Para crear un ambiente propicio para la investigación académica se necesita un número de factores claves, tales como fondos para reclutar investigadores y pagar por los costos de sus proyectos, acceso a tecnologías y materiales científicos, sistemas institucionales que apoyen el día a día de la investigación, mentes brillantes y manos diestras.
En Puerto Rico existe mucho talento e interés por las ciencias. Sin embargo, a falta de un número significativo de programas de doctorado y de científicos de postdoctorado, gran parte de la investigación en el archipiélago boricua es realizada por estudiantes subgraduados o de maestría.
Esto hace de Puerto Rico un gran centro de entrenamiento en investigación para subgraduados. De hecho, una proporción significativa de los hispanos que trabajan en las ciencias a nivel de los Estados Unidos son puertorriqueños. Los recintos de Río Piedras y Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico (UPR) son las instituciones de bachillerato de donde provienen el mayor número de hispanos que alcanzan doctorados en ciencia e ingeniería en todos los Estados Unidos, un hecho que es fuente de orgullo para Puerto Rico.
Estudiantes de nivel subgraduado realizan grandes contribuciones al proceso científico, pero la labor de entrenamiento en investigación de estos conlleva tiempo, dedicación y atención, y por lo general los resultados de proyectos subgraduados toman más tiempo y son más incrementales.
Recientemente, en un ensayo publicado en la prestigiosa revista científica "Science", el doctor Franklin Carrero-Martínez, profesor del Departamento de Biología de la UPR-Mayagüez y miembro de CienciaPR, destacó una situación adicional que se presenta a raíz de la alta dependencia de investigación académica en estudiantes subgraduados: la fuga de talento cada verano cuando muchos de estos estudiantes emprendedores salen del archipiélago boricua para participar en programas de investigación en Estados Unidos.
Carrero-Martínez se ha destacado por su investigación en el desarrollo y la plasticidad de las conexiones neuronales y recientemente ganó uno de los premios Merck de Innovación en Salud. Sin embargo, a pesar de tener un programa de investigación activo, también ha dedicado parte de su tiempo a identificar mejores maneras de atraer a estudiantes hispanos a las ciencias y a considerar las barreras para la investigación competitiva en Puerto Rico.
En entrevista con CienciaPR, el Carrero-Martínez clarificó que no se opone a que los estudiantes de bachillerato participar en programas de verano. Por el contrario, sabe de primera instancia que este tipo de experiencia ayuda a ampliar el crecimiento académico, profesional y personal de los estudiantes y les permiten familiarizarse con diferentes programas de doctorado y a aumentar sus posibilidades de entrar a la escuela graduada. Durante sus años de estudiante, él mismo participó de programas de verano en Escocia, Tennessee e Illinois, oportunidades que le abrieron puertas en su carrera profesional.
Según el planteamiento del profesor, las universidades del exterior con programas graduados competitivos deberían preocuparse de que el intercambio de talento durante los veranos sea recíproco. Al asegurar una relación recíproca, no sólo se benefician los investigadores de las instituciones en Puerto Rico, sino que también se mejora el entrenamiento en la investigación que los subgraduados reciben al hacer las experiencias de verano más integradas y coordinadas con la investigación de los estudiantes en Puerto Rico el resto del año.
Algunas de las recomendaciones de Carrero-Martínez para establecer programas recíprocos incluyen promover posiciones de investigación de verano donde el laboratorio externo ayude al estudiante a entrenarse en técnicas o temas de investigación que sean de relevancia para las investigaciones en su institución hogar.
Asimismo, para el experto los mentores en universidades puertorriqueñas deberían ser más proactivos en aconsejar a sus estudiantes sobre instituciones y colaboradores con los cuales participar. Además, recomienda que los investigadores busquen establecer colaboraciones con los mentores de verano que ayuden a que la experiencia del estudiante perdure aun después de que haya concluido su experiencia de verano.
Otro modelo que sugiere Carrero Martínez, es programas institucionales donde haya un movimiento bidireccional de talento entre las instituciones con programas graduados competitivos y las instituciones enfocadas mayormente en entrenamiento de subgraduados. Por ejemplo, estudiantes graduados o postdocs de Estados Unidos podrían viajar en los veranos a Puerto Rico a entrenarse en técnicas de enseñanza y a su vez realizar investigación.
Fuente CienciaPR