
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
(El dinosaurio, Augusto Monterroso)
—¿Olvida usted algo?
—Ojalá.
(El emigrante, Luis Felipe Lomelí)
Soy un Adán que sueña con el paraíso, pero siempre me despierto con las costillas intactas.
(Cláusula III, Juan José Arreola)
Una jaula salió en busca de un pájaro.
(El destino, Franz Kafka)
Estos son ejemplos de algunos microcuentos o microrrelatos más populares y unos de los más compartidos en las redes sociales.
Este género literario, que consiste de textos que narran una historia de forma condensada, tiene la brevedad como su característica principal. Los acontecimientos se sintetizan para retar al lector a crear su propia conclusión sobre la situación planteada. Expone situaciones que tienen giros repentinos y pocos personajes, su descripción ambiental es mínima, y usualmente presentan un desenlace inesperado.
Según microcuento.es, el microcuento se ha convertido en un formato fácil de usar, y eso, unido al uso extendido de redes sociales, hace más propenso el consumo de contenidos breves. De acuerdo al portal, Twitter funge como la red social donde más se difunde este género, pues su restricción de caracteres hace más complicada la redacción del contenido, pero a la vez más intenso, y emocionante.
“El carácter abierto y retórico, su situación narrativa incompleta, su final imprevisible y abrupto, estimulan una actividad lectora semióticamente hipercodificada”, añade María Isabel Larrea, profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad Austral de Chile, en su ensayo “Estretagias lectoras en el microcuento” (2004).
“He considerado que la brevedad, y el fragmentarismo son estrategias del emisor para desarrollar, en mejor forma, la actividad cooperativa del receptor”, anotó.
Uno de los relatos de más auge y múltiples interpretaciones es El dinosaurio de Augusto Monterroso, con el que inicia este artículo. Este microcuento no es nuevo, pero su circulación en las redes lo hace tan vigente como entonces. Fue interpretado hace 19 años por Carlos Mellizo, periodista de Nueva Revista, una publicación cibernética de política, cultura y arte.
“En pleno siglo XX, este animal prehistórico ha venido a atacarle, y el personaje, tratando de evitar una muerte horrorosa, ha despertado para librarse de las garras de su enemigo”, analizó Mellizo.
También evaluó una posible connotación sexual. “Se trata de una mujer que despierta, su hombre sigue allí, en la cama; un hombre al que, no sabemos si peyorativa o afectuosamente, ella ha dado en llamar dinosaurio”, especuló. Continuó diciendo que el apelativo antagónico puede ser dado por la brutalidad del hombre en el acto íntimo, o simplemente por su virilidad.
Otros microrelatos en la red
Cuando caperucita soltó sus miedos se dio cuenta de que el lobo era parte de ella. #Microcuento
— Palm ☕ (@panquecitos3) April 26, 2018
– Tiene usted un corazón.
– Pero doctor, ¿cómo ha podido pasarme a mí esto?#Microcuento— Esteban Belmonte (@BelmonteEsteban) December 29, 2014
En el hospital se enamoró de su paciente. Una pena ser forense. #microcuento
— Carlos Di Urarte (@CarlosDiUrarte) April 30, 2018
«”No echéis el cerrojo, que afuera hay monstruos, y esta noche, les he invitado a beber”» — @villafdezmario #microcuento
— Microcuento (@microcuentoES) December 29, 2017
Hubo una vez.#microcuento
— fugaz (@vxrst) February 17, 2017
De escritores, periodistas, actores.
Mereces la pena
pero capital. #microcuento— Carlos Mayoral (@LaVozDeLarra) December 17, 2014
Yo, que tanto
Yo, que todo
¿Y qué, yo?
Sin ti, igual da #microcuento— Mónica Carrillo (@MonicaCarrillo) January 13, 2018
Dicen que en el infierno cada vez que entra o sale alguien se escucha a algún presidente de compañía eléctrica gritando “cierra la puerta que se va el calor” #microcuento
— Beatriz Rico (@bearicoactriz) December 23, 2017
Desde que ella no se anda por las ramas, él la echa de menos y la espera, cada noche, en el mismo árbol.
🐒😥#microcuento— Dani Rovira (@DANIROVIRA) November 20, 2017
Diálogo conversó con Alexandra Pagán Vélez, profesora de Humanidades en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPRRP), sobre este cautivante género.
“Para mí el microcuento es una apertura, una provocación, debe proveer pistas suficientes para que el lector genere el cuento en su mente”, comentó.
La autora de El diccionario y el capitán, planteó que el microcuento es un texto narrativo que requiere que el lector tenga claro los referentes textuales de la obra, más que en ningún otro. “Creo que responde a la estética de este tiempo que es fragmentada, ágil, y más que antes, conceptual”, opinó.
Utilizó como ejemplo un minirelato de Ángel García, titulado La última cena, que lee así: “El conde me ha invitado a su castillo. Naturalmente yo llevaré la bebida”.
De acuerdo con la profesora, para descubrir que el cuento habla sobre el conde Drácula, hay que hacer varias interacciones. “Incluso, el título no podría ser descubierto sin cierta cultura”, adujo.
“Sabemos que la última cena se refiere al cuadro de [Leonardo] Da Vinci y que a su vez alude al momento en que Cristo dijo a los discípulos: ‘esta es mi sangre’, pues se unen las piezas. En ese sentido los microcuentos son a veces más selectivos a la hora de concebir un lector”, clarificó.
Pagán Vélez afirmó que la síntesis, el sentido del humor y la capacidad conceptual del microcuento lo hacen un subgénero difícil, pero a la vez muy rico. “Comparte con el aforismo esa capacidad de sugerir y llegar a lo profundo”, acertó, añadiendo que lo que provoca al lector desde un punto estético, es muy placentero.
Sobre la popularidad del género, Katrien De Hauwere escribió en el ensayo “El microrrelato en América Latina: el canon argentino” (2007): “El cuento [microcuento] es el género que más se ha destacado en el panorama literario de los últimos años, encarnando en un número creciente de escritores, jóvenes sobre todo”, estimó.
De Hauwere entiende que en un mundo cada vez más acelerado, el arte ha de refugiarse en la brevedad. La autora sumó que el microcuento es perfecto para eso porque permite experimentar e indagar nuevos territorios narrativos.
“Nuestro mundo contemporáneo está lleno de momentos fugaces, momentos de tránsito y así las historias ultracortas caben bien dentro de este espectro”, agregó. Adjuntó lo dicho a la celeridad creciente de la era tecnológica, que impone al mismo tiempo un intervalo reflexivo y recupera el placer de la contemplación.
Microcuento en Puerto Rico
El profesor de literatura española e hispanoamericana en la UPR, Rafael Acevedo, distinguió a dos escritores puertorriqueños en el género del microcuento: Christian Ibarra y Gretchen López.
“Ibarra publicó hace diez años La vida a ratos, con los que demostraba dominio de la concisión del lenguaje para crear mundos narrativos en pocas palabras”, articuló. Sobre López, Acevedo habló sobre su libro Nueve, en el cual yacen 81 relatos divididos en nueve partes.
“Entre las habilidades de esta escritora está la de crear súbitos thrillers y relatos siniestros en una decena de palabras”, subrayó.
El profesor opinó que ambos autores encuentran los tipos fundamentales del microrrelato, y que no abandonan la narración, refiriéndose a la secuencia la acción, por lo que se diferencian de los autores de aforismos.
Acevedo aseguró que los microrrelatos se encontraron tan temprano como el Siglo 13, “en Calila e Dimna, 1265, que llega al español desde el persa a través del árabe, hay narraciones muy breves que hoy llamaríamos microrrelatos”, explicó.
“La cosa existía antes de ser nombrada. Salvando las distancias, claro”, subrayó.