Cuando miramos hacia la densa escena de la música joven borincana, la vista no tarda en posarse en La Quilombera. ¿Qué es esto? Suena como que afro, pero a la vez como que un chin medio raggamuffin y bien, bien, bien roqueao’. Exacto. Eso mismo. Es tremendo quilombo de gozo, uno que ya ha tomado su forma y parece imparable.
¿Y qué es quilombo? Pues el término se menciona mucho en las naciones sudamericanas; en Argentina usualmente alude a algo que ocasiona bullicio. Pero si vamos a la raíz de la palabra, “kilombo” –con k– es de origen kimbundú, que a su vez viene de África, particularmente de Angola.
En la época colonial de América Latina, la palabra “quilombo” se empleaba para nombrar al sitio donde se reunían los esclavos de raza negra en momentos en que sucedían sublevaciones en dominios de Brasil, colonizada por los portugueses. En ese sentido, un quilombo podía ser una zona que ocupaban los esclavos al alcanzar la libertad.
Un ejemplo fue Quilombo Dos Palmares, donde se instalaron esclavos fugitivos y cimarrones junto a sus familias entre 1580 y 1710. En los quilombos, los exesclavos se organizaban de manera comunitaria, contando con terrenos para cultivar y con fuentes de agua.
Pues quizás –por eso de atar cabos– La Quilombera es algo que ocasiona bullicio dentro una propia búsqueda de libertad musical. Para entender esto, primero hay que darle rewind al cassette.
Hace cinco años, el individuo que se hace llamar Falú Quilombo armó esta banda junto a otros panas suyos, músicos todos y algunos más experimentados que otros. Falú –con un bagaje musical que va desde el tradicional dub ska de Los Skatalites hasta el reggae gaucho de Fidel Nadal– sabía que fusionar todo lo necesario para alcanzar el sonido que buscaba con La Quilombera iba a tomar un tiempito.
El grupo fue paciente, sumó y restó, y al fin y al cabo encontró el aura sonora que el proyecto necesitaba para internacionalizarse. La Quilombera lanzó su primer disco hace ya unas semanas, titulado Hominifalombiucoccus Mastoidis Nefroliticus. Facilito, ¿verdad? Pues sepa que tan pronto salió al mercado, la producción musical se colocó entre los best sellers de la sección de rock latino en el portal de ventas Amazon.
Al mismo tiempo, los músicos de La Quilombera fueron a Nueva York a mediados de junio y dejaron tremenda peste en la tarima del notorio venue SOB’s, donde los mejores de la música internacional llegan a batirse con la gris grey neoyorquina. Y precisamente desde el mismísimo quilombo ese conocido como Nueva York fue que Falú habló con Diálogo sobre lo que han sido estos primeros cinco años de música sin freno, cinco años en los que La Quilombera ha podido moldear su propio estilo. Sonará clichoso y qué sé yo, pero con Falú ahora podemos hablar.
Diálogo: Saludos, Falú. Bien, primero, explícale a la gente quiénes son y qué hacen, que debe haber una que otra personilla por ahí que no los conozcan.
Falú: Somos La Quilombera, grupo de rock afrolatino que desde el 2010 viene armando todo una revolución musical desde el Caribe.
Diálogo: Han sido ya varios años trabajando sin parar, pero al fin las cosas parecen estar cayendo en su sitio con La Quilombera. ¿Qué nos puedes decir de lo que ha sido el proceso para llegar hasta donde están ahora? ¿Qué ha cambiado de lo que en inicios era La Quilombera? ¿Qué nuevas influencias entiendes que llevan? ¿Cómo explicarías el proceso de depuración por el que ha pasado la banda?
Falú: Definitivamente ha pasado mucho. Lo principal es que todo ha fluido. Ha sido lindo ver cómo cosas que sencillamente fueron dichas como una idea de algo que podría ser terminó siendo. Se nos aliaron las personas indicadas que permitieron que esto sucediera, y mucha gente importante nos respaldó y ayudó para que llegáramos hasta donde estamos ahora.
Para el proceso de grabación del disco entraron muchas manos importantes que ayudaron a depurar el sonido, manos específicamente de Puerto Rico y Argentina como Ramón Martínez, Carlos Velázquez, David Marrero, Sebastián Paz, Juan Palomeque, Cristián Callens, Eduardo Bergallo y Mario Siperman. Ellos fueron responsables junto a nosotros del sonido actual de la banda.
Diálogo: Tú y otros músicos del grupo ya han tenido experiencia con otras bandas en lo que se conoce como la escena del world music. ¿Entiendes que es ahí dónde encaja su sonido? ¿Qué es lo que La Quilombera tiene para ofrecerle al circuito internacional del world music?
Falú: Totalmente. (Somos) la música de mundo. Serlo todo y al mismo tiempo nada, (esa) ha sido la mejor descripción que nos dieron el pasado fin de semana en Nueva York y Virginia. Hemos logrado darle (a nuestra música) una esencia abarcadora que a mi entender conecta las personas aunque no entiendan el idioma en las canciones. Esa es la magia.
Diálogo: ¿Dónde están ahora mismo? Cuéntanos sobre lo que han sido estas pasadas dos semanas y hacia dónde se dirigen.
Falú: Actualmente estamos en Nueva York. Tuvimos dos presentaciones exitosas, una en SOB’s y la segunda en La Marqueta. Fue interesante ver la reacción de personas, incluso norteamericanos de lengua anglosajona y africanos expresándonos su sentimiento por el trabajo hecho. El 26 de junio estuvimos en el Festival Latino de Hardee’s en Virginia Beach, donde también recibimos harto cariño por parte de la gente y la producción.
Diálogo: Oye, el disco va con buenos bríos en las listas de ventas cibernéticas. Háblanos del álbum y de cómo fue el proceso creativo. Y por favor explica el nombre, que por lo que veo está bien fácil.
Falú: El disco está causando mucha curiosidad y agrado. El nombre está logrando su cometido. Ese sentimiento en el interior de cada ser que no saben ni siquiera cómo llamarle, eso es nuestro disco. Toda persona necesita ponerle nombre y apellido a lo que lleva adentro y hacerlo sentir por todos los rincones. Nosotros aportamos el grano de arena haciéndoles sentir nuestra vibra al escuchar Hominifalombiucoccus Mastoidis Nefroliticus.
Diálogo: ¿Cuánto pesa la crítica sociopolítica en sus letras versus todo lo demás?
Falú: La crítica sociopolítica no es nuestro norte. Más bien se trata fomentar el quilombo, o sea, todo aquello que haga a las personas crear y realizar ideas nuevas. Vivimos tiempos en los que es inminente la realización de nuevas propuestas de vida. Es necesario que cada proyecto llevado a cabo sea multidisciplinario en todo el sentido de la palabra. Eso es lo que persiguen nuestras letras. El amor, la crítica, lo social, lo jocoso, todo es parte de todo, son todas las cosas lindas que se disfrutan en el quilombo.
Diálogo: Finalmente, y ya que llevas muchos años en el mundo en la música, ¿cómo ves la cosa en Puerto Rico? Parece como si ya la cuestión mereciera salir del discurso de música independiente, darlo por sentado y creerse realmente que se puede. Pareciera como si ya la derrota de la payola es inminente y que la esperanza aflora en contra a los estilos de antaño de hacer negocio en la música. Es como si la Internet lo cambiara todo. Tú que llevas un rato en esto y has visto la música independiente en Puerto Rico antes y después del momento histórico y tecnológico que vivimos, ¿qué opinas?
Falú: Todavía falta. Hubo una época donde todo el mundo en Puerto Rico disfrutaba de todo, y se están viendo esfuerzos para traer de vuelta esos tiempos, pero falta mucho aún. La tecnología ha sido buena ya que permite fácil acceso muchas cosas, pero falta todavía generar el hambre, hay que seguir trabajando para que las artes florezcan más. La música, la literatura, el baile, el teatro y la pintura necesitan exponerse y representarse más. ¡Hay que seguir metiéndole candela al quilombo para que la barbarie no sea opción!