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Con el fin de preservar la riqueza lingüística que posee China, se creará una biblioteca sonora que aúne todos los dialectos e idiomas hablados en dicho país. A pesar de que el chino mandarín es el único idioma oficial del país y se utiliza tanto en centros educativos como en medios de comunicación, conviven alrededor de 300 lenguas y dialectos más, usados principalmente por minorías étnicas como el tibetano, mongol, manchú y uigur. Con el proyecto se buscan proteger estos sistemas lingüísticos ya que “dialectos y lenguas comunes a distintas culturas están cambiando rápido, y muchos están en peligro de extinción”, señaló Li Yuming, un alto cargo de la citada comisión. Esta iniciativa no es nada fácil, puesto que el chino se divide en cientos de hablas regionales (cantonés, shanghainés) que podrían ser consideradas por su gran diferencia con el mandarín como lenguas independientes, si no fuera porque la escritura de todas ellas y la del idioma oficial es prácticamente la misma. La base de datos comenzó a grabarse en 2008. Recoge conversaciones de chinos sobre tradiciones, música, cultura e historia local. Para documentar las lenguas, se graba y utiliza la voz de cuatro hablantes de lengua en cuestión, cada uno habla durante unas dos horas aproximadamente. En un artículo de la Revista Ñ del diario El Clarín, Li no dio muchas cifras concretas sobre participantes y dialectos recopilados, pero destacó que la cantidad de datos que se recogerá será “gigantesca”, y que se visitarán 10.000 comunidades del país para llevar a cabo las grabaciones. El experto destacó a su vez, que esta base de datos también puede ser útil en el futuro, por ejemplo, para una mejor asistencia en caso de catástrofes naturales a aquellas personas de China que no hablan un mandarín estándar o simplemente lo desconocen. Li recordó, a este respecto, que durante el terremoto de Sichuan de 2008, que afectó a minorías de pueblos remotos de montaña (como los tibetanos o los qiang), muchos afectados a veces no se entendían bien con los operadores de los teléfonos de emergencia, lo que retrasó operaciones de rescate y ayuda a las víctimas. Pero esta base de datos no sólo ayuda en catástrofes sino que preserva estos sistemas idiomáticos que, aunque cambiantes, de otro modo podrían extinguirse por completo.