Parecería que a la gente de Luquillo le importa el Corredor. Al menos eso pudo comprobar Diálogo el pasado sábado durante la celebración del 6to Festival del Tinglar. En efecto, el logo de la Coalición Pro Corredor Ecológico del Noreste adornaba las casas, negocios y pechos de muchas personas de ese pueblo y de otros.
En esta ocasión, las camisas predominaban aún más pues celebraban la llegada del animal que se ha convertido en el representante de esa área: el tinglar.
“Tin, tin, tin, tin”, cantaban muchos con un ritmo tropical en la Plaza de Luquillo ante el comienzo de la parada de apertura del festival. Allí se reunieron grandes y pequeños, vestidos con caparazones hechos de cartón y otros -en especial niños- se vistieron de pulpos, estrellas de mar y marineros; algunos se pintaron de azul imitando a los na’vis de la película Avatar. Con ese panorama colorido, y justo al lado de la playa, el evento se perfilaba a ser una actividad llena de buenas vibras y diversión.
Al mismo tiempo, la sede de la actividad estaba forrada de carpas blancas que albergaban a varias entidades privadas, gubernamentales y sin fines de lucro que se destacan por promover otro estilo de vida y un mayor respeto por la naturaleza. En una de estas se encontraban un grupo de ciudadanos que conformaron la organización sin fines de lucro Kome Cocos, que se dedica a limpiar y rescatar áreas verdes, dar charlas de educación ecológica y orientar a los visitantes de las playas de Luquillo sobre la importancia de la conservación de ecosistemas circundantes.
El público disfrutó de la simulación de la llegada de un tinglar.
Asimismo, entre las organizaciones que se dieron cita estuvieron el Sierra Club, los organizadores del programa de reciclaje de Luquillo, la Sociedad Islámica, entre muchos otros que expusieron sus iniciativas ambientales. En un pequeño espacio a lo largo del día distintos niños participaron en la confección de un mural hecho con materiales reciclables.
Por su parte, una de las mesas, de una tienda que promovía sus productos, llamaba la atención una máquina de compostar que se pone en la lacena, como si fuera un zafacón cualquiera. Exhibían también unas libretas con figuras de elefantes que parecían ser de materiales reciclados. Lo eran, pero sólo una cuarta parte. El 75% de estas libretas estaba hecho de excremento de elefante, dándole un nuevo significado a su caratula. Las maravillas ecoamigables no se terminaban ahí. Y es que, al ver mi emoción con lo que tenían sobre la mesa, sacaron un bulto que tenía paneles solares para recargar equipos electrónicos.
De otra parte, mientras se intentaban vender botellas, utensilios y otras cosas más, en la tarima se presentaron varias Por ejemplo, se hizo honor al alcalde de Luquillo, José M. González Ortiz, quien destacó la importancia de conservar el ambiente, mientras que Camilla Feibelman, una de las organizadoras del evento, continuó su reclamo de que se devuelva la reserva natural del Corredor en su totalidad.
En la actvidad varias agrupaciones artísticas hicieron honor al tinglar.
De igual manera, también se dirigió a los presentes el director ejecutivo del Sierra Club, Michael Brune, quien dijo que espera que la próxima vez que vuelva con su familia a Puerto Rico el Corredor esté a salvo de la construcción de hoteles y otros complejos turísticos.
En los alrededores era evidente el apoyo a ese reclamo. Aproximadamente 8 mil personas asistieron al evento y de estas una gran parte exhibió carteles alusivos a la protección de la región y vitorearon cuando Feibelman hizo su exhortación.
Los más emocionados fueron los niños, que pasaban por la mesa de Diálogo buscando al tinglar para tirarse una foto con él. Ahora sólo queda esperar por él, esperar que no se pierda entre el cemento que se siembra en Puerto Rico.