
El añoro por regresar a la tierra natal es un tema con el que estamos muy familiarizados como puertorriqueños. Hace solo medio siglo que fuimos protagonistas de una diáspora que además de ser de las más dramáticas en la historia, concibió una literatura vasta y rica. Para muchos autores, la única forma de volver a mejores tiempos no era con un pasaje y una maleta, sino con el papel y la pluma. Tal vez por eso se nos hace fácil crear una conexión con el autor Louis-Philippe Dalembert, que el pasado viernes, 11 de octubre en el Festival de la Palabra 2013, habló sobre la creación de una obra en medio de un peregrinaje infinito en una presentación titulada “Un camino de palabras para volver a casa”.
Oriundo de Puerto Príncipe, Haití, Louis-Philippe Dalembert ha dedicado una gran parte de su vida a viajar el mundo, usando el bolígrafo para trazar tanto su odisea física como su trayectoria emocional. Estar en marcha es un tema fundamental en la vida y obra de Dalembert, y sin embargo se disgusta al ser descrito como un errante. Él no siente que es un hombre sin rumbo, sino alguien cuyo destino está en el movimiento en sí.
“No soy un hombre auto-exiliado. La palabra exilio tiene una connotación política. Una persona exiliada no puede volver a la casa. Nadie me niega el acceso a Haití. Suelo utilizar más la palabra vagabundeo. Es decir, el pasar conscientemente de un sitio a otro sin condena política u ordenanza religiosa. Pasar y vivir de un país a otro por elección propia”, comentó el ganador del Premio Casa de las Américas.
Este “vagabundeo”, como algo que crea tensión entre la infancia – mirada por la cual él todavía ve el mundo – y la adultez, está en el fondo de su obra y fue el tema principal de la charla magistral. Su primera novela autobiográfica, El Lápiz del buen Dios no tiene Goma (1993), trata sobre un personaje que vuelve al hogar de su infancia luego de 25 años de estar ausente, solo para encontrar que la ciudad que él había dejado ya no existe. Dalembert habló sobre esta preocupación y añoro por los espacios de la infancia.
“El desplazamiento no se hace solo en el espacio. Se hace también en el tiempo. Lo que nosotros recordamos y escribimos es una reinvención de nuestra verdad. Físicamente uno siempre puede volver, pero en tiempo uno no puede. El Puerto Príncipe que yo conocí es único. Es por eso que cuando hablo del país-tiempo, estoy hablando de la imposibilidad de volver”, explicó Dalembert.
A pesar de actualmente reside en diferentes partes del mundo, principalmente en Berlín y Paris, no cabe duda cual es su hogar. Louis-Philippe Dalembert es un novelista, poeta, cuentista, y ensayista, pero antes de todo, el es un chico de Puerto Príncipe. Un caribeño cuyas circunstancias extraordinarias lo llevaron a diferentes partes del mundo.
“Ahora que he vivido en todas partes, sueño con vivir en casa. Ganas tengo de detenerlo todo y de regresar a mi país, a la infancia”.