Tras siglos de olvido y desprecio por el color de su piel dicen que se cansaron de esperar justicia. Lideresas afrodescendientes de 22 países de América, acordaron crear una plataforma política, que busca en un plazo de 10 años empoderar a las mujeres negras de la región y superar la discriminación de que son víctimas.
“Vamos a pelear con todas nuestras fuerzas para romper con las cadenas del racismo y la violencia por motivos raciales”, dijo a IPS la colombiana Shary García, al concluir la Primera Cumbre de Lideresas Afrodescendientes de las Américas, que se desarrolló en Managua entre el viernes 26 y el domingo 28 de junio, en que participaron 270 delegadas.
García detalló que de los tres días de debates en la capital nicaragüense nació una plataforma de 17 demandas y ejes de lucha, recogida en la Declaración Política de Managua y destinada a desterrar en el continente toda forma de discriminación por una combinación de motivos raciales y de género.
“No fue fácil resumir en 17 ideas las quejas y demandas de 270 mujeres y sus familias, que llevan toda una vida de discriminación, violencia y negación de derechos, pero todas y cada una de las que aquí vinimos sabemos que así comienza el principio del fin de la discriminación histórica”, aseguró.
La dominicana Altagracia Balcácer resumió a IPS que esos 17 ejes los atraviesan transversalmente conceptos como combatir el racismo, demandar vida digna y políticas de superación de la pobreza, exigir el derecho a decidir sobre su futuro y libertad para decidir sobre derechos sexuales reproductivos.
“Las demandas incluyen el detener la violencia hacia las mujeres negras y visibilizar a las poblaciones afrodescendientes en censos y estadísticas nacionales, proteger y dar oportunidades para la niñez, juventud y adolescencia de estas poblaciones”, detalló.
También incorporan, dijo, “proteger el ambiente, ampliar el acceso a los recursos naturales y económicos, garantizar la seguridad y soberanía alimentaria”.
Además, amplió, está “exigir protección y trato digno a los migrantes, demandar el rescate y reconocimiento a nuestro patrimonio cultural, demandar respeto de los medios de comunicación y abogar por la no estigmatización de la gente negra, ampliar el acceso a la justicia y garantizar seguridad ciudadana para las mujeres y sus comunidades”.
Dorotea Wilson, coordinadora general de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD), explicó a IPS que la plataforma no exige el reconocimiento de derechos, sino la aplicación de todos los tratados, leyes y convenciones internacionales que sobre las mujeres afro se rubricaron tras la Conferencia Mundial contra el Racismo, realizada en la ciudad sudafricana de Durban en 2001.
El de Managua “no es un documento de buenas intenciones, es un documento oficial de exigencia y demanda de implementación de políticas públicas de todos los países americanos…, para por fin empezar a reconocer y darle su lugar a las poblaciones negras del continente”, dijo Wilson, de nacionalidad nicaragüense.
“Con esta plataforma, nosotras queremos avanzar en el cumplimiento de todos nuestros derechos en el marco del Decenio Internacional de la Población Afrodescendiente de la ONU”, agregó la lideresa de la RMAAD, presente en 24 países y con sede central en Managua.
La ONU declaró en enero el período 2015-2014 como el Decenio Internacional de los Afrodescendientes, centrado en la protección de los derechos de las personas de ascendencia africana, reconociendo sus aportes y la preservación de su rico patrimonio cultural.
Según la ONU, en América viven 200 millones de personas que se identifican como descendientes de africanos.
Wilson explicó que al culminar el decenio, las mujeres latinoamericanas esperan reducir el nivel de pobreza y documentar con datos fiables e indicadores constatables, la situación real de la población afrodescendiente del continente.
“Si decimos datos fiables es porque nosotras no existimos en las estadísticas actuales, somos invisibles, por eso otro logro de esta cumbre es que en cada país de América vamos a implementar un observatorio de seguimiento de las demandas de esta cumbre”, explicó.
Para este otro objetivo, ellas aseguran contar con el respaldo técnico e institucional de agencias de la ONU, países cooperantes europeos, organizaciones no gubernamentales, defensores de derechos humanos y promotores de derecho de género.
Además, buscarán que su plataforma de demandas sea recogida por la Organización de Estados Americanos para su seguimiento.
La idea, explicó Wilson, es incidir en los Estados para obligarlos a definir políticas públicas a favor de las mujeres y población afrodescendiente; crear métodos de observación y verificación de las demandas que permitan, cuando se realice la próxima cumbre dentro de cinco años, analizar el desarrollo de las propuestas.
La coordinadora general de la RMAAD detalló que los testimonios de las mujeres participantes revelan una percepción de aumento de la violencia de policías y grupos raciales contra la gente negra, sobre todo en Estados Unidos y Brasil, dos países representados en la cumbre.
“En Estados Unidos los crímenes por odio racial se conocen mundialmente, pero por la misma condición de invisibilidad de la población afrodescendiente de América Latina, las muertes violentas por razones raciales en la región no salen a luz pública”, dijo.
Nilza Iriaci refirmó durante su participación en la mesa sobre derechos humanos, que “en mi país, Brasil, los crímenes de odio ocurren a diario, pero no hay escándalo por ello”, en un contexto regional la violencia racial está en aumento. Brasil es el país latinoamericano con mayor población afro.
En 2010, un estudio del Programa de Las Naciones Unidas para el Desarrollo, denominado Población Afrodescendiente de América Latina, actualizado dos años después, reveló que pese a registrarse avances legales e institucionales sobre los derechos de este segmento poblacional, sus condiciones de vida eran en su mayoría de pobreza y discriminación.
Para Vicenta Camusso, representante de las mujeres afrodescendientes de Uruguay, el contexto sigue el mismo de cuando se hizo el estudio. “Es el mismo de siempre: “nuestros derechos y nuestras condiciones de pobreza no han mejorado un ápice”, aseguró a IPS.
Según ella, pese a que en todos los países de la región hay marcos legales a favor de los derechos de las mujeres y de las poblaciones afro, no hay asignación de recursos para su implementación.
“En parte por ello la mayoría de las mujeres afro siguen viviendo en inferiores condiciones de vida frente a mujeres de otra raza y la juventud negra vive el mismo proceso de exclusión y violencia que sus antepasados contemporáneos”, dijo.
“Después de Durbán, poco o nada ha cambiado para la población femenina afrodescendiente de las Américas. Más de 80 por ciento de los afrodescendientes de la región viven en estado de pobreza y desigualdad social, con pocas oportunidades de superación por razones étnico-raciales”, denunció.
Camusso recordó que aquella conferencia contra el racismo surgió a partir de los esfuerzos oficiales de la comunidad internacional para establecer acciones tendientes a combatir el racismo, la discriminación racial, los conflictos étnicos y la violencia asociada a estas formas de discriminación.
La Declaración y Programa de Acción de Durban estableció el compromiso de los Estados, agencias de la ONU, de la cooperación para el desarrollo y de organizaciones privadas y sociedad en general, de “luchar contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y todas las formas conexas de intolerancia”.
Del total de población negra americana estimada por la ONU, poco más de 100 millones serían mujeres que “continúan sometidas a desplazamientos forzados, emigraciones ilegales, criminalización de jóvenes y abusos sexuales”, según el organismo.