La posible autorización del gobierno mexicano a las cinco solicitudes hechas por Monsanto y Pioneer Hi-Bred, a través de su filial PHI México, para la siembra a escala comercial de maíz genéticamente modificado sobre, al menos, 1 millón 400 mil hectáreas en Sinaloa y Tamaulipas ha puesto en vilo al mundo entero, asegura Pat Mooney, director ejecutivo del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, también conocido como Grupo ETC.
El Premio Nóbel Alternativo 1985 señaló que ésta es la primera vez en la que uno de los cultivos más importantes para la alimentación en el mundo es amenazado en su centro de origen y diversificación.
“Si la contaminación y la destrucción ocurren en México, veremos la destrucción del arroz en Asia, del trigo en el Oriente Medio y de todos los grandes cultivos alimentarios del mundo,” aseguró Mooney.
En entrevista con la revista Contralínea, Mooney advierte que el maíz, principal cultivo de México, de países de América Central y de la humanidad, pretende ser utilizado por las trasnacionales como herramienta para el control político y económico: “Un intento por controlar la soberanía alimentaria y la agricultura en todo el mundo,” observó el Director Ejecutivo del Grupo ETC.
De acuerdo con Mooney, la importancia del control de las trasnacionales sobre el maíz se puede expresar en una cifra: el 45 por ciento de los recursos que éstas gastan en investigación sobre semillas lo destinan sólo al maíz.
El también especialista en agricultura, biotecnología, biodiversidad y nanotecnología resaltó que pese a que los campesinos y los pueblos del mundo han domesticado y desarrollado más de 7 mil cultivos alimentarios, las trasnacionales dedican casi la mitad de los gastos de investigación sólo al cultivo de maíz.
“Esto es porque quieren hacer del maíz muchas más cosas que alimento”, advirtió. Explicó, además, que mientras que en el pasado el desarrollo de una nueva variedad de semillas convencionales le costaba a las empresas 1 millón de dólares, el desarrollo de una variedad genéticamente modificada cuesta alrededor de 136 millones de dólares. “No sólo resulta económicamente ruinoso, sino también riesgoso”, aseguró.
A ello se suma la dificultad para convencer a algunos gobiernos, campesinos y ciudadanos de los beneficios de los transgénicos. Como resultado, las empresas intentan desplazarse hacia la biología sintética. En lugar de transferir genes entre especies, como sucede con los transgénicos, caminan hacia la construcción de ácido desoxirribonucleico (ADN) desde cero.
“Con la biología sintética se pueden construir cadenas de pares base de ADN a partir de nada para construir especies. Así que el genoma del maíz, igual que el genoma humano, ha sido tomado; se toma como base o formato y a partir de ahí se construyen distintas estructuras,” mencionó Mooney.
Además, Mooney subrayó que para las seis grandes empresas, o “las seis gigantes genéticas” (Monsanto, Syngenta, Bayer, Dupont, Dow Agrosciences, Basf), la naturaleza es sólo el punto de partida, una plantilla, un formato, un machote para construir nuevas formas. El especialista afirmó que las trasnacionales han llegado al punto de afirmar que son capaces de generar en un tubo de ensayo más biodiversidad que la existente en la Amazonía.
La biología sintética ha hecho posible que el maíz –que es alimento en México– sea utilizado para producir plásticos, cosméticos, combustibles e incluso químicos. “Ven al maíz no sólo como la base de la alimentación sino como la materia prima para la producción de todo tipo de mercancía”, indicó Mooney.
El experto sostuvo que el maíz es un cultivo extraordinariamente flexible y ello hace que las trasnacionales y sus científicos piensen que el maíz les podría permitir hacer prácticamente cualquier cosa.
“La amenaza a su monopolio consiste básicamente en que México es el centro de origen y diversidad del maíz. La diversidad es una amenaza para las trasnacionales porque significa que podrían existir otras alternativas al control corporativo. Imagínense qué tan enfermo está el mundo cuando a la naturaleza se la denomina competencia”, recriminó.
Con 59 razas clasificadas y miles de variedades nativas distribuidas a lo largo y ancho del territorio nacional, México es cuna del maíz (el segundo cereal más importante en el mundo), centro de origen, diversificación y reservorio genético global del grano.
Por ello, Mooney considera que la lucha que se lleva en México es de vital importancia. “Si logran su cometido y creo que pueden ser exitosos en detener la introducción de maíz transgénico a México, entonces existe esperanza para todos los demás pueblos del mundo de detener la introducción de transgénicos en sus territorios. Si dejamos que las corporaciones ganen aquí, no habrá manera de detenerlas,” finalizó Mooney.