México entró en la etapa más compleja de su relación con Estados Unidos, con el comercio y la migración como las mayores líneas de confrontación, y críticas al gobierno por su respuesta a la crisis.
El republicano Donald Trump, presidente estadounidense desde el 20 de enero, ha marcado como una de sus prioridades la de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994 entre los dos países y Canadá, y amenaza con abandonar el acuerdo de no conseguir sus propósitos.
En lunes 23, el presidente mexicano, el conservador Enrique Peña Nieto, delineó en un acto especial los 10 objetivos en la nueva relación con Estados Unidos, incluidos el respeto al flujo de remesas e inversiones hacia México, la deportación ordenada de indocumentados y el intercambio comercial dentro del TLCAN.
Además, el gobernante citó que la negociación con su vecino se basará en los principios de soberanía nacional, respeto al estado de Derecho, visión constructiva y propositiva, la integración norteamericana y negociación integral de los temas dentro de la relación bilateral.
Peña Nieto y Trump se encontrarán el 31 de este mes en Washington, en lo que dará una señal sobre si la propuesta del mexicano de “diálogo y negociación” suavizará el plan del magnate estadounidense de imponer un muro, incluso físico, con su vecino al sur del río Bravo.
Desde Los Pinos, sede de la presidencia mexicana, se trató de enviar el mensaje al nuevo inquilino de la Casa Blanca, de que su oferta es de una relación de “ganar-ganar”, frente a un paquete de medidas económicas y sociales que, se aduce, generaría un nexo de “perder-perder”.
En el acto, el secretario (ministro) de Relaciones Exteriores, Luís Videgaray, recordó que, en estados como el fronterizo de California, las exportaciones a México garantizan 566,000 empleos, situación repetida en otros como Indiana, Pensilvania y Texas, donde de las ventas al vecino dependen 880,000 puestos de trabajo.
Cuatro días antes de asumir Trump, Peña Nieto decretó la repatriación temporal de capitales para personas y empresas, a cambio de beneficios impositivos, en un intento por preservar las inversiones en el país, ante la anunciada ola proteccionista proveniente del norte.
Pero Enrique Dussel, coordinador del Centro de Estudios China-México de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México, subrayó que los argumentos de Trump no son “económico-comerciales” sino “políticos”, y que por tanto las respuestas deben ir en esa dirección.
Ese tema “no se ha comprendido en la dimensión correcta. Si alguien, como algunos funcionarios mexicanos, busca convencer a Trump de que el TLCAN tiene bondades, no está entendiendo de lo que se trata”, explicó a IPS.
El académico lamentó que México “no esté preparado y está institucionalmente muy debilitado” para renegociar el TLCAN, pues “no hay una propuesta mexicana de modernizarlo, está en una postura defensiva, es una mala estrategia”.
El tratado, se argumenta aquí, ha dejado réditos a la maquila textil, tecnológica y automotriz y a la agroexportación, pero en cambio colocó en números rojos a sectores fundamentales como la agricultura.
“La evaluación de la renegociación tendría que ser muy transparente, acotada y vigorosa. Cualquier subvención para los productores estadounidenses debe reflejarse en México, de manera proporcional, para no quedar en desventaja”, planteó a IPS el activista campesino Alfredo Acedo.
“El gobierno tendría que dar muestras de actuación fuerte respecto a los intereses de los productores mexicanos”, añadió el portavoz de la no gubernamental Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas.
Debido a su vecindad y al TLCAN, Estados Unidos es el principal socio comercial de este país. México se concentró los últimos 20 años en su relación con Estados Unidos, en detrimento de sus nexos con otros países, con el saldo de una balanza comercial muy poco diversificada y también deficitaria.
Según cifras oficiales preliminares, en los primeros 11 meses de 2016, México exportó al mundo $340,697 millones y de los cuales 275,858 tuvieron como destino Estados Unidos. Las importaciones, en tanto, totalizaron $353,860 millones, 163,719 millones de ellos procedentes del vecino del norte.
Durante la accidentada campaña electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca, el magnate hizo de México su objetivo preferido de ataques y promesas.
Entre ellas la de completar un muro fronterizo, la renegociación del TLCAN, la deportación de al menos dos millones de indocumentados con antecedentes penales y altos gravámenes a empresas estadounidenses que fabriquen en México.
Trump estudia un impuesto a las remesas que los indocumentados en Estados Unidos transfieren a sus familiares para financiar un muro que separe los 3,200 kilómetros de frontera compartida.
“La amenaza es peor de lo que pensábamos. Es el problema de pagar la incapacidad y la falta de voluntad del gobierno (mexicano) para enfrentar a Trump”, dijo a IPS la especialista Laura Carlsen.
Antes de tomar posesión, Trump logró que al menos dos grandes compañías cancelaran inversiones millonarias en México, al imponerles tasas de ingreso altas para sus productos.
Incluso, ha amenazado con imponer un arancel de 30% a los productos mexicanos que entren en Estados Unidos. Empero, el actual gravamen para las importaciones procedentes de este país promedia la tasa de 1.5%.
“El gobierno dice estar preparado, pero no hay nada. Su respuesta es enunciativa y discursiva. No esperamos mayor protección”, criticó a IPS la activista María García, de la Coalición Binacional vs. Donald Trump.
Durante los primeros 11 meses de 2016, las remesas enviadas al país por migrantes en Estados Unidos totalizaron $24,630 millones, casi el mismo nivel de las llegadas durante el año precedente, cuando sumaron 24,700 millones, según datos oficiales.
En agosto, Peña Nieto invitó a Trump a Ciudad de México con el propósito de sensibilizar al multimillonario conservador, recién llegado a la política y candidato republicano sobre los puntos de vista del país, pero sin lograrlo.
Días después, Videgaray -el artífice de la malograda visita-, renunció a la Secretaría de Hacienda. Este mes, Peña Nieto lo rescató para la cartera de Relaciones Exteriores, por su buena relación con el entorno del nuevo presidente.
Tal nombramiento encierra la idea de que la diplomacia mexicana se circunscribirá a la relación bilateral, en cuyo ámbito tratará de lidiar con el incómodo mandatario y sus promesas electorales.
Dussel sugirió el acercamiento a otros mercados, como China, el segundo socio comercial mexicano.
“Hay docenas de propuestas y evaluación de relación con China. Ojalá alguien optara por orientarse hacia China. Hay que ver qué cosas han funcionado y qué cosas necesitan ser revisadas”, alentó el académico.
Acedo propuso recuperar la soberanía alimentaria, fortalecer el mercado interno, desestimular las importaciones y fomentar el consumo de productos nacionales.
“Nuestra propuesta pasa por la construcción de una resistencia nacional y binacional. Rechazamos actos de imposición y arbitrariedades”, subrayó Carlsen.