
SOBRE EL AUTOR
A sus 88 años, justo antes de su muerte, Blake Edwards todavía trabajaba con uno de sus mayores éxitos, La Pantera Rosa. Después de casi cinco décadas de hacer reír al público con la serie protagonizada por Peter Sellers, el director murió el 16 de diciembre de 2010 en California por complicaciones de pulmonía.
Según información que divulgó la cadena BBC News, el también guionista escribía dos musicales al momento de su muerte: uno basado en las películas que presentan las aventuras del Inspector Clouseau y otro titulado Big Rosemary, sobre el periodo entre 1919 y 1933 donde la producción de alcohol fue prohibida en Estados Unidos.
“Se mantuvo productivo por tanto tiempo como pudo”, escribió el crítico de cine Roger Ebert, en el obituario que publicó el periódico Chicago Sun Time.
La carrera de Edwards comenzó en los cincuenta en la televisión donde produjo, escribió y dirigió la serie Peter Gunn, que se transmitió en NBC durante tres años. Sin embargo, fue en 1961, el último año de la serie, cuando el director tuvo su primer gran éxito en la pantalla grande, Breakfast at Tiffany’s (1961), protagonizada por Audrey Hepburn. Presisamente, por esa película Edwards recibió una nominación del Directors Guild of America además de ser posicionada número 61 en la lista “100 Years…100 Passions” por el American Film Institute.
Más tarde, en 1963, escribió y dirigió The Pink Panther, filme que engendró otras siete películas dirigidas por Edwards a lo largo de tres décadas, así como dos nuevas versiones protagonizadas por Steve Martin.
Sin embargo, su carrera no giró alrededor de esta serie sino, que el director escribió y dirigió otras películas renombradas como el éxito taquillero de los años 70, “10” (1979), que consolidó al actor Bo Derek como símbolo sexual internacional. Aún más, se le atribuye a Edward la dirección del aclamado musical, Victor Victoria (1982), en el que la actriz Julie Andrews interpretó a una mujer que se trasviste como hombre que a su vez se ve obligado a vestirse de mujer", según el escrito de Ebert.
Edwards dejó estas y muchas huellas cinematograficas que le valieron entre otros reconocimientos el Oscar honorario por su trayectoria en 2004. Fue una “llena de risa, al final, empañada por la enfermedad”, describió Ebert al final del obituario.