Marina Walker Guevara tiene una voz ágil, de esas que escogen cada palabra con la precisión de un reloj suizo. De una rigurosidad similar a la que entrega al periodismo investigativo en el que se ha destacado hace ya más de 20 años.
Es martes al mediodía y nos habla desde Washington D.C. Antes de cualquier pregunta, lanza una: “Entonces, ¿de qué medio eres?”, consulta con la costumbre artesanal que le obliga la profesión. Luego de escuchar atenta un brevísimo resumen de las tres décadas de Diálogo, la subdirectora del Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (ICIJ, por sus siglas en inglés), parece más aliviada y le abre las puertas a la conversación.
La corroboración de datos, entonces, parece ser una de las primeras claves que, sin querer, regala Walker Guevara sobre lo que debe guiar a la investigación periodística.
En 2016, el nombre de la periodista argentina retumbó a nivel internacional por haber sido la responsable de coordinar uno de los trabajos investigativos de mayor trascendencia a nivel global: los llamados ‘Panama Papers’.
Catalogado como la filtración informática más importante desde Wikileaks en 2007, los Panama Papers abrieron una caja de pandora sobre millones de documentos de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca que daban luz sobre un esquema de paraísos fiscales y evasión contributiva y que fue filtrado por una fuente no identificada al periódico alemán Süddeutsche Zeitung.
“[Los Panama Papers] cambiaron el periodismo para siempre porque nos presentó a los periodistas un desafío que nunca antes habíamos enfrentado. Nunca antes nos habíamos encontrado una filtración de tal tamaño, tanta cantidad de documentos que lleguen a una organización periodística con conexiones a 200 países del mundo, que apuntan a todo un mundo secreto de finanzas y de negocios que, básicamente, pasa por todo un agujero negro que son los paraísos fiscales”, reflexiona Walker Guevara, quien en 2016 recibió el Premio Perfil a la Libertad de Expresión Internacional por esa investigación.
Todo cambio histórico conlleva desafíos y, en algunos casos, pérdidas. La periodista acepta que la gestión con esa investigación no solo tuvo retos humanos, sino que conllevó superar escollos tecnológicos, egos y abrirse a una nueva experiencia de colaboración global nunca antes vista en el campo periodístico.
“Había habido colaboraciones más pequeñas y puntuales. Fue poder hacerle frente a esos desafíos, descubrir esa metodología y aplicarla exitosamente con los Panama Papers, lo que muestra que los periodistas podemos unirnos a nivel global, así como se han unido personas en otras áreas académicas, política, militar, hasta los criminales trabajan juntos. También poder publicar esas historias de interés público que eran tan urgentes y hacerlo de una manera mancomunada y al unísono y sí, dejando los egos de lado, porque no era nadie que se iba a ir con la primicia solo, sino que la verdadera estrella de los Panama Papers era la historia en sí misma”, recalca.
También hubo confianza, pues trabajar con sobre 200 periodistas de cerca de 70 países traía el riesgo de cualquier filtración que, por pequeña que fuera, ponía en juego un buen tiempo dedicado a la investigación.
“Les hicimos entender [a los periodistas] que esto era una situación histórica, que estábamos en esto juntos, que era un desafío que enfrentar juntos y que, al mismo tiempo, era vulnerable. Solo bastaba a que una persona antepusiera sus intereses personales o el hambre por la primicia de su medio, para que el esfuerzo de cientos de periodistas en el mundo, muchos de ellos en países represivos y enfrentando situaciones muy difíciles, vieran su trabajo y esfuerzo tirado por la borda”, abunda.
Ilógico no invertir en periodismo investigativo
Para una periodista que ha dedicado más de dos décadas a temas en profundidad sobre el deterioro ambiental a causa de empresas mineras, la economía mundial en paraísos fiscales y la mafia de cigarrillos en la llamada “triple frontera” de América del Sur, el periodismo investigativo es una de las herramientas más eficaces para cuestionar, fiscalizar y hasta derrumbar los poderes sociales.
La realidad, en cambio, es que cada vez son menos las empresas de medios que separan una partida de su presupuesto para periodistas investigativos. En Puerto Rico, por ejemplo, son escasos los trabajos –capitaneados casi siempre por el Centro de Periodismo Investigativo– que atienden este género.
El peligro, esboza Walker Guevara, es la fragilidad que ese descuido provoca en las sociedades democráticas en las que cada vez más se reprimen las voces disidentes y se priorizan las posturas oficialistas.
“La democracia siempre pierde cuando el periodismo no juega el rol fundamental que es el rol de contralor del poder. En ese sentido, me cuesta entender la lógica de las empresas de medios que no invierten en periodismo de investigación”, reacciona la también galardonada con un premio Pulitzer.
Y es que, para la experta, “está ampliamente demostrado que la gente quiere leer y hasta pagar por ese contenido en profundidad, que agrega valor, que da contexto, que revela algo que no es sabido”.
“La gente está ávida –especialmente en esta época de tanta confusión global– por leer este tipo de historias. Por eso, en grandes periódicos en Estados Unidos y otras partes del mundo siguen invirtiendo en periodismo de investigación, porque es lo que los diferencia y les da reputación. Me llama la atención que los medios de comunicación vean el periodismo de investigación como una carga o como un gasto. Es una gran miopía”, opina.
La poca prioridad a la investigación también se topa con el empeño que guía a los medios en la actualidad sobre métricas, números y audiencias; en fin, la era del Google Analytics en el periodismo.
Sin embargo, para la periodista el problema no radica exclusivamente en esa obsesión por el clic, sino a que no exista balance al punto de que las métricas intervengan en la labor de los reporteros investigativos.
“Creo que es muy importante que los medios de comunicación se den cuenta de que el periodismo de investigación es lento y de largo aliento que requiere inversión. Entonces, si al periodista de investigación se le está constantemente demandando que produzca notas diarias, semanales o mensuales y además de eso que produzca una investigación, lo que están haciendo es contraproducente”, destaca.
De ahí que toda esta realidad lleve a Walker Guevara a concluir que colaboración y las redes de alianza entre medios y periodistas son las apuestas más viables para lo que, a su juicio, debe ser el futuro inmediato del periodismo.
“Las historias que estamos queriendo contar son demasiado complicadas, demasiado globales y en las que hay intereses demasiado poderosos en juego. La red de periodistas nos protege, porque diseminamos los riesgos entre muchos y multiplicamos los recursos. Al final del día es una buena ecuación”, sostiene.
¿Periodismo sin fronteras?
Walker Guevara continua tejiendo palabras como si se encontrara de cara a un cierre de edición. En esa vorágine llegamos a lo que fue el punto de partida del encuentro telefónico. Y es que la periodista se presentará este viernes en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico para dirigir la conferencia Periodismo sin fronteras: redes, tecnología e impacto a las 10:00 a.m. en la Escuela de Arquitectura. El evento forma parte de varias actividades organizadas por la Escuela de Comunicación (COPU) como parte de la cátedra de Periodismo Ángel Ramos.
“Más allá de la tecnología, ¿realmente podemos hablar de un periodismo sin fronteras?”, lanzamos de este lado del mapa.
“Absolutamente. Creo que el periodismo actual es y debe ser un periodismo sin fronteras. Siempre digo que la corrupción es local, pero también es parte de un esquema global. En ese caso, es sin fronteras. Es importante el trabajo local, el conocimiento y el acceso que tiene el periodista de Puerto Rico, por ejemplo. Pero, al mismo tiempo, sabiendo que la mirada tiene que estar puesta hacia arriba y a las conexiones con la región y con el mundo”, batea la experta.
La premisa va más allá al cuestionarle cómo percibe esa mirada, tomando en cuenta la represión que atraviesan periodistas de diversas latitudes, como quedó evidenciado en el informe sobre la situación de los derechos humanos 2017-2018 de Amnistía Internacional en el que se documentan casos de contención y hasta muerte de periodistas y bloggers desde América Latina hasta diversos países de África.
“Es cierto que en algunos lugares hay niveles inusitados de represión y hay unos países que es casi imposible llegar. Y no estoy hablando únicamente de un país como Corea del Norte, sino como Arabia Saudita, donde nosotros no hemos logrado tener un periodista de investigación que pueda trabajar con sus mínimos derechos garantizados, luego de publicar una investigación. Es una realidad la represión de una prensa libre en el mundo, pero, por otro lado, no estamos viviendo en el año 1950 cuando solo había quizás un telégrafo o un teléfono para comunicarse. Estamos en el momento de la revolución de las comunicaciones, de la era digital, donde quizás uno no tenga acceso a documentos o entrevistas en nuestro país, pero sí se tiene el acceso a esa información o mejor información en otros países”, confía la laureada periodista.
Redes sociales, “fake news” y responsabilidad mediática
Si bien Walker Guevara observa las nuevas tecnologías de información y comunicación –como las redes sociales– como una ventaja social incluso para la práctica periodística, reconoce los escollos que provoca la naturaleza inmediata de estas plataformas.
“Las redes sociales cumplen un rol valioso de diseminar información. También hemos visto como son susceptibles a ser manipuladas y utilizadas. Se requiere lectores que sepan diferenciar la información sólida, chequeada y no de rumores”, aconseja.
Precisamente, en un foro reciente en España convocado por la Alianza de Medios Líderes en Europa (LENA, por sus siglas en inglés) y el Parlamento Europeo, varios directivos de medios del Viejo Continente responsabilizaron a las redes sociales, a los internautas que viralizan intencionadamente informaciones falsas y a los tabloides por el auge el ‘fake news”. Entonces, ¿qué parte de la responsabilidad deben asumir los medios en este asunto?, preguntamos.
“Una de las cosas que los periodistas pueden hacer para contrarrestar las noticias falsas es tratar de ser lo más transparentes posibles con la información que les proveemos a los lectores. Poder compartir la mayor cantidad de data que se ha utilizado en una investigación. En un momento de manipulaciones incluso política de la información, todos los esfuerzos que podamos hacer los periodistas no son poco para recuperar la confianza de los lectores y que vean con hecho, no con palabra, que pueden confiar en nuestros trabajos”, añade.
Investigación, universidad y ¿futuro?
En aulas locales, cada vez más los estudiantes muestran desapego con temas rudos, como la política y la economía e incluso hay muy poco espacio para la realización de periodismo investigativo en la universidad. No obstante, para Walker Guevara esta no es una tendencia exclusiva de Puerto Rico, sino que es algo que ha visto en diversos puntos de Estados Unidos.
Para atacar esa deficiencia, recomienda a las autoridades universitarias a alentar a los estudiantes por medio de la adquisición de profesores, personas que den cátedras, seminarios y que estimulen el pensamiento de periodismo de investigación, y “no uno teórico, sino aplicado”.
“Hay casos muy lindos en Chile, Estados Unidos o Perú donde los mismos periodistas que están creando centros de periodismo investigativo independiente también están afiliados a las universidades. Por un lado, veo que falta eso, pero por otro hay muchos ejemplos reparadores. Pero se necesita compromiso de las esferas más altas de la universidad para que eso sea así”, menciona la subdirectora del ICIJ.
Ya con sobre 30 minutos marcados en el teléfono, Walker Guevara no se limita a exhortar también los estudiantes que recién salen al campo profesional del periodismo a no conformarse con las ofertas institucionales y procurar entrar a modelos de periodismo investigativo de vanguardia.
“El periodista de investigación se hace, pero también se nace. Uno tienen que tener esa inquietud adentro, ese inconformismo y esas ganas de cambiar al mundo y creer que el periodismo es una forma de poder cambiar al mundo”, advierte minutos antes de despedirse con una calidez ahora más cercana salpicada por su inconfundible acento argentino.