BRASILIA- Ignorando las críticas de quienes temen que lazos cercanos con Irán podrían dañar las ambiciones de Brasil en el escenario diplomático mundial, el presidente Lula se reunió con Mahmoud Ahmadinejad en Brasilia en la primera parada de una gira del líder iraní por Sudamérica, que incluye escalas en Bolivia y Venezuela. Irán se encuentra bajo presión internacional para que acepte un acuerdo que permitirá que envíe su uranio enriquecido al extranjero para que sea convertido en combustible, que será devuelto para su uso en instalaciones médicas en Teherán. Lula ofreció apoyo a Ahmadinejad y simultáneamente lo instó a buscar el diálogo con Occidente. “Reconocemos el derecho de Irán a desarrollar un programa nuclear pacífico en cumplimiento de los acuerdos internacionales”, declaró Lula en un discurso preparado para una conferencia de prensa con Ahmadinejad. El líder brasileño luego miró a su invitado y dijo: “Lo aliento a seguir participando con los países interesados para buscar una solución justa y equilibrada al tema nuclear iraní”. Las potencias occidentales aceptan que Irán tiene derecho a desarrollar un programa nuclear con fines civiles, pero quiere restricciones para evitar que Teherán construya armas nucleares y han dicho que la República islámica fue descubierta construyendo instalaciones nucleares en secreto.
Irán insiste que su programa es sólo para propósitos civiles. Funcionarios de Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Alemania, Rusia y China están instando a Irán para que reconsidere su rechazo de un acuerdo redactado por Naciones Unidas que busca aplazar la capacidad potencial de Teherán para fabricar bombas al despojar al país de la mayor parte de su uranio enriquecido. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, advirtió sobre sanciones contra Irán “en cuestión de semanas” si Teherán no acepta la propuesta. Ahmadinejad, quien ha llamado a Lula su “buen amigo”, explicó que Irán aún está abierto a un acuerdo, pero que los países occidentales no han mostrado voluntad política para alcanzar un acuerdo. “Queremos alcanzar un acuerdo justo”, declaró Ahmadinejad, agregando que Irán desea un mundo libre de armas nucleares. Ahmadinejad, en su primera visita a la potencia económica emergente, buscó comparar el programa nuclear iraní con el de Brasil, diciendo que el país sudamericano había enfrentado intentos de las potencias occidentales para limitar su acceso a tecnologías avanzadas.
Brasil, que ha renunciado a las armas nucleares, está desarrollando su propia tecnología para enriquecer uranio como parte de su programa de energía nuclear, y se ha asociado con Francia para desarrollar un submarino nuclear.
Políticos de oposición han criticado a Lula, expresando su preocupación por el programa nuclear iraní, su negación del Holocausto y abusos de derechos humanos. Cientos de manifestantes protestaron en Río de Janeiro y Brasilia. La Federación Israelí del estado de Sao Paulo publicó un aviso en periódicos brasileños en el cual una víctima del Holocausto muestra un número de identificación tatuado en su antebrazo. “Señor Ahmadinejad, los números no mienten”, reza el anuncio. Lula usó la ocasión para ingresar al campo minado de la política de Oriente Medio, defendiendo tanto la creación de un Estado palestino y el derecho de Israel a existir en seguridad. Evitando ofender a su anfitrión, Ahmadinejad no mencionó a Israel. La cita se llevó a cabo luego de visitas a Brasil en las dos últimas semanas del líder palestino Mahmoud Abbas y el presidente israelí, Shimon Peres, que instó a Lula a ayudar a contener las ambiciones nuclear de Irán. Los críticos de Lula aseguran que Brasil, que busca un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, tiene poco que ganar al aproximarse a Ahmadinejad. José Serra, gobernador del estado de Sao Paulo y probable candidato opositor en la carrera presidencial del próximo año, aseguró que la visita contradice los principios democráticos de Brasil. “Una cosa es relaciones diplomáticas con dictaduras y la otra es darle la bienvenida a sus líderes en tu casa”, escribió Serra en una columna de opinión publicada el lunes en el periódico local Folha de Sao Paulo.