En el 2012, nadie anticipó la genialidad de Magic Mike liderada por la dirección de Steven Soderbergh, ni mucho menos su mercado meta. El sector femenino resultó mayormente desilusionado luego de una película que no trataba exclusivamente sobre el cuerpo del stripper, mientras que la crítica aclamó al filme por esta misma razón.
Cinco años después, Soderbergh le pasa el batón de la dirección a Gregory Jacobs para Magic Mike XXL, en lo que termina siendo una secuela innecesaria, pero divertida.
La película comienza tres años después de los eventos de la primera, con el mismo grupo de strippers que conocemos: Mike (Channing Tatum), Big Dick Richie (Joe Mangianello), Ken (Matt Bomer), Tito (Adam Rodríguez) y Tarzan (Kevin Nash). La ganga se encuentra coja luego de que Dallas, personaje que interpretaba Matthew McConaughey, la haya desertado para crear otro espectáculo independiente.
Mike, quien había abandonado el grupo para manejar su propia compañía de mudanzas, acepta una invitación de Richie para ser parte de una última presentación en una convención de strippers. Así, Mike se une al viaje en autopista que sirve como un tipo de terapia para las situaciones personales por las que pasan estos artistas masculinos.
Lo que se pierde con Magic Mike XXL son los valores especiales que ganó su predecesora con el elemento sorpresa. Los que ya han presenciado la primera –les haya gustado o no– conocen lo que se van a encontrar en su secuela.
Mientras que el efecto de lo impredecible ya no se puede utilizar, lo sexual y carnal todavía está presente para el sector que le interese. Sin embargo, hasta este elemento baja de intensidad para Magic Mike XXL. En la superficie, el largometraje se coloca en el borde de ser un “guy movie” para los hombres que quieran reírse un rato junto a sus amigos y par de cervezas.
Lo que sí se puede aplaudir de la película es la inclusión de personajes femeninos con más autoridad como lo es Rome, una propietaria de otro club de strippers interpretada por Jada Pinkett Smith. Al igual, Andie McDowell regresa a la pantalla grande con una participación mínima como Nancy, una madre divorciada en busca de aventura.
Es decir, que la mujer no es completamente degradada a ser un ente que suelta billetes encima de un conjunto de abdominales.
De cierta forma, lo que refleja la secuela es cómo Jacobs trató de imitar el estilo de Soderbergh. El filme no es un desastre como para quitarle mérito a Jacobs como director, sino que no es completamente el Magic Mike que conocíamos aun cuando Soderbergh participa como cinematógrafo y editor.
No obstante, el público se divierte con las incidencias de este grupo. Una de las escenas que sobresalen presenta a un Richie drogado que le baila a una empleada de una gasolinera al son de Backstreet Boys.
Efectivamente, el conjunto actoral es lo que brilla en esta secuela. Aquello que acompañaba la totalidad de la primera película ahora es una cualidad que salva la secuela por completo
Todos –desde Tatum hasta Bomer y Gabriel Iglesias, quien interpreta al animador del grupo– entregan un trabajo actoral que hace al público cuestionar cuánto de estos largometrajes son improvisados cuando, en realidad, todo está meticulosamente calculado.
Magic Mike XXL resulta ser una película en donde no pasa nada; la idea de una trama normal y común se echa a un lado. Jacobs, como Soderbergh en la primera, emula un estilo de realismo que, como hemos visto en muchos filmes recientes, plasma muy bien en la pantalla grande.
Dicho de otro modo, la vida real es aburrida y, a veces, no pasa nada pero pasa todo a la vez. He aquí lo interesante y lo complejo de la humanidad.
Al igual que su predecesora, Magic Mike XXL es una exhibición en donde se demuestra que el cuerpo y lo sexual no lo es todo, un diálogo tanto para hombres como para mujeres. El ser humano como objeto tiene muchísimas cualidades que lo desmitifican de ser simplemente una cosa: las mujeres son reinas que son alabadas por los strippers que son curadores.
El problema recae en que ya se había visto el tema para el 2012. Si bien es refrescante ver hacia dónde apunta Hollywood con sus mejores entregas, no necesitábamos otra Magic Mike.