciones les ayuda a reforzar sus relaciones y estrechar sus lazos familiares y de pareja.
Interesantemente, con la presencia de un antagonista (una sustancia que provoca el efecto contrario) de oxitocina, se redujo significativamente la cantidad de acicalamiento que hacían y, por ende, la expresión de empatía de parte de los roedores, evidenciando así la importancia de la oxitocina en la activación de estos mecanismos.
En cuanto a la ansiedad, debemos primero entender la función del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA). La activación de este sistema se correlaciona con sentimientos de estrés ya que juega un rol importante en adaptar al cuerpo para cualquier amenaza a su alrededor. Se ha visto que, a través de la potenciación de receptores GABAa en el núcleo paraventricular hipotalámico, la oxitocina reduce la actividad del eje HHA y, por ende, reduce la ansiedad.
De los experimentos analizados para este artículo, se podría inferir que una porción significante del mecanismo de oxitocina en la promoción de comportamientos sociales se debe a una activación de receptores de oxitocina en el nucleus accumbens que conlleva la movilización de anandamida (una sustancia con efectos relajantes muy parecidos a la marihuana) y de esta manera un aumento en el sentimiento gratificante en las relaciones sociales.
Quizás nos preguntamos: ¿por qué tenemos que conocer el mecanismo de oxitocina si ya observamos que tiene potencial terapéutico en personas con autismo, por ejemplo?
Una razón puede ser que, si no conocemos el mecanismo, no se pueden predecir eficientemente los efectos secundarios. Podríamos darle una droga a un paciente para tratar una condición, pero le podemos estar creando otros problemas sin saber. No solo esto, sino que el entender un mecanismo nos puede conducir al entendimiento de otro y, de esa manera, desarrollar aún más fármacos o mejorar otros que ya son obsoletos.
Se mencionó anteriormente que la oxitocina moviliza la anandamida en el núcleo accumbens y provoca comportamientos sociales similares a los que provoca la marihuana. Pero, ¿podría la oxitocina tener potencial de abuso como la marihuana? Aún hay muchos interrogantes al respecto. Es por ello que se debe entender lo mejor posible el mecanismo de la droga antes de soltarla al mercado. Sin embargo, esto no nos debe desmotivar ni abrumar. Debemos aspirar a conocer, sin pensar en la ganancia a corto plazo.
La oxitocina parece tener potencial terapéutico, pero aún nos falta mucho por conocer de ella.
El autor es alumno de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras. Este texto constituyó el proyecto final del curso Bases psicofarmacológicas de la adicción a drogas (BIOL 3576), que dictó la doctora Carmen Maldonado en el recinto riopedrense.
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