Las expresiones provocadas por el anuncio de la candidata independiente Alexandra Lúgaro, hace unos meses, han estado dirigidas a ubicar a los partidos políticos bajo una misma descripción: ‘Todos los partidos son iguales’. Los partidos políticos tienden a ser detestables para los ciudadanos, o al menos así lo expresa mucha gente, incluso quienes votan por ellos. Ante esto, las candidaturas independientes surgen como un intento de acabar con el monopolio partidista que hay en las elecciones. Pero, ¿Cómo se organizan las candidaturas independientes? ¿Cómo funcionarían de llegar al poder? ¿Cuánto realmente distan de los partidos políticos que conocemos? ¿Son una opción viable para sustituir a los partidos políticos? Debemos cuestionarnos por qué en Puerto Rico hay tanta antipatía hacia los partidos y cuál sería una posible alternativa a este problema.
Un partido político se tiende a estructurar alrededor de todo el país con el fin de organizar la competencia electoral. Como tienen la intención de ganar votos, los partidos realizan promesas de campaña y publican un programa de gobierno que rige la promoción electoral con la intención de obtener cargos públicos. Hay muchas razones por las cuales los partidos políticos tienden a ser desagradables, entre estas mencionaremos solo tres que no necesariamente son las más importantes.
En primer lugar, está su tendencia a la hipocresía. Los políticos o candidatos se ven obligados a expresar ideas y posturas con las que a veces no están de acuerdo. Esto es necesario para mantener la cohesión y disciplina de partido, por lo que si expresan su verdadera postura pueden perder apoyo del elector y de su base. La apariencia de disciplina y cohesión les permite a estos grupos presentarse ante el público como una institución con un proyecto seguro, sin limitaciones y con posibilidades de convertirse en ley. Como consecuencia, parte de la población (que no apoya a este partido) percibe la hipocresía de los políticos, a veces ridícula y exagerada. De ahí que se les califique, en su conjunto, como hipócritas, interesados, antipáticos y ‘buscones’.
Por último, los partidos resultan antipáticos porque son maquinarias en busca del poder político capaces de controlar todos los puestos de la alta jerarquía y de “venderle el alma al diablo” con la intención de obtener votos y puestos públicos. Aunque de fondo esto es una realidad intrínseca, en muchos países pueden existir partidos que busquen más que eso y estos son, en general, los que tienen un proyecto ideológico: social, político o económico. De obtener los puestos de poder, los partidos contratan a la mayor parte de sus miembros con el fin de tener un apoyo incuestionable. Esto pone en ventaja a los afiliados sobre los no afiliados, y tiende a verse por parte de los no afiliados como algo injusto y descarado. Una gran parte de la población no suele gozar de esos privilegios y, por ello, se convierte en una buena razón para recriminar a los partidos políticos.
Aunque estos defectos del sistema de partidos que hemos mencionado se dan en gran parte del mundo, las alternativas a vías partidistas han tenido éxitos relativos y, a veces, no muy efectivos. Estas alternativas suelen ser características de lo que se ha denominado como democracia directa. Entre estas, se considera la iniciativa ciudadana, la consulta ciudadana, elecciones revocatorias y las candidaturas independientes. Aunque esta última, se podría decir, se aleja un poco de la democracia directa.
Las candidaturas independientes pretenden quitarle el monopolio que tienen los partidos políticos en la presentación de candidatos ¿Cuáles son las principales diferencias y similitudes entre los partidos políticos y las candidaturas independientes? Una primera aproximación es la organización y el número de miembros que las manejan. El hecho de ser una candidatura independiente no descarta que haya un grupo importante de personas impulsándola. De igual forma, los partidos tienen un alto número de miembros organizados alrededor de todo el país con el fin de impulsar el proyecto partidista.
Se espera que las candidaturas independientes, como su nombre lo indica, sean individuales o, un grupo reducido de personas. No obstante, sería ingenuo pensar que un individuo sin equipo de trabajo sería más eficiente y exitoso. Todo lo contrario, un amplio equipo de trabajo permite que la candidatura difunda su mensaje con mayor amplitud. De manera, que las posibilidades de ganar se encuentran sujetas a que se tenga un grupo de trabajo y de apoyo. Podemos reducir la primera diferencia entre las candidaturas independientes y los partidos a que los partidos cuentan con un equipo más amplio al de las candidaturas independientes, pero estas últimas requerirán en algún momento de mayores recursos.
¿A qué o a quién responde la candidatura independiente? Sabemos que los partidos responden a ampliar sus votos; a conseguir puestos de trabajo en el gobierno para repartirlos y así mantener su base de apoyo; a mantenerse solo como partidos consiguiendo los votos necesarios; pero también pueden responder a una ideología. Las candidaturas independientes pueden fácilmente responder a lo anterior, pero también, al intento de un político por sobrevivir en la vida pública o financiera, el interés de alguna élite económica por impulsar alguna agenda pro-empresarial; al interés de un individuo por ser reconocido; a un interés comunitario, entre algunas otras.
Pero ¿cómo podemos conocer cuáles son los intereses de las candidaturas independientes? Esta pregunta nos lleva a la otra diferencia entre partidos y candidaturas independientes: su modo de financiación. En algunos países las candidaturas independientes reciben un incentivo con algunas condiciones (e.g. recoger alguna parte del dinero). En otros lugares, no hay financiamiento público para estas candidaturas. En estos casos, el interesado, de una u otra manera, debe contar con recursos para conseguir y mantener seguidores que le permitan gestionar un buen trabajo. Por ello, personajes adinerados como Ross Perot pueden mantener una campaña duradera pero sin éxito. En contraste, un líder comunitario cuenta con recursos humanos que le provee la misma comunidad. Su difusión, con un poco de esfuerzo, podrá llevarse a cabo porque ya se le ha reconocido por su labor desinteresada. De manera, que tenemos estas posibilidades extremas sobre la mesa: por un lado puede ser algún empresario o político profesional, por otro, puede ser un líder comunitario que cuenta con reconocimiento por su trabajo. En el primero, podemos dudar de sus intereses, pero en el segundo tenemos cierta certeza.
Por su parte, los partidos políticos reciben financiamiento privado y público, dependiendo del país. Como los partidos cuentan con más recursos humanos, tienen una mayor financiación que en época de campaña se eleva radicalmente. La candidatura independiente, también, puede recibir apoyo privado y en ocasiones público. Lúgaro, por ejemplo, se jacta de no recibir financiamiento público para su campaña como si esto fuera algo positivo. Pero es muy cuestionable el modo en que se está financiando una campaña porque de no ser con fondos del estado sería un financiamiento privado lo cual nos crea la duda de que la candidatura no responde a un interés público. De recibir un financiamiento privado no sería extraño que en el ejercicio de gobierno responda a los intereses de que quienes financiaron la campaña como es el caso, incluso, de los partidos de mayoría cuando reciben grandes desembolsos de empresarios. ¿Cómo puede un individuo mantener algo tan costoso como una campaña sin recibir dinero público? Es evidente que los partidos pueden responder también a intereses privados pero es más probable que esto suceda con una candidatura independiente que no recibe fondos públicos y que no responde a una comunidad. Al igual que el partido político, la candidatura independiente intentará maximizar ese financiamiento para competir con mayor igualdad. En este sentido, la diferencia del financiamiento se reduce a que el partido político y las candidaturas independientes se financian de modos similares (privado o público), sin embargo, el partido tiende a recibir una mayor financiación, que aumenta paralelo a las posibilidades de ganar.
Otra de las diferencias estriba en el modo de tomar decisiones. Puede percibirse que en los partidos las decisiones importantes las toma un grupo reducido de individuos (caucus). También puede argumentarse que las decisiones que toma ese grupo reducido son de manera unilateral, lo cual no es enteramente cierto. Aunque sea en apariencia, los partidos deben tomar en cuenta a su base de apoyo, lo que da un toque de certidumbre a su toma de decisiones. El partido político, cuando menos, aparentará discutir los asuntos con su base pero manteniendo su liderazgo intacto y sin ponerlo en riesgo. Un candidato o un líder que sea muy autoritario y que no escuche su base encuentra su contrapeso en los procesos internos (e.g. las primarias) o la posible desafiliación o, incluso, en la disminución de recursos. Para poder obtener apoyo, los partidos tienen incentivos para sus miembros, tales como puestos de trabajo, ideologías, posibilidades de pasar alguna política pública, entre otros. Podemos resumir la toma de decisiones de un partido político como una que puede llevarse a cabo fácilmente, pero que su contrapeso puede estar en los procesos internos. La toma de decisiones unilateral por parte de los partidos puede ser cuestionada.
Mañana: ¿Cómo toman las decisiones los candidatos independientes?
Publicado originalmente en el semanario Claridad en tres partes el 9, 16 y 23 de junio de 2015. El autor es egresado del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Puerto Rico. Actualmente realiza el posgrado en Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma Metropolitana en México.